Capítulo 44

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Con un par de libros en mano, me encontraba saliendo por la puerta principal del instituto. No tardé en localizar el coche de mi tío posicionado a pocos metros de dónde me encontraba. Tomé aire y me dirigí a paso decidido hacia él, el cual miraba hacia delante sin, aparentemente, preocupación alguna.

— Hola — le saludé una vez abierto la puerta del auto.

— Hola, ¿vamos?

Asentí, y después de meter la marcha comenzó a conducir en dirección a casa. Apoyé mi cabeza en la ventana, no sin antes haber encendido la radio. Menos mal que mi casa no se encontraba muy lejos de allí, odiaba los viajes incómodos como estos. Mi tío conducía con la mirada puesta al frente, y mirando de vez en cuando por el retrovisor, mientras tanto yo me concentraba en oír la canción de fondo.

No supe en el momento exacto en el que el coche comenzó a pararse, estaba tan ensimismada que los minutos pasaron a ser segundos. Se estacionó justamente enfrente de la entrada y fue entonces cuando puso sus ojos sobre mí.

— ¿Quieres que entre contigo?

— No es necesario.

Abrí la puerta del coche y me bajé, sin ni siquiera mirar hacia atrás; cerré la puerta y me dirigí rápidamente a la entrada.

La casa estaba completamente recogida, y a oscuras. Se notaba que mi madre puso todo su empeño en dejarlo todo así de limpio. Era muy raro, ver el lugar donde has pasado tu vida así de vacío, como si estuviese desalojado...en parte dolía. Creo que no se puede explicar aquella sensación, era demasiado complicada, con miles de enlaces primordiales por todos lados. Algo tan complejo es imposible de explicar con simples palabras, es como cuando fallece alguien. Ese dolor, esa culpabilidad por no haber dicho algunas cosas, esa necesidad de gritar al mundo entero...ese vacío que te marca. Quizás no fuese tan intensa, pero sí era muy odiosa. Nadie puede entenderlo hasta que lo vive, como muchos otros sentimientos que suceden en específicos momentos. Estaba tan acostumbrada al desorden que no sabía que me afectaría de aquella manera verlo todo en su sitio.

Cunado pude moverme de la entrada, caminé hacia mi habitación sin querer mirar a ningún otro lado. Una vez allí pude observar como mi madre también se tomó la molestia de recogerlo todo, por lo visto había ordenado cada habitación y rincón de aquella casa. Sin querer demorarme mucho más, cogí una de las maletas de mano que había debajo de mi escritorio y comencé a guardar ropa sin miramiento alguno. Mis ojos miraron a la derecha de manera automática, concretamente hacia el cuadro que contenía una foto de mi madre, mi padre y mía; del día de la playa. Los buenos momentos de aquel día se pasaron por mi cabeza como se estuviesen grabados como un video. No me pude resistir a cogerlo y guardarlo por encima de toda la ropa.

Con dicha bolsa colgada sobre el hombro me dirigí de vuelta al coche donde me esperaba Charlie, pero me paré en seco en medio del pasillo. Poco a poco giré mi cabeza para mirar la puerta del despacho de mi padre, que se encontraba medio encajada; cuando esa puerta siempre estaba cerrada. La curiosidad llegó a mi como un relámpago, y no dudé mucho en dirigirme a aquella habitación; ¿mi madre habría sido capaz de entrar allí?

Al abrirla de golpe, como si la vida me fuese en ello, dejé soltar un suspiro. No, no había entrado. Las cosas seguían tal y como las vi la última vez. Me adentré en ella y miré alrededor, me extrañaba mucho que la puerta no estuviese cerrada pero supuse que la habría dejado yo así la última vez que entré. Fui a darme la vuelta, cuando sobre el escritorio vi la foto de él de pequeño con otro niño, aquella que estaba firmada por la parte de detrás por Siete y la cual me llevé a Old Bridge. En aquel almacén había demasiadas pistas que quizás en su momento, al no saber todo lo que sé ahora, pasé por alto. Cogí la foto y antes de meterla en mi bolsillo, le eché un último vistazo. Era ahora de volver a Old Bridge.

Siete ® H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora