08. "Extrañar."

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Una.

Una vez me enamoré de él. Y eso nunca va a volver a pasar.

Dos.


Son las veces que me rompió el corazón sólo con palabras.

Tres.


Son las veces en las que he llorado por él.

«Bueno, porque ahora son cuatro.»

¿Por qué me hace esto? ¿Tan sádico es que le gusta verme sufrir y quebrarme como una muñeca de porcelana en frente suyo? ¿Tanto me detesta para hacer esto, decirme esto?

E, inconscientemente, puedo ver la sonrisa de la pelirroja al saber lo que Harry me ha dicho. Incluso todavía quiero pensar que ella le ha hecho un guion y él lo ha estudiado para venir y escupírmelo en la cara. Pero la realidad es más dura que todas mis más absurdas fantasías, y estoy bastante segura de que Harry dijo lo que dijo porque lo siente, no porque Courtney se lo haya dicho.

Suelto un suspiro y ahueco mis manos en torno a mi boca y mi nariz. Creo que hace diez minutos he parado de llorar, aunque no lo sé. Si pienso en Harry, el tiempo se detiene, y si pienso en éste cruel Harry, el tiempo no existe.

Y lo peor de todo, es que estoy sola. No tengo una buena amiga en la que confiar, un hombro en el que llorar. Julie es mi amiga, pero dudo que ella sepa lo que se siente un corazón roto. Creo que nunca ha amado, ni ha sido amada.

Aunque... yo tampoco.

Voy al baño y lavo mi cara. Después, miro el reloj de mi celular. Son las seis de la tarde. Y entonces, decido algo que nunca antes se me había ocurrido, algo que antes (cuando Harry y yo estábamos juntos) no hubiera hecho. Pedir perdón.

Cambio rápidamente mis pantuflas de conejo por unas vans negras, mi short por un jean color celeste y me pongo una campera de hilo negra, tomo un bolso, echo adentro algunas cosas y salgo de mi habitación con el celular en la mano.

Cuando salgo de mi casa, una oleada de viento frío sopla mis cabellos y me obligo a apretar más la campera en torno a mi cuerpo. Respiro hondo y continuo mi camino.

Después de diez minutos de caminata me detengo frente a la puerta de la casa de la única persona que me conoce tan bien como yo misma lo hago. Y no, no es mi madre, porque mi madre vive conmigo. Vuelvo a respirar hondo, y suelto una bocanada de aire. Con dedos temblorosos, aprieto el pequeño timbre blanco.

Mientras espero que me abran, recuerdo repentinamente los espaguetis que mi mama me había ofrecido y que deben estar desechados en algún lugar.

La puerta se abre, irrumpiendo en mis pensamientos sobre mi mama, el espagueti y el cesto de basura. La mujer, que era casi como mi madre, deja ver una gran sonrisa apenas se da cuenta de que soy yo.

Una voz suave, aunque algo dura y sorprendida, suena a sus espaldas. –¿Lola?


Vaya, cuanto había extrañado su voz.

Su madre me hace señas de que pase, y entro a la casa con cautela, teniendo miedo de que ella me diga que me vaya y que no vuelva nunca más.

Pero eso no pasa.

La mujer se retira, dejándonos a solas en el gran salón familiar.

–H-Hola. –titubeo.

–¿Paso algo?


–Sí. Bueno... –me callo. –Ya debes saberlo.


She's Broken. | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora