19. "Celos."

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HARRY

Impotencia, sí, muchísima. ¿Por qué me hace esto? ¿Qué necesidad tiene de andar besuqueándose con el imbécil rubio teñido de Trevor Robbins? ¿Por qué tiene que ser tan cariñoso con ella? ¿Por qué la hace reír? ¿Por qué la hace quererlo? ¿Por qué él tiene que ser el hombre perfecto para ella?

–¡Mierda, mierda, mierda! –grito golpeando el volante con violencia.

Un gruñido sale de lo más profundo de mi garganta mientras acelero la marcha. ¿Por qué me pongo tan mal? Lola me ha superado, ha seguido adelante y yo estoy aquí, maldiciendo, golpeando el volante, sintiendo la ira y la impotencia correr por mis venas y sintiéndome traicionado por la única mujer que me quiso de verdad.

Esto apesta, sí, estoy celoso, estoy jodidamente celoso y eso apesta. Y lo que es peor, la furia que siento en mi interior va a estallar en cualquier momento y no me importa contra quién o qué.

"Pasar a saludar", joder, ¿a quién engaño? Yo tenía ganas enfermizas de verla, no de saludarla. Definitivamente ha sido una terrible idea, nadie me quería ahí, incluso Zayn y Niall me habían dicho que era una mala idea, que solo serviría para avivar el fuego y hacerla enojar. Pero no, Harry Cabezota Styles quería ir, necesitaba ir a verla.

Estaciono el auto por un rato. Si continúo conduciendo de esta forma me mataré. Apago el motor y me recuesto en el asiento, dispuesto a calmarme antes de seguir. Necesito algo, cualquier cosa que me calme por completo. Necesito dejar de pensar en ella y en mis jodidos celos.

Una idea se cruza por mi cabeza y vuelvo a encender el motor, saliendo con gran velocidad a la casa de Courtney. Está a apenas diez minutos de allí, así que llego rápidamente. Cuando toco el timbre, y después de esperar unos minutos, ella sale vestida sólo con una bata, algo agitada. Sus piernas están mojadas, al igual que su chorreante cabello rojizo.

–Perdón por tardar, justo salía de bañarme.

Me cede el paso a su casa, cerrando la puerta a mis espaldas.

–¿Estás sola? –pregunto.

–Sí, mamá y su novio han salido.

Apenas escucho su afirmación, me doy vuelta y tomo su cintura con mis manos, casi con violencia. Estampo mis labios contra los suyos y la empujo hasta que su espalda choca contra la puerta. Me responde el beso con fiereza y rudeza, casi tan salvaje como yo he sido con ella. Sus manos tiran de los botones de mi camisa, logrando abrirla con facilidad casi rompiéndola. Mis manos desatan el nudo de su bata, y luego la deslizo por sus hombros, dejándola caer a sus pies. Courtney suelta un jadeo cuando entierro mis pulgares en sus caderas casi con brutalidad y comienzo a besar su cuello.

Con Courtney siempre fui distinto que con Lola. Con Lola era suave, dulce y pausado, con Courtney era sin sentimiento, pero nunca fui brutal. Pero hoy sí lo soy, porque, joder, estoy enojado. Y a ella no parece importarle que la folle contra la puerta de su propia casa.

El sexo nunca es la mejor salida a los problemas, pero lo es para mí.

-...-

Estaciono en la puerta de mi casa y bajo del auto con las manos apretadas en un cerrado puño, dispuesto a golpear a alguien, que, claramente, no está dentro de mi casa. Sino que él está dentro de la casa de mi ex novia. Me obligo a relajar el semblante y con ello, los puños. Si mi mamá o Gemma me ven tan enojado comenzarán a hacer preguntas y definitivamente no estoy de humor.

Y sí, sigo enojado, sigo con la maldita impotencia dentro de mí. Un polvo con Courtney no fue suficiente. Y ni siquiera creo que todas las chicas a las que me pueda tirar esta misma noche lograrán cambiar mi furia. Porque es simple, estoy furioso. Estoy enojado con él, estoy enojado con ella, estoy enojado conmigo.

Apenas entro, mamá está sentada en el sofá leyendo un libro, iluminada por la tenue luz de una vieja lámpara que perteneció a mi abuela.

–¿Cenaste?

–No.

–Hay algo de pollo y ensalada en la cocina.

Niego con la cabeza. –No tengo hambre.

Me desprendo con agilidad de mi chaqueta de cuero y la dejo colgada en el perchero. Desvío la vista y subo las escaleras. Cuando voy a la mitad, mi madre dice con voz fuerte, aunque sin gritar:

–No te creas que te dejaré ir así como así y sin comer.

Ruedo los ojos y le digo, apoyado en la barandilla de la escalera:  –Tengo que estudiar.

–¿Dónde estuviste? –dice haciendo caso omiso a mis palabras.

–Estuve con Lola.

–Harry, ya sé que rompiste con ella. –dice con voz cansina. «Carajo.» –Ayer Gemma te escuchó hablar por teléfono con una tal Courtney, aquí en el salón. Anoche llegaste borracho.

–¿Y eso qué tiene que ver?

–Que si hubieras estado con Lola, eso no hubiera pasado, puedo asegurártelo.

Aprieto los labios y frunzo el ceño. «Tiene razón.»

–¿Dónde estuviste? –repite ordenándome una respuesta.

–Estuve con Courtney, ¿vale? Fuimos al cine. –miento.

–¿Por qué quieres hacerme creer que sigues con Lola?

Frunzo el ceño. –No lo sé. Supongo que fue mi única novia que te agradaba.

Vuelve su vista al libro. –No te vayas sin cenar.

Después de comer (obligatoriamente) algo de pollo y lograr pasar dos hojas de lechuga por mi garganta, me levanto, dispuesto a preparar una jarra de café. Pacientemente, coloco el café en el filtro y espero a que la jarra transparente se llene del humeante líquido oscuro, que será mi único acompañante durante toda la noche.

Tomo la jarra y una taza y huyo a mi habitación. Me despido de mi mamá y ella me deja ir, sin hacerme alguna otra pregunta. Entrar a mi habitación es lo más difícil que pude hacer en toda mi jodida vida, ya que sé perfectamente que las siguientes siete u ocho horas me las pasaré estudiando para el maldito examen de la Revolución Rusa. Sin embargo, sigo sin entender qué problema tiene el profesor que además del examen teórico nos hace hacer un trabajo que tenemos que entregar en menos de tres días.

Completamente rendido a mi destino, me siento en el suelo junto con mis libros y apuntes de historia y la jarra de café a mi lado, dispuesto a pasar toda la noche estudiando.

Cuando abro el libro, una gran escritura plasmada en la tapa en color negro me detiene. Sonrío por inercia al ver su apurada y gran letra imprenta diciéndome:

"Tú siempre vas a significar algo para mí

Lol"

-...-

He logrado distender todos mis pensamientos ya que el difícil examen se acerca peligrosamente, tanto que ya faltan dos horas y yo todavía no me sé la última parte del contenido. Han sido las peores siete horas de toda mi puta vida, leyendo cosas que ni siquiera lograron entrar en mi pequeño cerebro. Después de pasar toda la noche abrazado (literalmente) a la jarra de café y a los apuntes de historia, sigo sin hacer que esto entre completamente en mi cabeza.

Guardo los apuntes, preparo mi mochila y me encierro en el baño, para tomar una ducha que me aclare los pensamientos, deseoso de que cuando salga de la ducha todas las ideas queden plasmadas en mi cerebro. Me visto con una remera cuello en v blanca, unos pantalones apretados negros y mis botas color café de gamuza. Me sorprendo a mi mismo viendo que afuera está nevando, algo común en el mes de febrero, así que cambio mi atuendo por algo más abrigado y agrego un suéter color gris abrigado que Lola me había regalado para nuestro octavo mes de novios.

Sí, curiosamente todos mis pensamientos se redirigen a Lola Simons últimamente.

Sin desayunar, salgo de la casa y me subo al coche, ya que estoy llegando tarde. Durante el recorrido, comienzo a pensar en alguien que pueda ayudarme a estudiar un poco más para el examen, ya que es en el tercer período y tengo algo de tiempo antes.

Y, como ella siempre está presente en mis pensamientos, recuerdo que es realmente buena en Historia.

She's Broken. | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora