No te quiero cerca

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Capítulo 17. No te quiero cerca.


Grimmjow se había llevado a Roxanne a uno de los patios de la escuela para que ella no tuviese contacto con el shinigami. Sin duda la presencia de Ichigo lo molestaba y no quería que él se acercara a la mujer.


— ¿Qué diablos fue eso, sexta? —preguntó enojada la de cabellos largos.

—No tienes por qué andarte ofreciendo a ese shinigami—contestó irritado el de ojos azules.

— ¿De qué diablos estás hablando? —cuestionó sin entender nada de lo que pasaba.

—No quiero que te acerques a él.

—Oye, yo hago lo que quiero—contestó molesta, siendo silenciada por un beso de Grimmjow.


El peliazul no tenía intenciones de dejar a Roxanne en las manos de Kurosaki. En el fondo, él tenía mucho miedo de perder a aquella mujer que siempre había estado a su lado y a la cual amaba. Aun sabiendo que su trato no era adecuado con ella, era la única forma en la que Grimmjow podía tratarla desde aquel incidente con Aizen, pero él no lograba explicárselo.


—Déjame. No quiero que me vuelvas a besar jamás.

— ¿Acaso quieres un beso de Kurosaki? —preguntó sarcásticamente el de ojos azules.

—Ese no es tu problema, sexta.

—Escucha bien, no te quiero cerca de él ¿entendiste? —preguntó casi dando una orden.

—Soy completamente libre de hacer lo que quiera—contestó fríamente la de ojos morados, sorprendiendo a Grimmjow.

—Si él te da un beso, lo mataré—aseguró el de cabellos azules, dándole la espalda a Roxanne.

—Si no te conociera, juraría que estas enamorado de mi—comentó mirándolo algo resignada.

—Eso quisieras ¿verdad? Lo lamento mucho, pero ya te lo dije Roxanne. Yo jamás estaría con una mujer tan fea como tu—contestó, desapareciendo del patio.

—Si es cierto eso, entonces ¿por qué demonios tienes que darme aunque sea una pequeña ilusión y luego me la arrancas? —preguntó en voz baja, llorando desconsoladamente.

—Eres una basura, Grimmjow—agregó Stark, quien había visto toda la escena anterior.


Por otro lado, Ulquiorra se sentía aburrido de estar en la escuela, por lo que decidió subir a la azotea, encontrándose con la shinigami de cabellos plateados y ojos azules.


—Tenía que encontrarme con ella aquí—pensó resignado a su mala suerte.

—Ulquiorra Schiffer—lo llamó con resentimiento.

—No tengo nada que hacer aquí—acotó el de ojos verdes, dándose la vuelta para bajar las escaleras.

— ¿Te estás escapando, maldito? —preguntó furiosa, atacando a la cuarta Espada, sin miedo de salir herida.

—No te enfrentes a mí, sabes que perderás—sentenció el de piel nívea, alejando la zampakutou de la mujer.

—Yo ya no soy aquella mujer que pisoteaste, Espada—aseguró la de cabellos plateados.

—Realmente, no me interesa quien seas ahora, mujer—dijo con tono despectivo el de cabellos negros, saliendo de la azotea, para dirigirse nuevamente a clases.

—Aún no llamaré a la Sociedad de Almas. No hasta que salde las deudas pendientes que tenemos, Ulquiorra Schiffer—aseguró duramente la shinigami, sentándose nuevamente en el último piso del edificio.


Ulquiorra bajó lentamente las escaleras, con una sensación de angustia en su garganta. El dolor se estaba apoderando de él como hacía muchos años no sucedía, y el motivo de su malestar era aquella shinigami.


—Me encantaría no tenerte cerca, Sora—acotó el de ojos verdes, siendo escuchado por Stark.

—Vaya, veo que dos de nuestro grupo están sufriendo—comentó burlonamente Stark.

—Yo diría que son los cuatro ¿verdad Stark? —preguntó la cuarta, desenmascarando el dolor de la primera espada.

La domadora de panterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora