El dolor de la pantera I

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Capítulo 9 El dolor de la pantera I

Nos conocimos hace tanto tiempo atrás, tanto, que a veces pienso que una eternidad es poco tiempo. Recuerdo haberla visto muriendo, bañada en sangre, así fue como contemplé su belleza por primera vez. Sin duda era la mujer más hermosa que había visto en toda mi vida, y estaba seguro de que ella podría ser aquella persona, aquella a quien podría hacer entrar en mi mundo.

En aquellos tiempos aún no era una Espada, pero Aizen ya estaba dominando en este lugar y yo me aburría de tener que seguir órdenes. Era tan desagradable tener que seguir las órdenes de ese tipo que intentaba estar lo menos posible cerca de él y fue así como lo conocí. Aquel día, cuando la encontré, ella me miró con aquellos ojos violeta y me dijo algo que jamás nadie me había dicho.

— ¿Vienes a buscarme rey pantera? —preguntó la mujer, desvariando por lo dañada que estaba.

— ¿Quién eres mujer? —consultó sorprendido el de ojos azules, acercándose lentamente al cuerpo de la joven.

—Roxanne...Roxanne Le Roux—contestó la de cabellos negros.

— ¿Qué te pasó? —interrogó, examinando el cuerpo de la mujer.

—Me perseguían y no me defendí, quería morir ¿contento con esa respuesta rey pantera? —cuestionó molesta la mujer que solo esperaba la muerte.

—No me llames de esa forma—contestó escuetamente el de cabellos azules.

— ¿Qué es lo que haces? —preguntó la chica, al ver que el Espada la había tomado para llevarla.

—Te llevaré con alguien que va a curarte, dame las gracias luego—respondió dejándola inconsciente.

Maldigo todos los días de mi vida el haberte traído a Las Noches en presencia de Aizen y los demás. Jamás pensé que ese desgraciado shinigami iba a hacerte parte de nosotros, de lo contrario te habría tratado de salvar por mis propios medios. Por mi culpa, terminaste siendo una esclava más de las locuras de ese bastardo.

—Veo que has traído a alguien muy interesante, Grimmjow—comentó el de cabellos castaños, acercándose a la mujer que aún estaba inconsciente.

—Como sea ¿Qué hago con ella? —preguntó el de ojos azules, jurando que Aizen le ordenaría matarla.

—Me gustaría que la entrenaras para que sea parte de nosotros. Se nota que ella tiene mucho poder—dijo Aizen, dejando sorprendido al de cabellos azules

—Es solo una mujer casi muerta—contestó sin darle interés a la joven.

—Si no la entrenas tú, se la daré a Ulquiorra—aseguró el shinigami, haciendo que Grimmjow reaccionara y se llevara a la mujer a su habitación.

Pasaron algunos meses, en los cuales Roxanne y Grimmjow se habían hecho grandes amigos, aunque la Pantera no lo reconociera. Ambos eran compañeros de entrenamiento y Grimmjow ya era un Espada al igual que Le Roux, pero él jamás se enteró de que posición tenía la muchacha.

Aun así, la relación entre ellos dos era buena, hasta que eso sucedió.

—Para variar Grimmjow ha desobedecido las órdenes de Aizen-sama, por lo tanto, debe ser castigado—comentó Tousen, que odiaba a la sexta Espada por su indisciplina.

—Me importa una mierda, yo iré a patearle el culo a los shinigami cuando me parezca—contestó creyendo que tenía la razón.

—Reconozco que me agrada que aniquiles a nuestros enemigos, pero casi toda tu Fracción fue eliminada y pusiste en riesgo a muchos más. Tendrás que recibir tu castigo.

—He sido yo Aizen-sama—dijo tímidamente la de ojos morados, dejando impactados a todos los que estaban en la reunión.

—Protesto Aizen-sama, Roxanne jamás haría una cosa así sin su permiso—afirmó Ulquiorra.

—He sido yo quien le dio la orden a la sexta—contestó fuertemente para que le creyeran.

—Entonces, creo que tendrás que recibir el castigo que te mereces, Roxanne—aclaró el shinigami tomando el rostro de la joven para luego besarla apasionadamente.

Esa escena jamás se borró de mi cabeza. Ese desgraciado la había besado antes que yo y ella se dejó, así como así. De solo recordarlo me revienta. Jamás pensé que Roxanne fuera de esas, y con eso me di cuenta de que ella no volvería a entrar a mi mundo nunca más. Sin embargo, todas las veces que ella sufría por mí, recibiendo aquellas torturas, recordaba aquellos momentos en que éramos solo nosotros dos, sin ese puto shinigami entremedio, y ahora nuevamente un shinigami me la arrebatará de las manos.

Cada día que la veo, recuerdo aquel beso con el bastardo de Aizen y no puedo quitármelo de la cabeza. Siempre creí que a ella le encantó aquella demostración de cariño de ese desgraciado, y ahora lo corroboro aún más, dándome cuenta de que tiene una posición tan importante entre los Espada.

Ella tan solo era una de las tantas mujerzuelas que había conocido en mi vida, pero sus ojos morados siempre me niegan aquella verdad y me juran que soy yo el que estoy ciego.

— ¿Qué esa cara de culo que tienes Grimmjow? —preguntó Halibell, extrañada al ver al de ojos azules tan ensimismado.

—No es tu problema, mujer—contestó enojado.

—Te molesta que un shinigami vuelva a sacarte lo que es tuyo ¿verdad? —preguntó con sarcasmo, haciendo que la sexta reaccionara en forma violenta.

— ¡Qué mierda sabes tú! —gritó furioso enviándole un cero a la de cabellos rubios.

—Lo suficiente como para decirte que eres un bastardo—afirmó la tercera Espada, sin intenciones de retractarse.

—Me importa una mierda lo que pienses de mí. Ahora desaparece de mi habitación si no quieres que te desaparezca—sentenció el de ojos azules, con cara de pocos amigos.

—Ojalá Roxanne se quede con Stark—comentó finalmente la de cabellos rubios, dejando a Grimmjow muy molesto.

— ¿Stark? —se preguntó asustado la sexta, haciendo que Halibell sonriera maquiavélicamente.

—Ahora te quiero ver con esa competencia, Grimmjow.

La domadora de panterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora