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Cuándo hablamos en el amor, ¿a qué nos referimos realmente? ¿A una pareja? ¿Al amor incondicional de una madre? Para Camila aquel el contexto de aquella palabra nunca había quedado claro. Pretendía saber que lo sabía todo a su temprana edad para no hacer más el ridículo, ya le había pasado en varias ocasiones. Siempre pensó que su primera relación iba a ser la peor de todas, en su diario siempre escribía su futuro de cómo iba a terminar sola y con mascotas viviendo en algún piso de Los Ángeles o Miami, aquel destino no estaba del todo determinado. No era aquella típica chica nerd pero le gustaba leer y saber a lo que se refería y buscarle sentido a la vida, temió que su historia sea como Romeo Y Julieta o diversas historias de amor que había vivido, pensó también que los únicos hombres en su vida iban a ser sus personajes favoritos de los libros de quienes se había enamorado perdidamente.

Aquellos eran simplemente perfectos. Cabello perfecto, caballero, su lenguaje, su cuerpo, todo, así se lo imaginaba. Llegó un momento en su vida en que solo de libros vivía.

Siempre había dicho que su vida daba giros inesperados.

Todo cambió cuando conoció a Lauren.

Lauren estaba de espaldas y simplemente asintió. Caminó y se sentó nuevamente en el columpio ¿eso era todo? ¿Por qué aún no obtenía respuestas? Ni ella misma se entendía, estaba tan confundida y ni siquiera sabía exactamente como se sentía. Pasó unos minutos más en aquel lugar, no quería parecer egocéntrica pero sabía que tenía unas horas más antes de que la cena empezara, sus padres deben estar muy entretenidos hablando y poniéndose al día con los Cebello, su idea de no buscar más respuestas se había ido por la borda, ¿por qué no recibió las cartas? Aquello no cuadraba. Había muchos puntos que no concordaban, no tenían razón. Sentía rabia por no saber lo que pasaba. Cómo ansiaba estar en su departamento y golpear el saco de boxeo.

—No resultó bien...—Escuchó la voz de su mejor amigo y se encogió de hombros.

Nathan al mirarla tan perdida no dudó en acercarse, había encontrado a Camila muy alejada de la situación dentro de la casa, no había tenido la oportunidad de hablar con ella, pensaba que era muy atrevido hacer aquello. Logró descifrar a la castaña y sabía que no se encontraba bien.

—Últimamente nada está resultando bien en mi vida.

Nathan tomó el puesto que anteriormente había ocupado Camila alado de la ojiverde y la miró.

—Siempre hay que verle el lado positivo a las cosas. —Lauren sonrió tristemente.

—Nat, ¿siempre eres así de pacifista? —Le preguntó a su amigo mientras limpiaba su rostro un poco.

—Siempre, querida. —Dijo con su típico tono de voz.

—A veces siento que quiero irme nuevamente de aquí, ¿tonto, verdad?

—Verdes, pude ver lo emocionada que estabas por volver, no dejes que una sola cosa te retenga y ponga tu mundo de cabeza.—Sería una mentira si el no admitiera que aquello también le estaba afectado.

—Mi vida apesta, ¿cómo es que eres mi amigo?

Nathan la miró y entrelazó su mano con la de la ojiverde. 

—Es como si te conociera desde siempre. Siempre voy a estar a tu lado, verdes.    

Camila caminó por el gran pasillo que llevaba a las habitaciones, estaba adornado por varias fotos, no lo recordaba así la última vez que visitó aquel lugar. Amaba aquella casa, siempre pasaba buenos momentos en aquel lugar.

¿Algún día te tuve? - CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora