38. "Ahora y siempre."

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*Lo que está en cursiva es un flashback o recuerdo de Lola.

Me remuevo en el lugar, enterrando la cara en la almohada. La cabeza me duele como si tuviera dos luchadores de sumo combatiendo a muerte dentro de ella. El aroma que desprenden las sábanas, las almohadas, la cama en sí, me parece familiar, pero no como si fuera mi propia cama, aunque siento que he dormido aquí más de una vez. Abro los ojos alarmada y me levanto de golpe, sentándome en la cama. Tal acción hace que mi cabeza prácticamente se desmorone, por lo que tengo que volver a acostarme y esperar pacientemente a que el dolor palpitante en ella se desvanezca. Aunque parece que nunca lo hará.

Miro a mi alrededor. Estoy en la habitación de Harry.

«Mierda.»


Levanto las sábanas, inspeccionando mi cuerpo. Llevo una camiseta de él y mi ropa interior intactas. Incluso puedo sentir los arcos del corpiño clavándose en mi pecho. Vuelvo a taparme y recuesto la cabeza en la almohada, masajeando mi sien.

«No tuve sexo con Harry. No tuve sexo con Harry.»

Giro mi cabeza, encontrándome con el despertador en la mesita de noche, que me anuncia que son las doce del mediodía. Suspiro, una puntada de dolor en mi cabeza y los recuerdos comienzan a florecer. No son verdaderamente claros, pero después de un interminable rato pensando y tratando de hurgar en mi mente en busca de una respuesta, sé a duras penas lo que sucedió anoche.

Cuando logro poder levantarme sin que muera del dolor en el intento, voy hasta el armario de Harry y lo abro, buscando algo para ponerme. Sus jeans me quedan gigantes, al igual que cualquiera de sus pantalones, así que tomo uno de sus bóxers más grandes para que me queden como un short (aunque sé que unos bóxers no se parecen ni de cerca a un short). De todos modos, no está en mis planes aparecer en la cocina de Harry vestida sólo con su camiseta, así que cualquier cosa servirá.

Me quito la remera que llevo, quedándome en ropa interior y entro al baño de la habitación de Harry, dispuesta a darme una ducha de agua fría que me despeje un poco. Cuando la puerta se abre, me permite ver con claridad (a través del vapor) a Harry de espaldas. Sin nada puesto. Me toma unos segundos recorrer mi vista por todo su cuerpo, que ya hacía tiempo que no veía completamente desnudo. Pequeñas gotitas se ubican a lo largo de su espalda. Y, mierda, su trasero, su firme y perfecto trasero por el cual muchas mujeres (y hombres) lo envidian. Me incluyo, claro.

«Deja de pensar en Harry desnudo. Aparta la vista, apártala. Ahora.»

Suelto un jadeo de estupefacción, girando la cabeza y tapándome los ojos con la mano en la que sostengo la ropa. –Mierda, Harry. –chillo.

Mis nudillos aprietan con fuerza el picaporte, tanto que soy consciente de que deben estar blancos.

Escucho que se gira. –¿Yo? ¡Tú has sido la pervertida que ha entrado para verme desnudo!

–¡No sabía que estabas aquí! ¡Podrías haberme avisado!

–¡Dormías como un jodido tronco! ¡Babeabas y todo!

Suspiro, sin decir nada ni saber qué hacer. Lo más normal y sensato sería que cerrara la puerta, tomara mi ropa y me fuera de ahí lo antes posible. Pero me quedé completamente estática, avergonzada por la situación.

Y entonces, se ríe. Y yo me río. Nos reímos juntos, como si nos hubieran contado el más gracioso de los chistes. Y, cuando pienso que el momento no podría ser más absurdo, él me dice:

–¿Puedo contarte algo?

–Está bien. –murmuro.

–La tengo parada.

She's Broken. | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora