6-C. El senador Grebleips.

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Ante la imprevista intrusión de la nave espacial, todos en la choza de Yoda se pusieron en guardia. Poco a poco, el artefacto fue descendiendo entre el follaje, con la finalidad de tomar tierra delante de la guarida del Jedi exiliado.

Yoda fue el primero en bajar la guardia. Había reconocido ese vehículo esférico de superficies reflectantes. Si no hubiera sido por la presencia de sus potentes luces de navegación, apenas sería visible, con su hemisferio sur asomándose entre el espeso follaje, que se apartaba al ser empujado por el casco del vehículo.

Yoda se volvió a sus tres invitados, haciendo ademanes para que se tranquilizaran.

Mientras tanto, el artefacto desplegó su tren de aterrizaje para posarse sobre el suelo cubierto por raíces y arbustos. Cuando por fin tomó tierra, se apagaron sus motores y una rampa se abrió, desplegándose ante la casa de Yoda.

El maestro Jedi fue el primero en salir para recibir al visitante, que no tardó en bajar por la rampa con sus piernas extremadamente cortas. Del mismo tamaño que Yoda, el tripulante descendió para acoger a su viejo amigo entre sus largos brazos. Hablaron entre ellos, denotándose que hacía mucho que se conocían. A continuación, Yoda presentó al recién llegado a sus invitados.

–Amigos, mi amigo el senador Grebleips es. Grebleips, el Doctor, el Cazador y Karin.

El tal senador se acercó a los tres invitados para verlos mejor. Grebleips eran un alienígena carente de vestimenta alguna, mostrando su cuerpo arrugado y la piel color café. Miraba con unos grandes ojos claros, que destacaban en su simpático rostro. Para poder examinar mejor a los invitados de Yoda, alcanzó la estatura de Karin estirando lentamente el cuello.

Tras presentarse a los invitados, Grebleips se volvió a Yoda y fue directo al grano, hablando con una voz muy queda:

–Mi visita no es de cortesía. Sé que estás exiliado en Dagobah, oculto a los radares del Imperio. Pero eres la única persona que conozco a la que puedo recurrir.

–Viejo amigo, ¿qué mal te aflige? –preguntó Yoda.

–Es el Emperador –respondió Grebleips–. Ha iniciado un proceso político que terminará con la disolución del senado.

–¿Disolver el senado? –intervino el Doctor–. Disculpen, soy un recién llegado a vuestra galaxia, pero, si es tan grande como otras que he visitado , ¿el Emperador no necesitará al senado para poder controlarla a nivel local?

–Exacto –señaló Grebleips con uno de sus largos dedos–. No me preocupa perder mi puesto. Al fin y al cabo, hace tiempo que quería retirarme a Brodo Asogi, mi mundo natal. Pero si el Emperador planea la disolución del senado, significa que ya tiene preparado un plan B. Hasta ahora, el poder del Emperador ha estado limitado por el senado. Incluso hay colegas que están financiado en secreto una fuerza rebelde que se está levantando en armas contra el Imperio y su ejército. Pero corren rumores sombríos por la galaxia. Dicen que el Emperador está construyendo un arma terrible. Unos hablan de un patógeno que diezmará la población de los sistemas que se resisten a ser subyugados. Otros hablan de un rayo de la muerte. Y otros, de una nueva remesa de clones provenientes de Kamino. En cualquier caso, el Emperador disolverá el senado y será el absoluto dueño y señor de toda la galaxia.

–Y supongo que no dominará la galaxia con cariño y buen rollo –comentó Karin.

–Puedo averiguar de qué se trata –dijo el Doctor–. Si me indicáis dónde está la capital del imperio, puedo subir a la TARDIS y aparecer allí.

–En Coruscant no poder con la TARDIS entrar –advirtió Yoda–. En la Fuerza un estremecimiento produce la TARDIS. Vuestra llegada a Dagobah pude predecir. Si la TARDIS a Coruscant viaja, lo sentirá el Emperador. Sobre vosotros enseguida caerán.

Doctor Who. Crossover.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora