¿Y si te digo que me enamoré de ti?

Capítulo LIX

Al siguiente día, Charly me recogió para ir a la escuela, un poco más seductor que antes.

Solo nos saludamos con un abrazo pequeño, por si a caso mamá estuviera vigilándonos desde la ventaja, o algo por el estilo.

Charly arrancó el auto, y yo sentí que mi estómago se quedaba en casa esa mañana. No sabía que decir ni qué hacer, las ganas de besarlo me consumían, y no podía controlarlas.
Y estaba claro que Charly tampoco pudo contenerlas, porque en un semáforo, me tomó dulcemente de las mejillas y me beso lentamente, disfrutando cada segundo de ese beso. Fue una exquisitez...

Al ponerse en verde el semáforo, alguien hizo sonar su claxon desde atrás.
Charly se separó de mi, se tocó los labios con el dedo pulgar, sin dejarme de mirar, claro; y siguió el camino a la escuela.
Era irresistible cuando Charly hacía ese tipo de cosas, seduciendo y haciendo que me quebrantara y estuviera dispuesta a cualquier cosa por probar de nuevo esos labios de pecado, que ya no eran pecado, si no paraíso; un paraíso que se incendiaba casa minuto, y que sus llamas no cedían ni con 1000 camiones de agua.

--Buenos días mi muñequita linda.

Solo fueron necesarias esas  4 palabras para derretirme y hacerme poner cara de estúpida durante el resto del camino.

Al llegar a la escuela, y entrar al aula de clases las miradas se fijaron en nosotros. Unos chicos empezaron a chiflar y a gritar “beso”  “felicidades a la nueva pareja”, y cosas por el estilo, que solo hacían por molestar.

En el almuerzo mi comida fue un plato de verdura con bistec, un jugo de guayaba, unos ojos del color del cielo y de los océanos, y unos labios más apetitosos que el plato de comida que tenía enfrente después de una dura clase de educación física.
Charly me beso hasta el cansancio, sin importar que todas las personas nos mirarán, incluso su hermana.
Me susurraba varias veces en el oído que me quería, y que era muy privilegiado con tenerme a su lado. Sacaba su lado cursi provocando que está vez yo lo besara en repetidas ocasiones.

A el paso que íbamos, no tardaríamos mucho en tener los labios hinchados de tantos besos, mordidas y palabras.
La pasión que sentíamos se desbordaba, y no podíamos contenerla ni pararla, lo único que podíamos hacer era dejar que fluyera en su corriente natural, y dejar que las cosas salieran muy bien, o más qué bien incluso.

El fin de semana paso, y aunque no pudimos estar juntos, como queríamos, disfrutamos cada momento el uno del otro.
Charly tenía que ir a las sesiones con el psicólogo, además de a terapia en grupo, y una sesión donde declaraba que había estado limpió toda la semana de la drogas y el alcohol. Y sumandole que había vuelto al equipo de fútbol, y tenia entrenamientos de prueb
Solo nos veíamos unas cuantas horas en la escuela, si eso contaba, pues entre clase y clase apenas teníamos tiempo de platicar; pero eso nos bastaba.
Nos desvelabamos un rato platicando por teléfono, o bien haciendo video llamada después de qué yo llegara del trabajo, y él terminara de cenar, hasta la media noche, o incluso más tarde, dependiendo de quién se quedará dormido primero.
Casi siempre era Charly el que lo hacía.

El domingo nos encontramos en la iglesia, nuestros papás se saludaron con alegría, y los dos  aprovechábamos para plática un ratito más de tontadas, o de nosotros, ocultando pequeños roses casi accidentales de sus manos  con las mías, o de mis cabellos enredados en el botón de su camisa, mientras el me ayudaba a desatorarlo poniendo toda
su mano en la mía, haciendo que mis movimientos solo fueran los que él me indicara, tardando más de lo normal.

Los padres de Charly invitaron a mis papás a pasar una tarde en su casa, pero papá se negó, pues tenía que hablar con un cliente justo a las 3 de la tarde, pues era importante que fuera a esa hora, y tenía que tener algunos papeles en manos al momento de la llamada.
Los señores Nerron aceptaron lo que había dicho papá, aunque prácticamente lo obligaron a prometer que algún día aceptaría la oferta, y que no sería muy tarde.