Capítulo 43

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11:45 a.m.

La clase de matemáticas parecía que nunca iba a terminar, quizás fuese porque ya llevaba un par de semanas sin asistir a una clase completa. A pesar de mi cansancio, seguí tomando apuntes. No quería perder aún más mi rendimiento, si eso era realmente posible; ya lo había apostado todo para el tercer trimestre pero debía intentar conseguir seguir el ritmo a los demás; fuese lo duro que fuese.

Esta mañana mi tío me había dicho que me llevaría a casa a coger mis cosas, ya que solo tenía una muda en la suya. Llevaba dos días en casa de mi tío y ya echaba de menos la mía.

También me dijo que un día podríamos ir a visitar a mi madre, y le dije que eso no hacía falta que él me lo propusiera; el hecho de ir a ver a mi madre es algo que no hacía falta que me recuerden.

Sonó el timbre, y me sentí completamente relajada. Recogí mis cosas y me dirigí al patio, donde me esperaba Ben. Pero antes tenía que parar en mi taquilla para recoger los libros de la siguiente asignatura.

— Buenos días Mia Mayer — cerré la taquilla de un portazo y suspiré. Solo una persona podía sonar tan cínico y feliz a la vez.

— Hola Travis, ¿qué tal? — le miré y fingí una sonrisa. Me miró de arriba a bajo, como si hubiese algo interesante en mí.

— ¿Qué es lo que tanto miras?

— ¿Cómo está Harry?

Le miré un tanto confusa, mientras que él me observaba divertido.

— Muy bien. ¿De qué lo conoces tú?

— ¿Se te olvidó que él corre en las carreras?

— ¿Y qué tiene que ver Harry conmigo?

— Tengo ojos y orejas Mia — se acercó a mí y poco a poco acercó sus labios a mi oído para susurrar — Lo sé todo, que nunca se te olvide eso.

Me quedé completamente tensa, no quería moverme ni hacer algún gesto que le diese a objetar lo nerviosa que me había puesto en cuestión de segundos.

— Si lo supieses todo no preguntarías ni incordiarías tanto.

— Solo pregunto para ver si me mientes a la cara.

— Que malas jugadas haces, y yo creyendo que Siete escogía bien a sus secuaces.

— Si yo ayudase a Siete, estarías muerta desde el ataque en las carreras, guapa.

— Entonces, ¿por qué no me explicas como es que lo sabes todo?

— Que me entere de todo no significa que tenga que trabajar para Siete — dijo apoyándose de forma vacilante en las taquillas.

— Veo que tampoco te incomoda tanto hablar de él, ¿no? ¿Le has perdido el miedo acaso?

— No hay que tenerle miedo, eso hace que este por encima de ti. Hay que tenerle respeto Mia, son dos cosas completamente distintas y que marcan mucho la diferencia. Parece que tú no consigues aprender eso.

Me guiñó un ojo y siguió andando pasillo hacia delante; dejándome nuevamente con la palabra en la punta de los labios. Nunca tendría una conversación completa con él, le gustaba dejar las cosas a medias y, si él salía vencedor, mejor.

Sabía que él no trabajaba para Siete, no tenía aquella sensación de deberle la vida y no decepcionarlo por nada; al revés. Pero, eso de que lo supiese todo me descuadraba lo suficiente como para pensar que podría trabajar para él, aunque era imposible. Descarté esa idea al momento, Travis era una persona misteriosa y con mucho trasfondo; tanto que supe que nunca llegaría a conocerle del todo.

Suspiré y retorné mi camino hacia el patio. Ben y Gina se encontraban debajo de la canasta, hablando animadamente, como siempre. Quería volver a recuperar mi relación con ellos, por muy incomodo que me pareciese, no estaba dispuesta a perder a alguien más.

— Hola — saludé mientras dejaba mi mochila en el suelo.

— Hombre, pensé que nunca llegarías — me respondió Ben sonriente.

— Me he encontrado a Travis por el camino, y ya sabéis como es él.

— ¿Te ha dicho algo? — preguntó esta vez Gina, la miré y negué la cabeza.

— Nada por lo que preocuparse.

— Tenemos que quedar algún día, hace mucho que no nos vemos. ¿Qué os parece mañana?

— Por mi sí, nos vendrá bien — Gina sonrió y se colocó a mi lado, para enrollar su brazo con el mío. La miré y suspiré.

— Por mi también.

— ¡Bien! — abrazó mi brazo y soltó un leve chillido — Se te echa de menos por aquí.

— Yo también he extrañado quedar con vosotros.

— Quedabas con Harry, tanto no nos echaras de menos — Ben estaba apoyado aún en el barrote de metal de la canasta. Me miró un tanto serio, aunque creía que lo disimularía todo con una sonrisa, pero yo lo conocía demasiado como para saber que eso iba con segundas.

— Me encantaría conocerlo Mia, ¿por qué no se viene mañana también? — miré a Gina y sonreí.

Eso sí que fue una sorpresa. Rápidamente miré a Ben, y al ver su rostro asombrado, y negándose profundamente a mi respuesta; volví a mirar a Gina para responderle.

— Eso estaría muy bien. ¿Tú que dices Ben? — él miró a Gina y ella asintió bruscamente con la cabeza.

— Como queráis — terminó diciendo – pero ya sabes que a mí no me cae bien.

— Mañana cuando lo conozcas, podrás decirlo si quieres, saborío — dijo Gina, y le sacó la lengua — ¿Y dónde quedamos?

— ¿Por qué no nos llevas a ese sitio que vas tanto, Mia? — me preguntó Ben con un tono pícaro. Le miré extrañada — Si, si. Al bosque ese.

— ¿Las Tres Hojas dices? — reí.

— ¿Qué es eso? — preguntó Gina observándonos completamente descarrilada del tema,

— A dónde va Mia con Harry, para dios sabe qué.

— Cállate ya — mi amiga le dio un codazo, como gesto de irritación — Algún día me llevarás, ¿no?

Reí. Pensé en Harry, quizás él no quisiese asistir a aquella quedada. Posiblemente, su respuesta fuese un claro no. Pero debería de asistir, porque no podía aguantar las tonterías de Ben por siempre. Estaba segura de que si lo conociese, se llevarían bien. 

Siete ® H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora