Capítulo 65

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Ray me había dejado unas gafas de sol, para cubrir el moretón de mis ojos, y me había aconsejado, aunque más bien sonó como una orden, que me colocase el teléfono donde se encontraba la herida en forma de 7.

La comisaría estaba tan ajetreada como la última vez que entré, que fue para revisar los documentos del accidente de mi padre. Parecía que había pasado una eternidad de aquel momento.

Caminábamos a paso rápido, consiguiendo pasar desapercibidos entre la gente. Ray ya había hablado con Charlie antes, por lo que nos dirigíamos sin distracción a su despacho, donde nos esperaría con todos los demás de su equipo.

— Entra tú primero — me abrió la puerta y me encontré cara a cara con un grupo de unas veinte personas. Busqué con ansias a mi tío, para no sentirme tan intimidada. Cuando oí que Ray cerraba la puerta, me quité las gafas y retiré el teléfono de mi cara; mantuve mi mirada seria puesta al frente. Quería dar la impresión de que había pasado por algo muy aterrador y que no tenía miedo, aunque fuese todo lo contrario. La mayoría de ellos observó mi herida, mientras que intentaban controlar sus sentimientos de pavor. Según lo que recordaba de las cintas, la mayoría de ellos estaban completamente asustados por el sucesor de Siete.

Mi tío se abrió camino entre la mar de gente, se levantó de su silla y se acercó a mí sin quitarme el ojo de encima; yo tampoco aparté la mirada. Una vez cara a cara, me extendió su mano.

— Estoy muy orgulloso por lo que has hecho, Mia — le agarré la mano, por compromiso. Porque yo no lo estaba, lo único que había hecho era pasar una de las peores noches de mi vida.

— Bueno, en realidad no tengo mucho que decir — comencé a dirigirme a ellos. Todos me escuchaban expectantes — Resulta que el sucesor de Siete es una chica de mi edad, llamada Gina Stephen — pronunciar su nombre me hacía estremecer, y se me venía a la cabeza escenas de la pasada noche. Tuve que cerrar los ojos por unos segundos para poder concentrarme en el tema principal de la conversación — No tiene piedad, está obsesionada con que mi padre, James Mayer, fue el causante de la enfermedad de su padre. Además, quiere encontrar el dinero que mi padre robó. Eso respecto a ella — mi lengua comenzaba a trabarse, me solía pasar cuando me ponía nerviosa en momentos como aquellos, además al tener que hablar de ello parecía que volvía a sentir los golpes por todo mi cuerpo. Noté la mano de Ray puesta sobre mi hombro, siendo eso un punto de apoyo para mí. Suspiré algo más tranquila — El edificio es muy simple, al menos eso lo parece por fuera. ¿Alguien puede pasarme un folio? — me acerqué medio cojeando hacia la mesa, y una vez allí uno de tantos hombres que había, me ofreció su sitio para que me sentase; se lo agradecí con una sonrisa. Pero este me miró con lástima en sus ojos, y puede ser que eso me reventase por dentro. Odiaba causar ese sentimiento en las personas. No me dio tiempo a pensar en mucho más cuando me pusieron un par de folios por delante y un bolígrafo. Dibujé a mano alzada lo que iba explicando — Entrando por el aparcamiento te encuentras con una única puerta de entrada, cuando la abres te da paso a una zona llena de escaleras, es como si estuvieses situada en la segunda planta — Comencé a explicarles detalladamente todo lo que recordaba de la edificación interior de aquella casa, que no era mucho la verdad. La mayoría de ellos tomaban algunos apuntes sobre una pequeña libreta, mientras que otros me preguntaban algunos detalles a destacar — Lo malo es que, es muy poco probable que podamos hacer la misma estrategia que usamos, ya que esos puntos los tendrán más sobreprotegidos — coloqué la punta del bolígrafo sobre mis labios, pensando alguna opción remota de entrar lo más desapercibidos posible, pero no la había. Sólo quedaba una cosa — Creo que, la única posibilidad de entrar es utilizando el factor sorpresa — admití, mi tío me miraba desde mi lado intrigado — Entrar a por todas, comenzando por las ventanas — volví a coger otra hoja en blanco — un grupo comienza a invadir la zona de arriba, y otra va arrasando la de abajo. Como una encerrona, hasta que nos reencontremos; el lugar es pequeño — admití, solté el bolígrafo sobre la mesa y alcé mi vista para verles.

Todos me contemplaban a cuadros, me vi envuelta en una situación muy incómoda y lo único que quería es que alguien dijese algo.

— Podemos replantearlo, tampoco creo que haya muchas más opciones — comentó uno de los policías, y los demás comenzaron a asentir su afirmación.

Sonreí, me sentí útil. Viendo a toda aquellas personas me di cuenta de cuantas personas se habían dedicado a "protegerme" y a indagar sobre mi vida, y sobre Siete. Cuantas personas habían dedicado horas a aquello, y parecía que todo estaba llegando a su fin. Me alegraba haber contribuido con mi granito de arena, porque no creía que pudiese hacer nada más, tampoco tendría mucho más tiempo.

Entonces Ray me extendió su teléfono, era un mensaje de Harry:

"Papá, dile a Mia que me gustaría quedar con ella en las Tres Hojas, en cuanto volváis".

— Dile que vale — le dije a Ray, devolviéndole su teléfono.

— Me lo traes loco, eh — me sonrió.

Preferí no hacer comentarios a su afirmación. 

Siete ® H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora