La lluvia de Ulquiorra y Sora

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Capítulo 28. La lluvia de Ulquiorra y Sora.


En aquellos tiempos éramos amigos, aunque la verdad creo que teníamos una definición bastante más amplia de lo que era la amistad.

Para este tiempo se podría decir que éramos pareja, éramos amantes, y lo fuimos hasta que él me abandonó, sola en la oscuridad.


— ¿Qué estas mirando? —preguntó sin emoción alguna, Ulquiorra.

—A ti no, te lo aseguro traidor—contestó con todo el rencor que tenía en el corazón.

—Hagamos esto rápido, ninguno de los dos quiere estar aquí—dijo falsamente el de ojos verdes quien solo quería tenerla a su lado nuevamente.

—Como se nota que te remuerde la conciencia el haberme jugado sucio, Ulquiorra—comentó la de cabellos plateados mientras anotaba algunas cosas sobre el trabajo.

—A mí no me remuerde nada. Lo que hice fue lo correcto—aseguró el de cabellos negros sin esperar la reacción tan impulsiva de su compañera que lo tenía acorralado en la pared de uno de los salones de la escuela, en donde habían quedado de juntarse.

—Claro, fue correcto dejarme completamente abandonada ¡Sola en esa maldita oscuridad que detesto! —exclamó a punto de llorar, haciendo que Ulquiorra reaccionara.

—Quise dejarte en la luz y me dices eso—contestó molesto.

— ¡Sin ti no hay luz! ¿Acaso no lo entiendes Ulquiorra? ¿Acaso jamás entendiste que mi amor por ti era tan grande que me habría ido contigo? —cuestionó furiosa y confesando toda la verdad.

—No eres nada para mi ¿quieres que te haga un dibujo para que lo entiendas? —preguntó cambiando el tema para hacer que la joven se alejara de él.

—No pienses que creo en tus falsas palabras espada. Puede que no me ames ahora, pero lo hiciste antes. Tanto así que eras tú quien me buscaba en todo momento. Sé que me amaste Ulquiorra, y creo que con eso me tendré que quedar—dijo melancólicamente la de ojos claros, tomando sus cosas para irse.


Por otro lado, la cosa no estaba mejor en la sala de castigos. Grimmjow aún no reaccionaba después de que Roxanne lo increpara por referirse en malos términos a Urahara. El espada no podía sacarse de la cabeza las palabras de Ulquiorra, cuando aquel le dijo que Kisuke Urahara era a quien Roxanne admiraba. Era la primera vez que lo experimentaba, era la primera vez que tenía miedo de perder realmente a Zero.


— ¿Qué me miras? —preguntó molesta la de cabellos oscuros, enojada por estar en ese lugar sin hacer nada malo.

—Ese tipo, Urahara.

—Urahara-sama para ti—aclaró inmediatamente la de cabellos largos.

—Como digas ¿de verdad estás enamorada de él? —preguntó por primera vez de forma civilizada.

— ¿Por qué la pregunta? ¿Acaso te importa que yo tenga algo con él? —interrogó la joven sin esperar una respuesta positiva.

—Solo quiero saber que con la persona que estés, sea correcta para ti—dijo sinceramente el de ojos azules, aunque en el fondo, se moría por decirle que la necesitaba.

—Cualquier persona que no seas tú, estará bien para mí, eso te lo aseguro, pantera—dijo la espada, saliendo de la sala ya que el castigo había terminado.


Mientras, Sora ya había tomado sus cosas para irse. Estaba indignada y aburrida de que Ulquiorra jugara con sus sentimientos desde que había dejado el Seireitei y no quería sufrir más. Ella entendía muy bien que ya el no haberlo denunciado ante la Sociedad de Almas era un crimen que de seguro tendría que pagar en algún momento, pero por más que lo odiara...su amor era cien veces más infinito que la satisfacción de verlo sufrir.


—Espera—dijo el de ojos verdes, tomándola y abrazándola para que no se alejara de él.

— ¿Qué pretendes con abrazarme? ¿Acaso quieres manipularme para que no te denuncie ante la Sociedad de Almas? —preguntó sarcásticamente hasta que vio la expresión de Ulquiorra, aquella misma que había visto la noche anterior de la rebelión de Aizen.

*****

— ¿Qué pasa Ulquiorra? —preguntó la chica que compartía el lecho con el antes, shinigami.

—No es nada, solo estaba pensando. Oye Sora yo—dijo, queriendo confesar lo que haría al día siguiente.

—Dime.

—Quiero que sepas que...te quiero—contestó mirándola con cierta expresión de miedo por dejarla.

—Yo también te quiero, Ulquiorra—respondió feliz la peli plateada abrazando fuertemente al de la quinta división.

*****

—Esa cara, es la misma que pusiste el día antes de que te fueras de la Sociedad de Almas ¡Ibas a decirme que me dejarías y no fuiste capaz de hacerlo, cobarde! —exclamó la de ojos azules, siendo tomada por el pelinegro que la sentó en uno de los pupitres y la comenzó a besar.

—Ulquiorra ¿Por qué siempre tengo que caer contigo una y otra vez? —pensó derramando algunas lágrimas que detuvieron al arrancar.

—Lo siento—dijo el de piel nívea dejando a Sora completamente sola en el salón, y nuevamente con sus esperanzas rotas.

—Aquel día que ibas a decirme la verdad estaba lloviendo Ulquiorra, y hasta hoy, la tormenta no ha parado en mi corazón—confesó la muchacha, sin saber que la cuarta la estaba escuchando detrás de la puerta, para luego retirarse con su propia tempestad en su interior.


Mientras Ulquiorra bajaba lentamente las escaleras de la escuela, escuchó como había dos personas en la escuela que se encontraban también a esas horas, por lo que decidió investigar quienes eran. No fue muy sorprendente para el ver que eran Grimmjow y Roxanne, pero no quiso intervenir porque quería corroborar que aquello que aquejaba a su señora era producto de algo que pantera había hecho.


— ¿Para qué me sigues? No te he ordenado que lo hagas—dijo secamente y con rabia, sorprendiendo al mismo Ulquiorra que observaba la escena.

—Yo hago lo que me dé la gana y creo que te diste cuenta en el cementerio—contestó, haciendo que la herida de Roxanne se hiciera cada vez más grande.

— ¿El cementerio? ¿Qué habrá pasado allá? —pensó interesado en saber más, sin saber que dos personas más observaban la situación.

—Maldito bastardo—contestó furiosa.

—Sí que te gustó Roxanne. Después de todo, deberías estar agradecida que el rey pantera te haya hecho mujer—dijo mofándose de lo que había hecho, sin saber que Ulquiorra lo miraba detenidamente y pensaba en atacarlo, sorprendiendo con esa reacción a uno de los dos misteriosos espectadores.

—Eres tan basura sexta, como me hubiese gustado no haber caído en tus palabras—confesó sin siquiera demostrar que le afectaba el tema.

—Pero caíste zorra, y ahora eres mi juguete—contestó pensando en todo momento que las cosas que decía no eran las correctas.

— ¿De qué hablas? —preguntó asustada la de ojos morados.

—Que ahora me perteneces por derecho. Además ¿Quién querría estar con una mujer usada? —preguntó irónicamente el de cabellos azules, haciendo que la chica agachara la cabeza, sin saber que alguien se pronunciaría al respecto.

—Yo Grimmjow Jaegerjaquez. Yo me fijaría en Rox, porque no me interesa su físico ni lo que haya pasado con ella antes, sino que me importa el presente y por lo tanto no me interesa con quien haya estado, por más maldito y animal que sea—contestó Urahara, desconcertando a Ulquiorra que no había sentido la presencia del shinigami.

La domadora de panterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora