32. "No te merezco."

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Mi cuerpo se desliza hacia atrás, provocando el sonido de la silla chirriar contra el piso de madera de la cabaña. Apoyo mis manos en mis muslos y me levanto, mirando a Blair con un atisbo de odio y decepción. Sabía que, en lo que a mí respecta, es una completa perra, pero de todos modos no puedo evitar sentirme algo decepcionada de ella.

«Qué va, siempre fue la misma zorra.»

En el momento en el que mi mano se cierra sobre el picaporte, escucho una dulce voz tratando de calmar mis nervios. –Lola, cariño. –llama Pauline.

Me giro a verla. –¿Qué? –espeto.

Esto está mal, yo no tendría que haberla tratado así. Ella no tiene la culpa de lo que su hija dijo.

–¿No crees que sería mejor dejarlo solo? Por lo menos por unos minutos.

–N-No lo sé, yo... quiero hablar con él

–Y estoy segura de que él quiere hablar contigo también, pero lo mejor es que lo dejes respirar un poco y aclarar sus pensamientos. Si vas ahora mismo, temo decirte que te herirá con sus palabras.

Trago saliva con fuerza y asiento. Pongo la silla en su lugar y miro a Pauline a los ojos. –Está bien. Esperaré en mi habitación. Y-Yo no puedo pasar más tiempo aquí.

La cabeza de mi madrastra se mueve en asentimiento y me apresuro a encerrarme en la que sería mi habitación. Me quito las zapatillas, me tiro en la cama y me revuelvo impaciente, sin encontrar una posición correcta. Subo los pies descalzos a la cama y comienzo a patear como una niñita. Quiero gritar, quiero llorar, quiero pegarle a Blair, a Harry, a todos. Siento que súbitamente mis ojos se aguan; yo ya no puedo más con esto. Mis pensamientos bullen en mi cabeza y me atormentan sin piedad, diciéndome que soy una gran zorra. Y lo peor de todo, ¡es que es verdad! Estoy jugando con los sentimientos de Trevor cruel y descaradamente, cuando él no se lo merece, cuando él fue uno de los que me ayudó en mi peor momento, el que estuvo ahí para mí. El problema es que si le digo la verdad, lo lastimaré, y si no lo hago, también.

«Solo hazlo. No lo amas. Déjalo ir, será lo mejor para todos.» y ahí estaba mi conciencia, como siempre, queriendo hacerme hacer lo correcto.

Me levanto de la cama de golpe y seco las pocas lágrimas que mis ojos cristalinos han derramado. Voy hasta la sala principal y salgo a paso rápido de la cabaña, ignorando los inútiles llamados de Pauline y cerrando la puerta a mis espaldas. Camino por el muelle, viéndolo sentado en el otro extremo, con los pies colgando hacia abajo. Respiro hondo y continúo con mi largo camino por el muelle. Mis piernas tiemblan y mis manos también, me siento nerviosa en extremo. Cuando llego a su lado siento que las piernas me fallan, y por un nano segundo, me siento mareada. Nunca había hecho esto, y el hecho de que sea con él lo hace peor.

Me siento al lado suyo, dejando mis pies caer al vacío y sintiendo como se mojan con el contacto del agua fría de mar.

–Blair no sabe lo que dice. –«¡No es eso lo que tienes que decir! ¡Retráctate! ¡Retráctate!» –P-Pero es verdad...

–¿Con quién estuviste anoche, Lola?

El tono que usa es tan frío y cortante que me estremezco. Nunca lo había escuchado hablar así.

Trago saliva. –¿E-Eso importa?

Aún sin mirarme, dice: –Si, joder, sí me importa. Saliste corriendo a quién sabe dónde con una urgencia impresionante. Si no era Jay, ¿por quién estabas tan preocupada?

She's Broken. | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora