Entrecierro los ojos.
Nadie me vence.
¿Es esto un reto?
Bajo por el elevador y tomo un autobus, uno al azar. Me fijo en el numero y al contar varias paradas bajo.
Al segundo telefono publico que encuentro marco directamente hacia Jamie. Me contesta adormilado. Seguro que por el camnio de horario lo desperte.
-Jamie… es urgente. Quiero a toda la dulceria aquí. Tomen el primer vuelo, va por mi cuenta.
-Hecho.
Cuelgo. Solo tengo que esperar algunas horas y estaran aquí.
Para ir afectando su psicología, tomo el mismo autobús de regreso y de ahí me dirijo a una dulcería, y compro varios kilos de chocolate y malvaviscos. Es una suerte que haya tiendas que abran las 25 horas.
Después, en una tienda de electronicos compro tres celulares desechables y en una farmacia varios pares de guantes de látex. Un poco de acetona, alcohol y vendas, para disimular.
Podría decirle a quien me preguntara, que es para el pie que me herí apenas ayer.
Salgo de la farmacia. El aire azota con fuerza y es frío.
Camino apresurada por calles vacías y oscuras, que se ven peligrosas. Tengo el gas de Matsuda, y no dudaré en usarlo si alguien me ataca.
Aun con la amenaza de Kira existe gente mala que ronda por las calles.
Estaría del lado de Kira si no intentara matar a L. De hecho... Si lograra su objetivo no habría ningún crimen, aunque sea por obligación. Es verdad que nadie merece morir... Pero... Como en la antigüedad, vida por vida.
Asi mi padre no hubiera muerto tratando de detener criminales, como el policía que era. Y mi madre tampoco, por mi vecina que la asesinó.
De ir pensando en tantas cosas, no me fijé que había un borde levantado de una banqueta y tropecé, me caí de rodillas y me hice raspones, también en las manos.
Escucho risas detrás de mi y me levantó rápidamente. Después oigo pasos.
Corro rápido al edificio, y los pasos aceleran junto conmigo. Mi pulso se incrementa mientras escucho como ahora mientras corre, alguien se ríe de mi y se acerca más.
Doblo una ultima esquina y entro al edificio de L rápidamente. Me dejo caer a metros de las puertas. Apenas me doy cuenta de que estoy temblando, y he manchado el saco de Matsuda de sangre.
También mi cabello, y un poco mi cara. Además, la sangre de los raspones en las rodillas ha escurrido a mis pantorrillas.
-Que desastre- murmuro
Después de recuperarme un poco, paso la seguridad y subo en el elevador hasta el piso donde estaba todo el equipo. Sigo temblando, creo que son los nervios.
Matsuda esta en un estado de duermevela, pero al acercarme, escucha mis pasos y se levanta rápido.
-Hey, solo soy yo- murmuro
-¿Que te pasó? ¿Alguien te golpeó?- pregunta preocupado y se levanta del sofá donde estaba, se acerca.
-Solo me caí. Pero estoy bien. ¿Te parece si mañana te doy tu saco? Necesito lavarlo y plancharlo y esas cosas- confieso
-No te preocupes por eso, si quieres te lo regalo...-dice, y se sonroja un poco
-No hace falta.- comento y le doy un abrazo que no esperaba. Primero se queda tenso, y después también me da un abrazo. Descargo un poco la tensión que venía acumulando en el día.-Lo que has hecho es bueno, te lo entrego mañana.
-Bueno, si quieres te puedo ayudar a limpiar tus cortadas...
-No. No necesita ayuda.- interrumpe una voz fría
Me separo de Matsuda y agacho la cabeza.
-De verdad, así está bien- susurro
Z comienza a reír mucho.
-¡Mirate, estas horrenda!- suelta. Pero no tengo ganas de contestar. No vale la pena.
Sin mirar siquiera a L o Light o Z que han llegado hace unos segundos, entro al elevador. Presiono mi piso y cuando está a punto de cerrarse, L y Light entran conmigo.
-¿Que te pasó Azuki?- pregunta preocupado Light.
-Callate- murmura L, con el mismo tono que uso con Matsuda.
Se abre en mi piso y sin decir palabra entro al departamento. Cerrándole la puerta en la cara a L que venia unos pasos detrás de mi.
Con una silla trabo la puerta antes de que la abra con las llaves que tiene, y por esto, no logra entrar. Llama varias veces. Pero lo ignoro. No tengo ganas de hablar ahora.
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Mi salvadora -L
FanfictionYo he buscado por años a mi amigo L que esta a cargo del caso Kira. Hace tiempo mi madre adoptiva y yo nos mudamos a Japón. Fue cuando obtuve la primer pista del paradero de L.