Después de presentarse, Han Solo se sentó al lado de su socio Chewbacca.
El Doctor no salía de su asombro. Ese hombre era la versión joven del doctor Jones.
Grebleips reanudó la negociación. Debían de llevar al Doctor, al senador y a otros dos pasajeros a Coruscant, la capital del Imperio.
–¿Y por qué solicitan mis humildes servicios? –quiso saber Solo–. Puede que Tatooine esté en uno de los sistemas más apartados de la galaxia, pero hay mejores naves que os pueden llevar con mayor comodidad.
–Digamos que este viaje requiere que seamos discretos –reconoció Grebleips.
–Oiga, si es un asunto de la rebelión, no cuenten conmigo –amenazó Solo–. No quiero enemistarme con el Imperio.
–No se preocupe, he planeado el viaje de tal forma, que ustedes no correrán peligro. Pero precisamente, como existe cierto riesgo en esta travesía, pagaré con generosidad vuestros servicios de transporte.
Al decir esto último, el senador Grebleips sacó unas cuantas piedras preciosas de su bolsa de viaje. Cuando las vio en la mesa, Chewbacca rugió que deberían firmar este contrato, que de todas maneras tenían que pasar por la capital. Ante lo cual, Solo replicó:
–Mi socio tiene razón. Tenemos unos paquetes que recoger en Coruscant. Pagan tan bien como usted. Así que aceptamos el trato.
Solo claudicó ofreciendo su mano para cerrar el contrato. En cambio, Grebleips se limitó a extender uno de sus largos dedos, cuya punta se iluminó. Tocó con él uno de los dedos de Solo y dijo:
–Trato hecho. La mitad de las piedras ahora, y la otra mitad en el viaje de regreso, más un plus en el remoto caso de que vuestra nave corra peligro.
Solo se miró el dedo y asintió. Pero antes de abandonar la cantina, quiso saber:
–¿Quiénes son los otros dos pasajeros?
Justo entonces, se declaró una trifulca a puñetazos en la barra del bar, lo que, por otra parte, era algo habitual en esa cantina. Cuando el Doctor presenció ese espectáculo de lucha, deseó que la tierra se lo tragase.
La que estaba repartiendo puñetazos era Karin. Se había emborrachado enseguida y se lio a golpes con dos tipos, el de la cara de insecto y el de la cicatriz. Esos dos granujas la habían emborrachado con la intención de minar su voluntad y abusar de ella. Lo que ignoraban, era que cuando Karin bebía alcohol, se convertía en una borracha agresiva, con ganas de buscar bronca. De hecho, empezó a pelearse con otros clientes de la cantina.
Tuvo que ser el Cazador el que se hiciera cargo de la situación. Sujetó a Karin por los hombros, la obligó a encararse con él y la noqueó con un cabezazo.
Una vez neutralizada la amenaza, los demás clientes volvieron a sus conversaciones, como si nada hubiera pasado. Los dos únicos fastidiados eran los que habían emborrachado a Karin, que se incorporaban con las mandíbulas doloridas por los puñetazos. Uno de ellos señaló a la chica y dijo:
–No me gusta tu cara.
Sin embargo, el silencio retornó a la cantina cuando esos tres soldados de asalto entraron por la puerta principal preguntando:
–¿Qué ha pasado aquí? Oímos ruido de pelea.
–Oh, nada ha pasado, oficial –se disculpó el barman–. No ha sido más que una trifulca de bar. Es muy habitual en este local.
Ante lo cual, los tres soldados dieron media vuelta y abandonaron el recinto, que se volvió a cargar con un alegre ambiente.
No obstante, cuando entraron los imperiales, Solo advirtió que sus nuevos clientes aguantaron la respiración ante la presencia de los militares.
ESTÁS LEYENDO
Doctor Who. Crossover.
Fiksi Penggemar¿Quién podría viajar al japón del anime ciberpunk, a la Tierra Media o a una galaxia lejana, muy lejana? La respuesta está aquí. El Doctor (el de la prestigiosa serie de TV de la BBC), realiza en esta serie de aventuras durante un gran viaje . Tras...