Capítulo 45

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El cartel que daba la bienvenida a Old Bridge hizo que suspirara de alivio. Harry se había quedado dormido unos minutos después de haber aceptado venir conmigo mañana con Ben y Gina. No podía evitar pensar en dónde podía haber estado, y por qué se habría puesto a beber tan temprano. Tampoco quería pensarlo demasiado, pensé que quizás él mismo me lo contase después de despertarse; o más le valía. El mal rato que me había hecho pasar en escasos minutos no se me iba a olvidar fácilmente. Decidía aparcar el auto justamente enfrente de la heladería a la que entré la última vez que estaba ahí, para orientarme a la vuelta, más o menos. Una vez haber quitado las llaves, moví mi cabeza en dirección a Harry, el cual seguía profundamente dormido.

— Oye — le llamé mientras lo movía de un lado a otro. Este arrugó los ojos para abrirlos poco a poco, miró hacia ambos lados un par de veces antes de reaccionar.

— ¿Ya hemos llegado?

— Si no fuese así no hubiese parado el coche — le contesté con ironía, para seguidamente bajarme. Me posicioné justo enfrente del auto y me crucé de brazos a esperar que bajase.

— ¿Vas a estar de morros todo el día?

— Ah, ¿ya no estás borracho? — le pregunté de forma sarcástica.

— ¿Vas a estar cabreada todo el día?

— Desde luego — y como si tuviese el revinche de una niña pequeña, comencé a andar hacia delante aún de brazos cruzados.

— Mia, por favor — me suplicó de forma tozuda — Sólo quería un par de cervezas, y me pasé.

— Tus latas de cerveza te jugarán una mala pasada como sigas así — le dije mirándolo de arriba a bajo a cierta distancia.

— Mia venga, vamos a tomar un helado y hablamos.

Me paré en seco y miré a mi izquierda, ahí se encontraba la entrada de dicha heladería, donde también entramos la primera vez que vinimos aquí. Si me hubiesen dicho que acabaría gustándome aquel chico, que realmente parecía un acosador ya que aparecía haya donde fuese; posiblemente no me lo creería. Pero bueno, las mejores cosas suceden así; sin predecirlas ni planificarlas. Y a pesar del cabreo que tenía encima, debía admitir que Harryera lo mejor que podía haberme encontrado en estos meses, que han sido una completa desdicha.

Sin parar mis ojos sobre él, entré en el local rápidamente. Por haber entrado de dicha manera, choqué con una mujer mayor que iba saliendo.

— Lo siento mucho, no miraba por donde iba — me disculpé completamente avergonzada.

— No te preocupes — me sonrió, sus ojos bajaron en dirección al suelo y abrió sus ojos sorprendida ― Oh, pobre muchacho ― se agachó y se quedó mirando la foto de mi padre; me quedé mirándola sorprendida. Ella al ver mi expresión confundida, colocó una de sus manos en su pecho y me preguntó― Lo siento mucho, ¿era un familiar?

― Sólo un conocido ― le contesté de manera indiferente.

― Murió muy joven, en el incendio del viejo almacén ― dijo mirando la foto detenidamente ― era un buen muchacho, se le veía mucho con su amigo Ray correteando por las calles del pueblo.

— ¿En el incendio del almacén?

— Sí, aquel edificio mohoso que está cerca de la iglesia, una desgracia la verdad. Muchos chiquillos murieron aquel día, y todo por culpa de Siete.

Mis ojos se abrieron al escucha como la anciana lo mencionaba sin pudor alguno. Quizás ella sabía muchas cosas más, cosas que podrían ayudarme a comprenderlo todo mucho mejor.

— ¿Le importaría si le invito a un helado, café o lo que quiera? Estoy muy interesada en la historia de este pueblo, soy periodista — mentí mientras sonreía por mi recurrente tapadera.

— Por supuesto que sí, encantada — entonces, entró Harry por la puerta, con sus manos metidas en el bolsillo.

— Y este es mi ayudante — le presenté a la anciana.

La cara que puso Harry entonces fue para tomar en una foto y guardarla por el resto de la eternidad.

* * *

— Aquí tienen su pedido — el camarero nos tendió las tres copas de helado y, después de una amable sonrisa, se retiró.

— ¿Y qué más quieren saber?

— ¿Qué sabe usted sobre Siete?

— Era un señor que no andaba en nada bueno, recogía a muchachos que no tenían nada y les ofrecía un techo y un trabajo...¿no apuntan nada? — nos preguntó curiosa al ver que lo único que había en la mesa eran los helados.

— Tengo la grabadora puesta en el móvil — mintió Harry.

— Ah, de acuerdo — asintió y cruzó sus dedos — Bueno, también se rumorea que su nombre procede por siete asesinatos que cometió; los mató de manera brutal, costaba creer que algo así de macabro lo hubiera ejecutado una persona. Estaba claro que no tenía ni pizca de humanidad; desde entonces la gente comenzó a tenerle miedo. Por eso nadie se atreve a hablar del tema, hacen como sino hubiese ocurrido nada.

— ¿Y cómo se incendió el almacén?

— No se sabe con acierto, todo lo que yo sé son rumores que se cuentan en el pueblo. Lo primero es que nadie entraba en aquel almacén, aunque en realidad es que nadie se atrevía a entrar allí, decían que si descubrían el misterioso secreto de Siete, él mismo iría a por ellos y les atormentarían hasta el final de sus vidas. Supuestamente, alguien traicionó su lealtad y Siete se volvió aún más loco de lo que ya era. Nadie sabe por qué, simplemente lo hizo. Supongo que la furia pudo con él y los tomó a todos por traidores.

Me quedé sin palabras y completamente fría. A esas alturas, sabía que Siete era muy peligroso, pero no sabía que estuviese loco. Quemó a todos esos jóvenes, solo por que uno de ellos le traicionó, porque mi padre le traicionó. Él lo decía en la carta, se fue porque Siete sobrepasaba sus propios límites.

— Entiendo... — susurré para romper un poco el hielo — ¿Y qué más sabe sobre el chico que mencionó antes? Ese tal Ray.

— Oh, pues muy poco. Él y el chico de la foto eran los que más tiempo habían estado con Siete, y, por lo que se decía, también eran sus favoritos.

— ¿También murió en el incendio?

— Se supone que nadie sobrevivió a él, si esta vivo...es un milagro.

Asentí levemente mientras me apoyé levemente en el respaldo de la silla, esto no me iba a servir de mucho. Solo eran curiosidades, y esto lo único que hacía era recordarme el pánico que sentía hacia Siete. Ahora mi manera de pensar sobre él, se había compuesto por rasgos imaginarios, de suposiciones. Pero cada vez se veía mucho más claro; si fue capaz de incendiar un lugar donde estaban todos sus secuaces, aquellas personas con las que convivía día a día, incluso a sus preferidos, sería capaz de cualquier cosa. Siete era más temerario y cruel de lo que podría haber imaginado y cada vez lo dejaba más claro, sin perjuicios ninguno. Lo que no entiendo es como alguien como él es tan poco reconocido, incluso la anciana nos lo ha dicho, la gente omite ese tema. Ven lo que ocurre y no hacen nada al respecto, y es algo que no consigo que me quepa en la cabeza. ¿Cómo la gente es capaz de omitirlo todo, llegando hasta estas alturas? Hay veces en las que la realidad es tan cruel que prefieren ignorarla, y seguir sus vidas como si nada. Si no les influye a ellos, no les importa.

 — Bueno, muchas gracias por todo señora — vi como Harry se levantaba y le ayudaba a dicha mujer a levantarse, mientras que yo me quedaba en la misma posición.

— De nada, espero que os haya servido de algo — y con una amable sonrisa, la mujer desapareció por la puerta. Harry se apoyó sobre la silla y me miró de arriba a bajo. 

Siete ® H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora