1-E. El intruso en el asalto.

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La noche envejecía, entrando la madrugada, también calurosa.

Desde lo alto de una grúa de estibador del muelle, la Mayor de la Sección 9 miró de reojo hacia ese almacén abandonado, en donde se habían congregado varios coches patrulla. Justo en ese momento, oyó una voz en su cabeza, proveniente del experto en informática de su comando, que permanecía dentro de una furgoneta aparcada cerca.

–¿Mayor?

–Sí, Ishikawa.

–¿Ha visto ese cordón policial? Nos acaba de llamar el oficial encargado de esa redada. Dice que uno de los nuestros ha terminado con la banda del Payaso. ¿Es cierto?

–Pues claro que no. Estamos en una misión de vigilancia que en cualquier momento se puede convertir en un asalto. No tenemos tiempo que perder con esos Payasos.

–Mayor, a mí me lo puede decir.

–Y yo te digo que no me he movido de aquí en toda la noche. Si mi cuerpo fuera de carne y hueso, me habría asado el culo con esta maldita grúa.

–De acuerdo, Mayor. No hace falta que se enfade.

La Mayor suspiró frustrada. Luego, volvió a mirar de reojo a las lejanas luces policiales y, después de pensarlo, preguntó:

–Ishikawa, ¿por qué dicen que uno de nosotros ha sido el que acabó con esa banda?

–Hay un testigo, un detective de Neo Tokyo que investigaba la banda de los Payasos por su cuenta. Habló de un individuo que usaba camuflaje óptico. Dijo que se hizo invisible delante de él.

La Mayor asintió. Los únicos que estaban autorizados para usar esa tecnología en ese país eran los componentes de las fuerzas de autodefensa y de la ley de Japón. Era cierto que había prendas con esa propiedad que se vendían en el mercado negro, pero presentaban un nivel tecnológico tan desfasado, que era muy fácil ver venir a alguien equipado con esas ropas. No tenían nada que ver con la calidad del actual camuflaje termo-óptico de la Sección 9.

Se esforzó en centrarse en la presente misión. Desde su posición elevada, podía dominar parte del gran muelle, fijándose en ese carguero destartalado de bandera rusa. La Sección 9 había interceptado transmisiones encriptadas que indicaban que en ese barco viajaban sospechosos interesados en boicotear la exposición científica que se iba a celebrar al atardecer.

Al ver que el ambiente de madrugada se mantenía en calma, volvió a recurrir a las conexiones cibercerebrales para pasar lista:

–Saito, ¿alguna novedad?

Y desde lo alto de una pila cercana de contenedores metálicos, contestó el francotirador del comando, espiando a través de la mira telescópica de su fusil especializado:

–No hay moros en la costa.

–Batou, Togusa –llamó la Mayor–. ¿Seguís despiertos?

Los dos hombres contestaron, cada uno desde un punto diferente de vigilancia a nivel de la calle.

–Aquí no se puede dormir con esos policías metiendo tanto ruido.

–Yo también estoy despierto, Mayor.

La Mayor suspiró satisfecha. Los otros dos agentes de campo de la Sección 9, Bouma y Pazu, se encontraban con el jefe Aramaki colaborando con el blindaje de seguridad de la exposición. Entonces, cuando advirtió que Batou habló del cordón policial del almacén de los Payasos, preguntó:

–Batou, ¿no habrás sido tú el que masacró esos Payasos?

–Mayor, sabes muy bien que he estado aquí quietecito durante toda la noche.

Doctor Who. Crossover.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora