Capítulo LXIV

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Desperté con un dolor de estómago acompañado por uno de cabeza.
Después de que llorará por más de una hora, me quedé dormida, no baje a cenar, ni hice ninguna de las tareas. No tenía ánimos para hacer absolutamente nada, y además de todo, me sentía mal por haber dicho lo que dije la noche anterior, había sido grosera, y le había dicho cosas que no estaba bien, pero él había echo algo peor, me había ofendido sin ningún fundamento que tuviera sentido; y aún sabiendo que Charly había echo más mal que yo, no sabía porque con exactitud porque pensaba que yo era la culpable de las cosas.
Charly prácticamente me había obligado a decirle lo que le dije, además de que estaba en todo mi derecho. No podía dejar que me denigrara y que siguiera diciendo que yo era de su propiedad, no podía dejar que lo creyera ni por un momento, porque no era correcto.
Me había ofendido, y yo no tenía porqué soportar todas sus palabras con la cabeza baja, tenía derecho de decirle lo que sentía, y no estaba mal por haber protestado y haberme defendido, porque estaba en todo mi derecho, tenía que salir en mi defensa.

En ese momento no sabía con exactitud si sentía un odio profundo por Charly, por la gran mascara que siempre había llevado haciéndome creer que era un chico lindo y comprensivo; o si sentía un inmenso amor por todas las cosas que me había hecho sentir y vivir durante los últimos días.
No sabía cómo estábamos en este momento, si las cosas se habían acabado o solo estábamos en pausa, no sabía nada de eso porqué no lo habíamos hablando, ni siquiera tuvimos tiempo de poder arreglar las cosas, los dos nos sumergimos en nuestro propio mundo de odio, y de ahí decidimos no salir por nuestro orgullo.
Era un hecho que Charly estaba tomando, o drogado incluso, lo que no terminaba de entender era como se suponía que estaba en su casa y su familia no lo había descubierto.
O tal vez su familia lo sabía todo, y lo estaban encubriendo para evitar un nuevo escándalo que nos incluyera.

Me levanté con el estómago revuelto de la cama, y aún sintiéndome tan mal, me metí a la bañera y me propuse arreglarme y estar lista para ir a la escuela, porque ya lo había dicho alguna vez, ningún chico me iba a afectar tanto como para perder la escuela. No iba a dejarme caer por esto, ya había salido adelante hace un tiempo por algo que incumbía al mismo sujeto, y a otro más idiota, claro; pero esta vez no sería la excepción, estaría bien pasara lo que pasara.

Saque una de mis blusas favoritas y me la puse, junto con mis tenis y unos pantalones típicos de mi, obscuros. Me arreglé como cualquier otro día, aplicando rímel y un poco de labial cremoso. Cepille cada mechón de cabello con mucho cuidado, pues está vez puse más atención en mi peinado que otros días. Me quería concentrar en otra cosa en lugar de toda la maraña que tenía en la cabeza.
Baje a desayunar con una sonrisa en el rostro, porque no tenía nada de lo que me arrepintiera del todo.
Mis papás me preguntaron si de verdad estaba bien, y yo les dije que si. No les conté nada acerca del problema que tenía, mi de todo lo que Charly me había dicho la noche anterior, ni siquiera qué Charly había terminado en el hospital. No les dije absolutamente nada del tema, porque no quería que se enojaran, simplemente les dije que no me había sentido bien al llega de la escuela, y que había preferido acostarme temprano y dormir un poco.
Ellos no estuvieron conformes con mi repuesta, y no se lo creyeron del todo, pero al menos dejaron de preguntar si las cosas con Charly estaba bien, y me dejaron marchar a la escuela sin preguntar nada más del tema.

Subí a mí habitación para acomodar mi mochila, y por suerte la poca tarea que tenía para ese día la había podido hacer al despertar, aunque me había quedado un trabajo pendiente, pero podía hacerlo en el almuerzo sin presión.

Abrí la puerta decidida ir a la escuela a enfrentar todo lo que tenía que enfrentar, estaba segura de que iría en el autobús a la escuela, pues era obvio. Charly sería muy tonto como para venir por mí, o muy idiota...
Pero cuál fue mi sorpresa que el loco que me había hecho sufrir durante toda la noche, estaba parado frente a casa. Había ido por mi y todavía con todo lo que nos habíamos dicho, llevaba una sonrisa en el rostro, una muy hermosa sonrisa... Pero sin entendimiento en ella.
Charly estaba recargado en su auto a la entrada de casa, con sus estúpidos ojos hermosos de idiota, su ropa de idiota, y su cinismo idiota.
Se veía tan bien...

¿Y si te digo que me enamoré de ti?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora