XII (3/3)

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"La vida es un juego hecho para todo el mundo y el amor es el premio".

: : C A P Í T U LO   D O C E | ¿Qué hiciste ahora, Quinn?

(Megan)

Ambos ojos abiertos eran como un par de témpanos de hielo, fríos, vacíos y con una gran masa de nada dentro de sus capas y capas de gélido entorno. Brillaban al compás de una canción antigua y sangrienta. Del dolor.

De la decepción de vivir.

Afuera el sol iluminaba todo a su paso, viciando el aire con voces y conversaciones vanas de personas que nunca han soportado emociones tan complejas como las que vislumbré en esos ojos que ahora no muestran nada.

Nunca han presenciado situaciones que esos ojos vieron.

Jamás vivirán el infierno que debe ser existir con la conciencia sucia.

- Tú no sabes una jodida cosa - murmuró él con voz cargada de rabia.

De ira apenas concentrada y contenida.

- Kellin lo siento... - los chasquidos de su lengua me detuvieron.

Más odio emanando de su cuerpo, que abrigaban el mío con un calor enfermizo.

- Basta. Dijiste lo que en realidad piensas y no debes pedir malditamente perdón por eso. No soy tampoco tu problema. debes preocuparte de serle fiel a Vic. O no vaya a ser que lo que dijo tu ex novio sea verdad y sólo me hayas contado mentiras hoy.

Golpe. En. Mi. Ego.

El tomó con una mano ruda la escoba y la pala, retomando su trabajo limpiando el gimnasio. Sé que el resentimiento hace a las personas decir cosas que no quieren. Lo sé porque a mí me ha hecho decir cosas de las que hasta ahora me arrepiento.

- ¿Kellin?

- ¡Y ahora qué! ¿Esperas que te escuche y luego me quede callado? Si es lo que esperas eso te hace una verdadera perra, Megan. Deja de cabrear mi vida.

Lo miré boquiabierta.

Esto era mucho más que resentimiento.

- ¿Me dijiste perra? - pregunté sin poder creérmelo.

- Sí, demonios. Lo eres.

- Pues por lo menos yo tengo la conciencia tranquila - exclamé parpadeando como una tonta. Él solo respiró fuerte y e ignoró -. Y ahí queda tu jodido trato ¿verdad?

- Cierra la boca - espetó.

Gruñí lanzando mi mochila para usara de almohada. ien, si el no quería escucharme no tengo por qué humillarme.

- Yo pensando en pedirte disculpas cuando no eres más que un niñito consentido que solo le gusta a él juzgar a las personas - murmuré sin que él llegara a escucharme.

El suelo se encontraba frío cuando sitúe mi cuerpo recostado contra él.

Unos minutos eterno cargados de silencio que no pude apartar mi mente de toda la escena que antes había vivido.

Una fuerte punzada sacudió mi pecho. No.

Esto no podía estar pasando ¿iba a llorar por una estupidez así? Deben ser los medicamentos que mi tía me pedía que tomara para no tener más pesadillas. Me volvían tan sensible que llego a llorar por palabras de el insignificante Kellin. Mi cuerpo se sacudió en un sollozo, pero retuve las lágrimas.

Dejé de escuchar la escoba rozar el suelo.

- ¿Megan? - su voz sonó extrañamente preocupada, luego de una hora sin hablar conmigo -. ¿Estás bien? - preguntó un momento después, cuando se dio cuenta de que mi cuerpo temblaba, lanzando sollozos a diestra y siniestra.

If you can't hang ; kellin quinn [iych #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora