Capítulo 59

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Aquella noche era perfecta, era una típica noche de primavera, ni frío ni calor. Y las estrellas adornando el cielo de una manera espectacular. Llevaba ya un tiempo que quería volver a las Tres Hojas, con la de pocas veces que había ido y lo importante que ha llegado ser para mí. Y el saber que mi padre también amaba ese lugar me hacía aún más feliz.

No me demoré mucho en atravesar aquel pequeño trazo de árboles, para ver a mi chico sentado a espaldas observando al horizonte. Me acerqué lentamente a él y le tapé los ojos con mis manos.

— Mayer, tienes las manos heladas — después de su comentario me senté a su lado y dirigí mi mirada hacia el infinito.

— Echaba de menos este lugar — le admití — No podemos demorarnos tanto en volver.

— Estoy de acuerdo contigo — echó su brazo por encima de mis hombros y me apegó a él, provocando que mi cabeza quedara acomodada sobre su hombro.

— Por momentos como este vale la pena pasar todo — le dije en apenas un susurro. Y él no dijo nada, nos quedamos sumidos en aquel silencio tranquilizador de la noche, deseando que aquel momento durase eternamente. Miré hacia la casa que mi padre había comprado para nosotros, para su familia. Y, al recordar que no estaba, en mi cabeza pasó un pensamiento totalmente inusual. ¿Y si yo tampoco llego al final de esta historia? ¿Qué sería de mi madre? La incertidumbre que me causó mi propia cuestión hizo que Harry rompiese aquel silencio.

— ¿Qué te pasa?

— Prométeme que si me pasa algo, ayudarás a mi madre.

— Mia no te va a pasar nada.

— ¿Cómo estás tan seguro?

— Porque bicho malo nunca muere — golpeé su brazo por la absurda broma, pero no pude evitar sonreírle.

— Prométeme que seguirás adelante — su mano se encontraba apoyada sobre la hierba, de manera delicada entrelacé mis dedos con los suyos.

— Ahora no me puedo imaginar estar sin ti, es ponerse en lo peor sin tener por qué — se le notaba un poco molesto por su tono de voz y los gestos de ironía que solía hacer.

— Sólo prométemelo para que me quede tranquila.

— No te pienso olvidar.

― ¿Quién ha dicho algo de olvidar? A veces, solo hay que aprender a vivir sin alguien.

― ¿Y tú, Mia? ¿Has olvidado a tu padre, o has conseguido seguir sin él?

Mis ojos le miraron con impresión a su arriesgada pregunta, mi corazón dio un vuelco enorme al oírlo. Me hizo realmente plantearme la pregunta, en realidad vi la respuesta muy clara.

No, no había olvidado a mi padre y no, no había conseguido aún seguir hacia delante sin él.

De alguna manera, yo aún tenía el presentimiento de que él seguía conmigo, que en cada paso que daba hacia Siete, el lo daba junto a mí; que en cada momento que me sentía sola, no lo estaba.

— No estoy segura de ello aún — le contesté con sinceridad. Él asintió y dejó caer un suspiro.

— Yo tampoco estoy seguro de haber superado a mi madre — admitió. Me quedé mirándole completamente sorprendida. No sabía que su madre había muerto, hace dos días pensaba que sus padres se dedicaban a un empleo familiar.

— No lo sabía...lo siento mucho — besé su mejilla y le abracé. Pero él se mantuvo inmóvil, haciendo el intento de no derrumbarse.

Tan iguales y tan diferentes; así me sentía con él. Éramos un constante tira y afloja, un volcán a punto de erupción...Pero, sentía ese fino hilo rojo que nos unía. Quizás no haya sido cosa del destino unirnos, pero por una vez pensé en la realidad de las dos mitades. En poco tiempo era consciente de que, a pesar de las circunstancias, ya haya sido por mi poco orgullo o por su constancia... estábamos juntos. Y lo estábamos en ese momento, más que nuca. Abrazados y mirando hacia alguna parte escondida entre tanta maleza.

— Me gustaría vivir en la casa que compró mi padre, cuando acabe toda esta pesadilla — le comenté — Además, ya que estoy dentro de la Organización, no me viene nada mal estar cerca de vosotros.

— Sobre todo cerca de mí — ahí había vuelto Harry, con sus comentarios con su pequeño toque de picardía.

— Sobre todo de ti — le repetí, afirmando así su respuesta.

— Creo que a tu madre le encantaría.

— Yo también lo pienso.

— Quizás después de que todo esto pase, lo que deberíamos de hacer primero sería tomarnos unas vacaciones ¿no?

— Creo que las tenemos bien merecidas — admití sonriendo — ¿A dónde iríamos?

— A cualquier lugar perdido del mundo.

— Suena genial, Harry— me quedé mirándole, completamente ensimismada por todo lo que tuviese que ver con él — Huiríamos, ¿no? — negó rápidamente.

— Huir es de cobardes, uno siempre tiene que volver a su hogar, pase lo que pase.

— Bueno, pues huiríamos de manera temporal. Una gran escapada.

— Eso ya es otra cosa — me abrazó y se tumbó hacia atrás, provocando que quedase recaída sobre su brazo.

Me alegraba de haber pasando malos momentos. Es decir, si únicamente nos quedásemos con la buena parte de las cosas y, relativamente, nunca nos ocurriese nada malo, ¿cómo podríamos reconocer los buenos momentos? Posiblemente no existiese ese sentimiento que sientes al ser feliz. ¿Por qué?. Porque sino te has caído, no sabes que es levantarte. Porque no has sabido que es estar hundido, sino has tenido malas experiencias es imposible que reconozcas cuando eres feliz de verdad.

Y, a pesar de todo, él estaba ahí. Y yo no podía estar más feliz por ello. 

Siete ® H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora