Capítulo N°42

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Ya era lunes, volver a la rutina y al trabajo. Donghae se había levantado muy temprano para así poder desayunar conmigo y dejándome en la cama, besó mis labios tomando su maletín y marcharse. El fin de semana había sido maravilloso, habíamos almorzado con Elizabeth y su familia para luego pasar el domingo con Kate y Eunhyuk en la habitación de estudio de Donghae viendo películas. En las noches con Donghae hacíamos el amor hasta quedar exhaustos y en las mañanas despertaba rodeada por sus fuertes brazos y sus labios acariciar los míos.

Kate y Eunhyuk se encontraban con vacaciones y por lo mismo se habían ofrecido a ayudarme en el café, ya que sin Heechul las cosas serían más difíciles. Estirándome en la cama decidí levantarme para entrar a la ducha y vestirme. Hice la cama y luego de lavar la loza, me dispuse a salir de mi departamento para golpear la puerta de los chicos, pero al ver que nadie respondía, supuse que se habían quedado dormidos. Suspirando negué con mi cabeza para tomar el elevador e irme al trabajo.

Mientras miraba las calles luego de haber tomado un taxi, pensaba en lo genial que deberían de estar pasándola Heechul y Aba, no podía creer lo mucho que los extrañaba, especialmente a Heechul, tanto así, que al momento de abrir el café y comenzar a atender, me sentía sofocada con tanta gente y más al verlos comenzar a molestarse por mi demora.

Puedo jurar que varias veces maldecí interiormente a Kate y Eunhyuk por no estar aquí conmigo, pero luego pensaba en cuando mi abuela murió y me tocó hacerme cargo del café, al principio me costó pero pude acostumbrarme a la rutina de hacerlo por mí misma, sola.

Mi celular sonó varias veces pero no podía darme el lujo de perder tiempo contestándolo, por lo que después revisaría los mensajes. Miré la vitrina que tenía bajo el mesón y suspirando frustrada, hice una lista mentalmente recordando que debía ir a comprar los ingredientes al supermercado para hacer más pasteles. Sentí la puerta abrirse y al momento de girarme luego de haber tomado un pedido, me quedé sorprendida de ver a Sally.

-Bienvenida –Saludé tratando de fingir una sonrisa, me miró despectivamente para luego observar el lugar y caminar hacia una mesa que se encontraba al lado del ventanal.

Rodando mis ojos y tomando la carta bajo mi brazo, caminé hacia ella para dársela y tomando mi pequeña libreta, anotar su pedido.

-Es raro verte sola ¿acaso tus amigos te abandonaron? –Preguntó observando la carta con una ceja encarnada.

-Sabes que no eres bienvenida aquí, pero ya que eres una clienta, debo de atenderte –Sonreí sínicamente- ¿Qué desea ordenar?

-Mmm... quiero un muffins de chocolate junto con un americano –Cerró la carta tendiéndomela y asintiendo anoté en mi libreta- ¿A qué hora sales?

-¿Perdón? –Pregunté encarnando una ceja.

-Supongo que sales a almorzar ¿no? –Tiró su melena hacia atrás mirándome fijamente.

-No entiendo ¿me estás invitando a almorzar? –Pregunté incrédula y asintió haciéndome soltar una carcajada- Traeré tu orden.

-Te esperaré.

Negando con mi cabeza caminé detrás del mesón para tomar su orden y de la mesa anterior, me dispuse a llevársela y por fin sentía que podía darme un respiro, toda la gente tenía sus pedidos y sólo quedaba que algunos pagaran y otros simplemente se fueran.

Las horas siguieron pasando y Sally no se marchaba, sino que por el contrario, continuaba haciéndome pedidos y no lograba entender que era lo que quería de mí. El café se cerró y las últimas personas salieron, pero Sally seguía sentada observándome divertida desde su puesto. Ignorándola saqué mi libreta y comencé a anotar las cosas que debía comprar, para luego quitarme el delantal y tomar mi bolso.

"simplemente tú"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora