Capítulo 14

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15:00 pm

— Gracias por traerme nuevamente a casa Ben — me despedí de él mientras me quitaba mi casco de la cabeza.

— No hay de qué, nos vemos mañana — y con una leve sacudida de mano, el chico volvió a hacer rugir el motor de su moto y desapareció de mi vista en cuestión de segundos.

Suspiré mientras miraba la entrada de mi casa. Llevaba toda la mañana deseando llegar, realmente me había sentido sobrecogida, pero sobre todo indefensa. Creía que no había estado más de unos segundos sola, siempre estuvo acompañada de Ben o de Gina. Lo peor de todo ha sido pasar por el lado de los baños, los profesores nos han preguntado si sabíamos quien había realizado la pintada en el baño de las chicas; en ese momento sentí como se me revolvían todos los órganos del cuerpo.

Sin querer pasarme un minuto más pensando en el portón de mi casa, abrí la puerta y después de haber soltado la mochila al lado del perchero, me adentré hambrienta a la cocina, donde se encontraba mi tío Charlie preparando el almuerzo; cosa que se había convertido durante esta semana en algo rutinario.

— Buenas tardes — saludé mientras me sentaba en una de las sillas de la pequeña mesa redonda que se encontraba en medio de la cocina. Pero Charlie ni siquiera se molestó en mirarme, con sus facciones del rostro completamente serias me colocó un plato lleno de patatas fritas enfrente, posteriormente se apoyó sobre la encimera y se quedó mirando el suelo — ¿Ocurre algo?

— Lo que ocurre es que llevo aquí una semana siendo niñero de mi hermana y de mi sobrina, lo único que he hecho es cocinar y dar vueltas tontas por la casa — su mirada severa se posó en mí y me entró un escalofrío, sabía que esto no iba acabar bien — o haciendo el tonto intento de hablar con Adela. ¿Y tú? Saliendo de fiesta o encerrada en tu cuarto. ¡Esto no funciona así Mia! — la grave y fuerte voz de mi tío hizo que el golpe que dio sobre la mesa apenas fuese importante o sorprendente. Mi tío jamás se había dirigido de tal forma hacia nadie, y menos hacia mí.

— ¿Pero qué estás diciendo? — le respondí un poco fuera del tema. No entendía a que venía todo esto de forma tan repentina.

— No me he dado de baja en el trabajo para ser niñero — me contestó de manera grotesca.

— Yo he estado tres meses sola, Charlie. ¡Tres meses! — Mi voz subió de tono notablemente, el ambiente se estaba caldeando y yo me sentía completamente ofendida por él — ¡Tú llevas una semana!

— ¡Te estas comportando como una niña!

— ¡Es que soy una niña! ¡El gran problema es que no me dejáis serla! — eso hizo que me levantase de forma violenta de mi silla, quedando ambos de pie y mirándonos paralelos a los ojos.

— Mia, ¡métete en la cabeza que desde que murió tu padre no lo eres! — Los puños de Charlie seguían apoyados con fuerza sobre la mesa, como si estuviese oprimiendo un golpe, mientras que yo mordía mi labio interiormente intentando controlarme — Tu madre es tu responsabilidad ahora.

— ¡Lo sé!

— ¡Pues no parece que lo sepas!

— ¡Tengo 17 años, por el amor de dios!

— Y una madre enferma — sus palabras se clavaron en mí profundamente, esas palabras pesaban más de lo debido. Charlie quitó los puños de la mesa y se giró dándome la espalda, para luego tomar un breve suspiro y volver a entablar la conversación — Ya no eres una niña Mia, has cambiado — volvió a repetirme.

— No he cambiado Charlie...sigo siendo la misma.

— Me refiero a que creía que habías madurado. Creía que te dedicabas al 100% a tu madre.

— Últimamente hay muchas cosas en mi cabeza — como Siete que ocupaba la gran mayoría de mis pensamientos, o mi padre...

— Pues no deberían de ser más importantes que ella Mia — una parte de mí sabía que tenía razón, que al estar él aquí no me había preocupado tanto por ella. Me había dedicado a otras cosas y no a ayudarla, que era la razón por la que estaba mi tío aquí — He venido a ayudarte, a fomentar su salud. Tenemos que hablar con ella de la forma en la que te dije Mia, y va a ser ahora.

— No — se escapó de mis labios. Charlie me miró como si de verdad estuviese ofendido por mi seca respuesta.

— ¿Cómo que no Mia?

— No puedo — bajé la mirada, ni siquiera podía restringirme a verle su cara de decepción. Un silencio inundó por completo la habitación y después de haber tomado aire un par de veces, le contesté — No sé si estoy preparada para ver de nuevo a mi madre caer de tal manera.

— Sé que debe ser duro, pero debes enfrentarlo. Jamás estaremos preparados para estas cosas...

— Tú no la vistes aquel día, Charlie — le interrumpí, sus palabras me parecían de lo más insignificanticas y estúpidas — No la vistes con la mirada perdida y gritando como una verdadera loca, no la vistes cuando me empujó contra los cristales diciendo que jamás dejaría ir a mi padre. ¡No lo sabes por qué no estabas ahí! — un calor lleno de furia me recorrió de arriba abajo, no podía controlarlo. Aparté la silla de un empujón y miré a mi tío — ¡Así que no me digas que te sientes un niñero cuando sólo llevas aquí una semana y yo he estado así y peor por tres meses de mierda! ¡No sabes qué coño estaba haciendo allí fuera, no tienes el derecho de reprocharme nada! — y sin darle la oportunidad a responderme nada más, me di la vuelta y me dirigí sin retorno al despacho de mi padre, cogí la foto y volví a bajar las escaleras con el pensamiento de que alguien tiene que conocerlos.

Me dirigí decidida al salón donde sin pensármelo ni un segundo tomé las llaves del auto de mi tío y salí de casa dando un fuerte porrazo, mostrando inadecuadamente toda mi rabia. Rápidamente me monté en el coche y lo arranqué, pude ver de reojo como Charlie salía de la casa y miraba a mi dirección de forma apresurada. Evitando a toda costa mantener el contacto visual con él, conduje hacia la salida de Woodfield, teniendo de fondo una triste canción de Lana del Rey y con un par de lágrimas en los ojos.

Una vez de haber dejado atrás la gran ciudad de Woodside, tomé mi teléfono y coloqué el nombre del pueblo en él, para luego dirigirme hacia Old Bridge sin ninguna pausa ni distracción, con la mirada seria puesta sobre la carretera y con canciones que se oían de fondo. Este se encontraba a unos cincuenta minutos de mi ciudad.

Aún seguía pensando en la pelea con Charlie y cuanto más lo pensaba aún peor me sentía; porque por su parte tenía toda la razón, estaba ahí para ayudarnos y yo apenas había pensado en fomentar, pero lo que yo estaba haciendo fuera de casa no era "divertido", además sólo pasé dos noches fuera de casa y las mañanas en el instituto. El problema es que me pasaba las tardes y noches encerrada en mi cuarto, preocupada y aterrada por Siete. En pocos días estaba consiguiendo que me volviese completamente loca.

Old Bridge era un pueblo tranquilo, aparentemente muy verde. Las casas de madera se resignaban en enormes y extensas urbanizaciones y costaba ver alguna parte en la que no hubiese algún seto o árbol. Figuradamente era una región tranquila, parecía el típico pueblo Barbie en el que todos los vecinos se reunían para navidad entre sonrisas y felicidad, que todos se saludaban sonrientes por la calle. Demasiado "perfecto", demasiado falso. Pero, toda esa felicidad fue decayendo conforme me adentraba más en aquella localidad. No de forma exagerada, pero no era tan perfecto. Se podía ver algún que otro vagabundo y hogares no tan pulcros.

Pensé que, por cómo era mi padre y sus costumbres, el jamás sería de la forma en la que eran los de aquella parte perfecta del pueblo. Así que decidí aparcar y ponerme a investigar.

¿Pero por dónde iba a comenzar? Realmente había hecho algo estúpido debido a que no tenía ni idea de nada. Sólo una simple foto, donde se encontraban dos adolescentes.

— ¡Mia! — Al oír mi nombre me giré un poco alterada, últimamente me podía esperar de todo — ¿Qué haces por aquí?

El chico, vestido con una camiseta blanca y unos pantalones de chándal me sonrió sorprendido.

— Eso mismo podría preguntarte yo, Harry— le contesté intrigada. 

Siete ® H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora