Capitulo 20

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19:30 pm

— ¿Es una buena manera, no? — entremetí mis dedos en la entrada de mi pelo de manera frustrante mientras que caminaba de un lado hacia otro. En el otro lado de la línea se encontraba Ben, escuchando uno más de mis dilemas.

— Supongo...realmente no lo sé Mia. Es algo complicado, puede reaccionar de manera inesperada.

— Sé que es arriesgado, pero no puedo dejarlo más. Aunque deteste admitirlo, Charlie tiene razón.

— Pues prueba a ver — soltó un cansado suspiro. Comencé a morder mis uñas para después lanzarme a la cama — Si no lo intentas jamás sabrás que podía haber ocurrido — el silencio se apoderó de mí y no encontré respuesta alguna que decirle. Agudizaba mi oído y lo único que escuchaba era el sonido de su respiración al otro lado. No era incómodo ni mucho menos, esto era algo casual entre ambos; hablábamos muchas horas y había veces en la que cada uno tenía que hacer alguna tarea y no colgábamos el teléfono, la hacíamos y seguíamos con la llamada. Era como estar juntos, pero no estarlo a la vez.

— Estoy aterrada — le susurré con la esperanza de que no pudiese oírlo.

— Es normal, demasiadas cosas en muy poco tiempo.

— Tengo que colgar Ben, voy a ponerme a ello.

— De acuerdo, suerte, ya me contarás.

Colgué la llamada y dejé a un lado el móvil. ¿Por dónde comenzar?

Mi idea era recopilar algunas fotos y videos de mi madre y yo, sin que saliese mi padre. Que le hiciese recordar esos buenos momentos y ella brinque en su pequeña caja de cartón.

Supuse que, por ejemplo, cuando encontró la foto de mi padre eso le hizo reaccionar de aquella manera al recodar los momentos vividos con él y saber que, ni va a ver más momentos ni va a verle más. Eso le hizo sentir demasiados sentimientos a la vez, tanto melancolía como amor, como felicidad y tristeza...demasiados contrarios. Mi hipótesis era esa, que si le hacía ver únicamente momentos felices entre ambas, le hará solo sentir la parte positiva y, quizás se dé cuenta de que aún seguía ahí con ella y que no me pensaba marchar.

Rebusqué entre mis cajones de mi escritorio y contemplé los dos grandes álbumes de fotografías. Demasiados recuerdos que ahora son más que polvo y escoria. Nada más abrir el álbum no pude mirar otra cosa que no fuese la amplia sonrisa de mi madre, porque aquello se había convertido en algo que recordaba como si hubiese pasado hace muchos años, estaba tan acostumbrada a lo que es mi madre ahora que se me había olvidado todo lo que era antes. Tomé la fotografía y la dejé a un lado para ver todas las demás.

Después de unos minutos tenía un buen taco de fotos junto a mi madre, Charlie, mi abuela, primos... esperaba con todas mis fuerzas que con eso fuese suficiente para hacerla salir un poco de ella misma.

Con el puñado de fotos entre mis manos, apoyadas sobre el pecho, tomé aire profundamente decidida a hacer lo que tanto había pensado. Suspiré pesadamente, una parte de mí aún seguía aterrada por lo que podía ocurrir luego de abrir la puerta. Cerré mis ojos e intenté concentrarme en lo positivo, esto era un gran paso tanto para mí como para ella, aunque más para ella. Lo único que me suponía a mí esto era el terror de volver a ver a mi madre es ese estado frenético.

Las escaleras parecían aún más largas de lo debido, pensé que jamás llegaría al salón. Asomé mi cabeza y vi a mi madre recostada sobre el sofá, nuevamente, mirando el televisor pero ensimismada en algún otro lugar. A paso lento y esforzándome para no tropezar y caerme en el camino, me acerqué a mi madre. Los pies me pesaban y tenía la sensación de que acabaría en el suelo antes de llegar. Apreté las fotografías aún más a mi pecho tomándolo como referencia, esto lo hacía para volver a mi madre feliz, como antes. Al fin, colocando una mano sobre el sofá antes de sentarme, me ubiqué a su lado derecho aunque ella apenas se inmutó de mi presencia. Aún con las imágenes pegadas a mi pecho, me quedé inmóvil ahí pensando en cómo empezar.

Principalmente, empecé por despegarlas de mí y eché un vistazo a la primera. En esta aparecía ella algo más joven, junto a mi tío. La observé de reojo y al ver que aún seguís sin prestarme atención, coloqué dicha foto sobre su regazo y esperé ansiosa su reacción. Echó la mirada hacia abajo, ni si quiera la contempló por unos segundos cuando volvió a echar la vista hacia el televisor. Le coloqué la segunda nuevamente en su regazo y ella hizo el mismo acto. Comencé a desilusionarme cuando ya llevaba al menos doce fotos y no se inmutaba; pero entonces, al situarle una foto en la que aparecía ella de perfil riéndose mientras me miraba a mí, que tendría unos dos años, se quedó ensimismada; no movió ni un solo músculo, se quedó paralizada. Decidí buscar otra foto de nosotras juntas, con algo de inseguridad se la puse sobre la otra.

— Esa fue en mi quinto cumpleaños, ¿recuerdas? En la casa de la abuela — sus manos pasaron de estar descansadas sobre ambos de sus lados, al remarco de la foto y la acercó un poco más a ella — Fue un gran día.

Me levanté y me acerqué un poco más a ella. Le mostré otra en la que aparecían también algunos de mis primos, mientras, le contaba lo que recodaba de aquel día.

— Esta es mi favorita — antes de poder dársela, ella me miró. Sus ojos se movían levemente mirándome, en sus manos aún había otra fotografía. Sabía que mi madre ahora mismo estaba luchando para no comenzar a llorar. Le quité la foto que sostenía y le coloqué la dicha — Es cuando salimos aquel día de lluvia, porque me empeñé en salir a comer y no queríais porque el día estaba horrible. Pero, pude convencerle — estaba evitando a toda costa mencionar a mi padre, habíamos "avanzado" mucho y no quería que nada se viniese abajo ahora — y te viste obligada a asistir — sonreí — Recuerdo que puse la música en el coche y tú me hiciste quitarla porque querías escuchar la lluvia caer, resultó ser uno de los mejores viajes en coche. Hablamos de todo. Lo mejor fue cuando el coche se estropeó y nos bajamos en aquella cafetería olvidada de la ruta 16, que resultó ser un lugar estupendo, nos hicimos la foto en la entrada. Desde entonces...

— Desde entonces James se empeñaba en parar ahí cada vez que pasábamos por enfrente, aunque solo fuese para beber un café.

Mis labios se quedaron completamente abiertos, al igual que mis ojos al ver la sonrisa de mi madre. Un escalofrío recorrió todo mi ser, no sabía que podía decirle ni cómo reaccionar. De momento, la sonrisa de mi madre desapareció y todo mi cuerpo entró en pánico. Pero lo único que hizo fue dejar las fotografías a un lado cerca de mí, y desaparecer escaleras arriba.

Desde el comienzo de las escaleras, mi tío Charlie me observaba con una amplia sonrisa en el rostro.

Siete ® H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora