Capítulo VI

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Sonó mi despertador, era hora de ir a clases.
Por fin podría pedirle una explicación a Esteban, le preguntaría que había pasado el día anterior, sólo esperaba que no fuera nada grave. Después de recibir esa llamada había cambiado de actitud; claro, también después del beso, pero algo causó que él se tornara un poco más serio.
Algo malo estaba pasando, él no se comportaba así, averiguaria qué es lo que sucedía.

Me metí a la bañera y me arregle como todos los días para ir al colegio. Baje a desayunar con mamá y papá, después me dirigí a la parada de autobús, que estaba en la esquina, como lo hacía cada mañana.

Cuando subí al autobús me encontré con Esteban, él estaba sentado en el asiento de siempre viendo hacia la calle. Yo me senté a su lado, y sin más rodeos le dije antes de que él dijera algo:
--Esteban, te sucede algo, ayer durante el regreso a casa estabas muy serio. Sabes que si te sucede algo puedes contármelo. Me preocupas.-- esperaba no sonar patética.
-- Jade, tengo que hablar contigo de algo importante, pero no puede ser aquí, necesito que sólo tú lo sepas, en el almuerzo te lo digo.
-- Esta bien, pero me lo dices.
-- Te lo prometo.-- él tenía un tono de voz inusual, era como si lo obligarán a pronunciar esas palabras, además en ningún momento me miro a los ojos, su mirada se concentró al suelo del autobús.

Todo el camino hacia la escuela estubo en silencio entre nosotros, ninguno de los dos dijimos nada, yo respetaría la decisión de Esteban, tendría que esperar hasta el almuerzo para saber que es lo que le sucedida.

Durante todas mis clases no me lograba concentrar, algo en mi me decía que pasaría algo malo, una especie de presentimiento, y no me gustaba nada que con el echo de pensar en Esteban algo me advirtiera que él estaba involucrado en todo esto que sentía.
Varios profesores me llamaron la atención porque no les respondía cuando me preguntaban algo. Unas voces se oyeron desde el fondo del salón de física, era Samanta diciendo que era seguro que yo estaba así porque mi novio Esteban había roto conmigo por fea.
Yo sólo la ignore, estaba acostumbrada a que Samanta hablara de ese modo, nunca había escuchado salir de su boca algún cumplido hacía mi, siempre eran ofensas.
En realidad no sabía porque lo hacia, para toda la clase yo era un cero a la izquierda, me conocían porque los profesores me preguntaban las cosas y yo casi siempre las respondía correctamente. Me apodaban la cerebrito, también un sobrenombre echo por Samanta, ella se encargaba de que la gente se riera de mi por un rato, después se olvidaban de quien era. Y yo, por más que deseaba que Samanta hiciera lo mismo, nunca era así, siempre estaba presente, nisiquiera sabia porque lo hacia, desde que estábamos juntas en la primaria me molestaba. Ya me había acostumbrado a sus burlas pero todavía me molestaban un poco.

Al salir de la última clase antes del almuerzo me presipite hacia mi casillero, dejando mis libros ahí  y yendo rápidamente hacia el comedor.

Moría de hambre, además ansiaba ver a Esteban, quería  me explicara lo que había pasado la tarde anterior y que todo fuera bien. Aunque me costará mucho quería que ese presentimiento no fuera más que una simple superstición, no quería que las cosas fueran mal, lo único que quería era que yo y Esteban pudiéramos estar juntos.

Me forme en la fila y compre un sándwich de pavo y un jugo de naranja, además compre dos yogures de zarzamora, uno para  Esteban y el otro para mi. Era nuestro yogurt favorito, otro gusto que compartíamos. Sería un buen gesto de mi parte.

Busqué nuestra mesa y me dirigí hacia ahí, él ya estaba ahí, sentado con las manos juntas, recargando los codos en la mesa y sus puños en su frente. Parecía preocupado, eso sólo causó que me pusiera más nerviosa.

Aunque no lo pudiera evitar, al verlo de nuevo el recuerdo del beso regreso a mi mente, ese rose entre sus labios y los míos me había encantado, recordarlo solo me provocaba un deseo por volver a probar sus labios, tomarlo del cuello y atraerlo hacia mí.

Fue ahí donde recordé aquel día en el que aquel chico entro por la puerta del salón de quinto grado.
El chico de los ojos saltones; el chico que me sacaría tantas sonrisas, el chico que me haría quererlo como nunca antes lo hice.

Fue entonces donde pensé en lo remoto que es el amor, en ocasiones llega con la persona que menos te imaginas, incluso con la que algún día dijiste que ni al caso, y mírate ahora, soñando con él por las noches, anehelando sus besos, añorando su mirada, es mirada que para muchos será completamente normal, pero que para ti significa demaciado, y también provoca cosas imaginables.

Aunque sólo fuera una novata en esto de enamorarse sabía que lo que había entre Esteban y yo no era algo simple, salía de los esquemas de normalidad. Llevábamos tanto juntos que sabíamos casi todo lo del otro, desde las cosas que ama hasta las que odia.

Y ahora que todo se estaba tornando extraño​ sentía que todo esto se me escapaba, cuando apenas había empezado.

Me senté a un costado de su mochila, haciéndola a un lado para acercarme más, él volteo a verme sin decir nada.
Yo le dije al ver que no pronunciaba ninguna palabra decidí hablar primero:
-- Hola chico rudo, por fin cuidarás de tu físico, lo digo por tu ensalada, jamás te había visto comer una.-- dije yo apuntando al pequeño plato que tenía al frente de él.
Al ver que no contestaba nada puse frente a él el yogurt de zarzamora​ y con una sonrisa le dije:
-- Te compre esto, sé que es tu favorito, además creo que acerté, combina a la  perfección con tu nueva dieta. ¡Espero que te guste!.-- yo le di un puñetazo en el hombro, no muy fuerte. Acostumbramos hacerlo frecuentemente, solo que esta vez no reaccionó como siempre.

-- Gracias Jade​.-- dijo él tomando el yogurt y haciéndo una mueca, una especie de sonrisa forzada.

-- Sabes que mis papás te mandaron a felicitar por llevarme a casa más temprano de lo acordado, dicen que eres un chico responsable. No sé los puedo cuestionar.-- dije yo moviendo las manos en signo de inocencia.
-- Diles que muchas gracias, también diles que ya no habrá porque molestarlos.-- dijo, de nuevo sin mirarme a los ojos.
-- ¿A que te refieres con eso?. -- tartamude un poco al decirlo.
-- Escucha Jade... Creo que deberíamos de separarnos por un tiempo, creo que hacer nuevos amigos nos hará bien.

Un escalofrío helado recorrió por enzima de mi columna vertebral, sentí como si me atravesará la piel.

No. Por favor​ no; no podía pasar esto.
Al final, mi presentimiento se convertía en realidad, y me aterraba saberlo. Saber que todo se estaba arruinando, cuando recién comenzaba...


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¿Y si te digo que me enamoré de ti?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora