Después de haber conseguido contactar con Karin, el Doctor se alejó un par de pasos de la puerta principal del jardín. El dolor de cabeza que sufría eran insoportable. Ese maldito campo de aislamiento vibraba a la misma frecuencia que sus conexiones cerebrales.
Y lo peor de todo era que Karin se encontraba atrapada dentro de la mansión. Estaba ella sola, encerrada con una arma biológica desconocida. Y él no podía hacer nada para entrar y ayudarla. Sabía muy bien lo que le pasaría si se le ocurría atravesar el límite. El podría traspasarla superponiendo su voluntad al del campo. Pero si llegase a cruzarla, si pudiera soportar esa jaqueca monstruosa, los capilares de su cerebro terminaría por reventar por culpa de la tensión ejercida. Moriría sin remedio, sin tener la oportunidad de regenerarse de nuevo.
No obstante, el Doctor no se alejó de la mansión, aunque el dolor que palpitaba dentro de sus sienes se lo ordenaba a gritos que saliera corriendo de allí. Se sentó en la acera, a esas horas de la madrugada, para permanecer lo más cerca posible de Karin. Notó cómo el Cazador se situó en cuclillas detrás de él, a pesar de que se mantenía invisible. Sin apartar la vista de la mansión, el Doctor le preguntó al Cazador:
–¿La ves?
El Cazador usó su visión térmica. Pudo ver a través de las paredes de la mansión, localizando las siluetas caloríficas de sus 17 moradores. Distinguió la firma calorífica de Karin. También vio a al criado con ese objeto medianamente caliente en la oreja.
–Transmisión –avisó el Cazador.
–Sí, es lo que acabo de hacer –se quejó el Doctor, soportando la permanente jaqueca.
–No transmisión de Doctor –corrigió el Cazador–. Transmisión de otro.
El Doctor se volvió sorprendido. ¿El Cazador insinuaba que alguien más estaba emitiendo transmisiones radiofónicas?
Haciendo un esfuerzo titánico por soportar el sufrimiento de sus cerebro, el Doctor activó su destornillador sónico y lo usó para intentar interceptar esa otra señal. A pesar del dolor permanente, el Doctor afinó el oído, buscando la frecuencia correcta de la transmisión. Llegó a ponerse de pie. Incluso se arriesgó en acercarse a la mansión, para poder captar mejor la señal intrusa.
Pudo interceptarla a tiempo, justo cuando el criado cortó la comunicación. Fueron unos pocos segundos, pero al Doctor le bastó para averiguar la naturaleza de la otra señal. Así que se volvió al Cazador y enunció:
–Telefonía móvil. Alguien está usando un teléfono móvil en esta época. Y creo que el interlocutor está cerca, fuera del campo de cuarentena. ¡Rápido, ve a buscarlo!
El Cazador refunfuñó, dando a entender que él no era un sabueso. El Doctor tuvo que reformular la orden:
–Está bien, si crees que no puedes encontrar a otro nativo que esté despierto a estas horas de la noche y con un móvil en el bolsillo, no pasa nada. Tendré que pedirle el favor a otro cazador.
El Cazador bufó furioso. Luego reafirmó:
–Yo, gran cazador.
–Ya lo sabía –replicó el Doctor–. Pero si encuentras a ese individuo, me avisas antes de nada. Todavía no ha llegado el momento de que te diviertas.
En cuestión de minutos, el Cazador volvió a la acera. Se hizo visible durante unos segundos para señalar al Doctor su descubrimiento.
Después, el Doctor siguió al Cazador, que saltó de tejado a tejado. El Doctor encontró un gran alivio al poder alejarse del campo de cuarentena. Al final, el monstruo señaló al último piso de una casa. Allí había una luz encendida y el Doctor adivinaba que se podía dominar la mansión y su jardín desde esa alta ventana.
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Doctor Who. Crossover.
Fanfiction¿Quién podría viajar al japón del anime ciberpunk, a la Tierra Media o a una galaxia lejana, muy lejana? La respuesta está aquí. El Doctor (el de la prestigiosa serie de TV de la BBC), realiza en esta serie de aventuras durante un gran viaje . Tras...