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Muchas veces le habían hecho daño al tal punto de romper su corazón, Camila era muy sensible y también tolerante pero no podía dejar pasar la mentira, había aprendido de una persona muy especial que las mentiras no llevan a ningún lado, aquello se lo había enseñado Lauren. Había aprendido muchas cosas de ella, le encantaba como la mente de la ojiverde podía almacenar tanta información, a pesar de perderse muchos veces en rehabilitación Camila siempre le hablaba de sus clases o les llevaba libros de la librería de la escuela para que Lauren no se atrasara. Quería volver a ser una niña en donde todo era más fácil, ahora tiene que estar escondida en rincones sin que la reconozcan. Aquello siempre era una posibilidad, no le importaba ver a sus fans o tomar alguna foto, siempre había alguna persona que se mete en la vida privada y eso precisamente era lo que quería rescatar.

Bajó como pudo del taxi después de pagar y sintió como las gotas caían con más intensidad. ¡Maldita sea! Estaba lloviendo, ¿acaso podía venir algo peor? La tormenta reflejaba totalmente lo que estaba pasando en su interior. Cubrió las cajas con su abrigo y entró rápidamente, el guardia del estudio se asustó por completo al ver el estado de aquella chica quien solo entró corriendo, no la siguió, la conocía perfectamente pero ¿Qué hacía en ese lugar? Simplemente se aseguró de que estuviera bien, estaba totalmente empapada y con sus ojos rojos y el maquillaje arruinado.

Sonrió tiernamente después de que termino la última estrofa, Lauren negó mientras se colocaba a su lado y tomaba la guitarra en sus manos. Aquella chica tenía algo especial, entorno a la música era inexplicable. No podía descifrarla y era muy bueno en aquello, le encantaban los retos difíciles. 

—Veo que tienes unos buenos movimientos de las manos.

—Si bueno, llevo practicando mucho estos días.

—No perderías nada si lo haces también cantando ¿sabes? —Dejó de mirar la guitarra y volvió la mirada hacía Bright quien sonrió y desvió la mirada hacía la ventana.

Lauren suspiró mientras quitaba algunos mechones que caían por su rostro, sonrió al ver que la chica se había sonrojado y se acercó a ella mientras acariciaba levemente su mejilla. ¿Por qué su corazón se encontraba latiendo de esa manera? ¿Por qué sentía que su cuerpo estaba en llamas? Aquella sensación estaba invadiendo rápidamente todo su ser. 

Corrió después de que el elevador abriera sus puertas. Pudo sentir que sus piernas no daban más, quería llegar a su destino, abrió la puerta rápidamente y sintió como su voz se cortó.

Sintió como su corazón se rompía por tercera vez esa noche.

Sintió que iba a desmayarse.

Sintió como las lágrimas amenazaban con salir.

—Lauren...—Solo pudo susurrar.

Las sensaciones de dolor no podemos compartirla, siempre sentimos que tendremos condena alguna por alguna razón, muchas veces hay algunas cosas que no podemos superar. Aquellas que solo se quedan guardadas y en varias ocasiones dejamos de pensar en ellas y cuando las recordamos solo sirven para acecharte y hacer que tu pesadilla vuelva.

Salió corriendo de aquella oficina. Aquel día no podía ser más estúpido del que ya lo estaba siendo. El karma. El maldito karma. Aquella ley estaba aplicando su vida. Se refiere principalmente a nuestras acciones físicas, verbales y mentales. Todo había hecho mal. Las acciones que efectuamos dejan huellas o impresiones en nuestra mente muy sutil que, con el tiempo, producen sus correspondientes resultados y aquello se estaba dando esa noche, todo estaba cayendo en su contra.

Lauren se separó rápidamente de Bright y miró a Camila quien de repente salió corriendo, su corazón dejó de latir y es que no pudo reconocerla pero su voz, su maldita voz sí que pudo. Aquella hermosa voz podía reconocerla hasta perdiendo la memoria.

¿Algún día te tuve? - CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora