Capítulo XVI

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Durante en almuerzo solo se veían a las chicas y chicos formados con cartas en las manos, la fila para el buzón era muy grande, e incluso había más gente en esa fila que en las mesas.

Charly veía con entusiasmo a todas esas caras felices. Estaba atento a cada carta y regalo que entraba en el buzón.
Yo también lo veía pero no del mismo modo que él, yo solo me preguntaba porque la gente se dejaba llevar por el capitalismo.
Para mí, el día de San Valentín solo se inventó con estrategia para las ventas. Ese día todos salen a comprar lujosos regalos, comen en los mejores restaurantes y siempre hay música, y a todos eso les va de maravilla ya que eso solo significa algo para ellos. Más dinero.

Me queje y deje de ver hacia la fila y me concentre en comer mi almuerzo.
Charly notó mi quejido y me miró raro.

-- ¿Regreso Jade amargada?.
Rodé los ojos e hice una mueca, pero no le respondí.
-- Okey, okey, ya entendí. Pero... Déjame adivinar, ¿Te molesta el buzón?.
-- No me molesta, en realidad se me hace tonto, ya lo sabes.
-- Te molesta Jade, y yo lo sé. Pero no te amargues los días así, solo son unas horas con un poquito más de amor.
-- Ya lo sé. Se que no está bien que me sienta de ese modo. Pero hay algo dentro de mí que me dice que reaccione así. Creo que no debí de haber desayunado tanto.
-- No creo que sea el desayuno, creo que esta en tú cabeza Jade, algo no te deja ser feliz en estas fechas.

Sabía a qué iba, y no lo dejaría llegar tan lejos.

-- Yo lo sé. Pero ya te lo dije,  haré todo lo posible por no arruinar mi día por el tema.
-- Me alegro oír a esa Jade, no a la vieja. Hablando de ese modo parece que tiene 85 y eres una viuda que no está conforme con nada, además que vive con gatos, muchos gatos.
-- ¡Oye! No me digas vieja, además yo nunca tendría gatos, no soy buena con las mascotas.
-- Yo solo decía lo que aparentabas serlo. Bueno, entonces vivirías rodeada de periódicos viejos.
-- Yo no aparentaba ser nada. Y creo que tampoco sería eso, no me gustan los periódicos.

Charly río un momento.
-- Lo vez, hasta en contradecirme pareces una viejita.

Me quedé con las palabras en la boca, sonó el timbre del término del almuerzo, que a comparación de otras ocaciones, está vez me había dejado con tantas cosas que decir.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, provocando que me estremeciera. Hoy tocaba la clase de matemáticas, y era más probable que Esteban se parará por ahí, si no tendría que dar esa materia por reprobada y no creo que lo quisiera y tampoco le convendría.

Charly y yo hicimos lo mismo de siempre.

Llegamos hasta el salón de clases y nos sentamos en nuestro lugar. Sacamos una libreta mientras el profesor llegaba.
Yo le daba golpecitos con la lapicera a la libreta para aliviar mi nerviosismo.

Baje la mirada y decidí dibujar algo en la última hoja, un dibujo al azar.

Cuando por fin se me estaban pasando los nervios sentí una mirada potente que provenía de la entrada del salón.

Esteban estaba parado en la puerta con la mochila medio colgada en un hombro, tenía la mirada fija en mí y en Charly. Parecía un poco irritado.

Él se acercó hasta donde yo estaba y se paró frente al pupitre con una expresión dura.
Yo agache la cabeza, no quería toparme con esos ojos negros, no quería nisiquiera respirar el mismo aire que él respiraba, pero ahí estaba, parado enfrente de mí.

Note como Charly lo miraba raro al notar que no me despegaba la mirada ni un solo instante, y supongo que también noto que yo estaba ocupándome en otra cosa para evadirlo.

Casi al instante de que Charly me diera un codazo de una manera sigilosa, entro el profesor por la puerta gritando a todo lo que podía un buenas tardes todos a su lugar.

¿Y si te digo que me enamoré de ti?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora