En aquella mesa había dos platos, dos copas de vidrio y dos juegos de cubiertos bien acomodados, además de un jarrón cristalino con 3 girasoles.
Todo parecía sacado de una película, había puesto la mesa en el mejor lugar, se podía ver toda la cuidad desde ahí, con todas esas calles repletas de gente que camina, que se grita, que se ama; historias de amor y de tragedia, maltrato y tristeza, mil mundos, mil cabezas.
Además que en ocasiones llegaba una brisa ligera que te refrescaba la vida, el alma.
Y para mi suerte, estaba al otro extremo del lugar dónde baile la última vez que viene a este lugar, justo donde di mi primer beso a la persona más equivocada que pude habérselo dado.Charly me ayudó a sentarme en la silla con un gesto amable y sofística, además de esa sonrisa, que ya nisiquiera sabía cómo describirla, solo había una palabra para todo aquello:
"Perfección".
Después él se sentó junto a mi, y tras pasar unos minutos un agradable mesero se acerco a nosotros y sirvió un poco de vino en nuestras copas.
-- ¿Que tú no...?-- pregunté yo al recordar que Charly no tomaba alcohol.
-- No te preocupes, es sin alcohol, ni una sola gota.Eso me tranquilizó, pensé que verdaderamente era vino. Sabía lo peligroso que podía ser que Charly volviera a probar el alcohol.
Charly levantó su copa, y yo lo imite, y chocamos nuestras copas provocando un ligero sonido.
El vino estaba delicioso. Nunca pensé que en vino tinto se fabricara sin alcohol, era una maravilla.A los pocos minutos el mesero trajo nuestras comidas.
De entrada fue una sopa de avena, después vino un filete con ensalada y una pasta, y ya al final, una rebanada de pastel de chocolate, seguramente Charly sabía que ese era mi favorito, recuerdo que algún día se lo conté.
Todo estaba delicioso, como de costumbre. Charly tenía un gran paladar y sabía escojer siempre buena comida, por no decir exquisita.Cuando terminamos de comer todo el reloj marcaban las 4:30 de la tarde.
Charly me platicaba algunas cosas sobre Charlotte, me dijo que le encantan las tardes cómo está, con el sol alto pero una leve brisa; también que su color favorito era el rojo, y que siempre llevaba con ella un pequeño collar de esmeraldas que su padre le había regalado antes de morir. Algunas lágrimas se deslizaron por las mejillas de Charly, pero negándose a que yo lo mirará, se las secaba con sus pulgares.Su celular sonó, pero no era una llamada, era más bien una especie de recordatorio.
-- Jade...-- él suspiró.-- Ha llegado la hora. Justo a las cinco con siete murió ella, hace justo un año que se fue...-- la voz se le quebró a Charly, yo hice ademán para abrazarlo, pero él se paró de inmediato, impidiendo mi acción.
-- Tengo... Tengo que hacer algo. Te dejaré sola por un momento. Discúlpame. -- sus ojos estaban cristalizados.
-- Yo estaré aquí, no te preocupes... Sí necesitas algo, solo dímelo ¿Sí?.
-- Sí, yo te diré cuando te necesite... Ahora sólo... Sólo quiero estar un momento a solas.Charly dió la media vuelta y se marchó.
No supe bien a donde se dirigía, pero tampoco lo quise averiguar, él necesitaba estar solo y sin que yo lo mirará. Necesitaba estar con ella y despedirse.Pasaron 20 minutos, y Charly no regresaba, admito que estaba preocupada, no sabía en donde se había mentido y presentía que algo no iba bien, aunque también podían ser solo ser nervios por estar en este lugar.
Yo estaba sentada en uno de los sillones del mirador con la cara llena de lágrimas.
De algún modo yo también estaba dejando ir algo.
Recordé cada instante que había vivido con él, con Esteban. Desde la primera vez que lo ví, todas las tardes que compartimos, nuestros chocolates conmemorativos, nuestras cajas de colores gemelas, los brazaletes, las cartas, las risas, las sonrisas, las platicas en las noches, la música, absolutamente todo lo que tuviera que ver con él.
Esta era la despedida definitiva, porque estaba en este lugar, dónde comenzó todo lo malo, donde me hacía falta borrar.
Le dije adiós desde lo adentro de mi corazón. Era momento de ya no soñarlo, de nisiquiera tenerlo en mi mente, era momento de pasar página y seguir con mi vida. No podía torturarme toda la vida, no había sido la culpable, yo solo había intentado amarlo y él se negó, decidió que debía de alejarse de mí por sabe cuál razón.
Y no, no le tendría ningún rencor, porque ni siquiera eso se merecía.
Esteban solo se merecía que lo enterrara en lo más profundo de mi ser, olvidarlo para siempre.
Y si alguna vez me lo encontraba solo lo ignoraria, nisiquiera lo vería a esos ojos negros, no sería capaz de sostener la mirada hacia él. No podría.
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¿Y si te digo que me enamoré de ti?
Fiksi RemajaTal vez ese día no debimos habernos besado, tal vez nunca debimos de sentir esto, aunque fuese el beso más maravilloso nos trajo tantos problemas, pero, no puedes cambiar lo que ya pasó, aquél día demostramos lo que callamos durante bastante tiempo...