Capitulo 21

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— ¿Qué tal tu fin de semana? — la voz de Ben hizo que saliese un poco del pequeño trance en el que estaba sumida, debido al sueño que aún presenciaba.

—Normal — le contesté, aunque en realidad había experimentado muchas emociones en dos únicos días.

Las ojeras que se asomaban debajo de mis ojos me dejaban al descubierto, no había dormido apenas nada la noche anterior después de todo lo ocurrido con mi madre. Unos minutos más tarde de aquello, me asomé un par de veces a su habitación y siempre me la encontraba igual, tumbada sobre su cama o sentada en su mesa. Aún seguía sin poder aclarar mis pensamientos, ¿había hecho bien al mostrarle las fotografías o no?

— ¿Y con tu madre? ¿Qué ocurrió al final? — me preguntó mientras nos encaminábamos a la entrada del instituto.

— Pues, realmente no lo sé. Al principio casi no me echaba cuenta, pero al mostrarle una foto de ambas pareció que comenzó a escucharme. Y, lo más raro fue que le enseñé una foto de cuando descubrimos la cafetería de la ruta 16, y yo no quería mencionarle nada de mi padre, pero lo hizo ella.

— ¿Cómo? — Ben parecía completamente desconcertado y asombrado. Asentí con la cabeza para mirar al suelo.

— Eso, ella dijo que desde entonces James se empeñaba en parar siempre en la cafetería; hasta sonrió. Pero luego la sonrisa se le borró rápidamente y se marchó a su habitación... ¿crees que he hecho bien?

— Mia, si Adela no entró en el ataque de pánico como hizo la última vez, es una buena señal.

— ¿Lo piensas realmente? — le pregunté aún con la duda en la cabeza.

— Sí, creo que tu madre avanzó ayer más que nunca — asentí cabizbaja e intenté mentalizarme en lo que él me había dicho, lo que seguramente o, eso era lo que más deseaba, que fuese de verdad.

— ¿Qué clase tienes ahora? — le pregunté para dar por finalizado el tema.

— Educación física, no tengo ni cuerpo ni alma para ponerme ahora a pegar zancadas de un lado hacia otro— me comentó dejando caer un suspiro.

— Que se te sea leve — le sonreí para luego hacerle una leve sacudida con la mano.

Me encaminé hasta mi taquilla para coger el libro de la asignatura que me tocaba en ese momento, historia. Hoy, en especial, estaba realmente cansada y no tenía ganas de hacer absolutamente nada. De dar clase menos aún; mi cuerpo me pedía rogante volver a mi casa para tumbarme sobre mi cama y no volver a levantarme jamás. Nada más cerrar de un pequeño portazo, me encontré cara a cara a Travis. Pegué un respingo, estaba apoyado en otras taquillas con ambas de sus manos descansadas en sus bolsillos delanteros. Todas las facciones de su cara se encontraban algo fruncidas, le miré sin entender a que se debía aquel "casual" encuentro.

— Menudo susto que me has dado — le dije para romper el hielo mientras me colocaba una de mis manos en el pecho; pero él mantuvo su mirada seria sobre mí lo que me incomodó y rápidamente me obligó a echar la mirada hacia el suelo.

— ¿Desde cuándo te gustan tanto las carreras, Mia? — supe que notó como las piernas me dieron un leve tembleque y que era perfectamente consciente de lo nerviosa que me había puesto con la dichosa pregunta.

— ¿Desde cuándo te interesa lo que yo haga con mi vida?

— Desde que pretendes meterte en la mía — abrí la boca para contestarle y negarle su afirmación, pero en un abrir y cerrar de ojos se recompuso y se acercó a mí de manera imponente, con la mandíbula completamente tensa y los ojos bien abiertos — No me importa nada lo que tu hagas, mientras no me afecte. Aléjate de mí y de lo que tenga que ver conmigo Mia, y eso incluye a Siete — y de un fuerte golpe en la chapa de metal se fue a paso rápido.

Siete ® H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora