El miedo a la muerte y a los sentimientos

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Capítulo 56 El miedo a la muerte y a los sentimientos.


—No me hagas reír ¿acaso tú vas a dejar a Grimmjow por el bien d—intentó seguir, pero fue interrumpido por las palabras de la chica.

—Claro que sí. No me interesa nada más que el bien de ellos dos—dijo sinceramente la de ojos azules, parándose para retirarse del lugar—Sera mejor que me vaya ahora o Grimmjow sospechará de mi demora. Después me dices que harás Kurosaki—acotó la mujer, retirándose del lugar y siendo escoltada por Yoruichi.

—Sí que estas decidida Rosett—comentó la de ojos ambarinos.

— ¿Qué más puedo hacer? Grimmjow no se puede quedar conmigo si no quiere, y pude darme cuenta de lo que se aman ellos dos—comentó la muchacha, recordando imágenes de su pasado con un hombre.

— ¿Es como la relación que ustedes dos tenían antes? —preguntó la de cabellos morados, haciendo alusión al pasado de Rosett.

—De eso ya no debe quedar nada—acotó sonriendo melancólicamente para retirarse.

—Si fuese como dices, no te habría dejado dar un paso dentro de su casa—aseguró la ex capitana de la segunda división.

—Cuídate Yoruichi—dijo, despidiéndose de la mulata, que parecía bastante entretenida con lo que estaba sucediendo.

Por otro lado, Kurosaki parecía bastante intrigado por las cosas que Rosett había dicho, pero aún no sabía si podía confiar en ella o no.

— ¿Y qué piensas hacer Kurosaki-kun? —preguntó el de cabellos rubios.

—Quiero ver si Grimmjow realmente siente algo por Roxanne, de lo contrario solo la haremos sufrir—sentenció el muchacho, saliendo de la habitación, para irse a pensar al patio un momento.

— ¿Y qué harán ustedes? —preguntó Urahara a Hitsugaya y a Byakuya.

—Pronto me iré de aquí—aclaró el de cabellos negros.

—Yo quiero ver a Sora—sentenció Toushirou.

—Muy bien, está en esa habitación, pero no le digas que te conté ¿bueno? —preguntó burlonamente el ex capitán del Seireitei.

—No diré nada, tan solo llévame con ella. Necesito saber qué fue lo que le pasó para dejar el Seireitei de esa forma tan repentina—acotó el de cabellos blancos, siendo dirigido por el vendedor hacia la habitación que estaba utilizando Sora.

En la pieza, se encontraba una muy melancólica Sora, que no paraba de mirar al techo, sollozando en ocasiones al recordar el trato que había recibido por parte de Ulquiorra y también al darse cuenta de que Hitsugaya se encontraba cada vez más cerca de Momo, la hacían darse cuenta de que se estaba quedando sola.

Sin embargo, lo que ella no esperaba era que una voz masculina la llamara desde dentro de su misma habitación. La muchacha se sorprendió al escuchar la voz de su ex capitán llamándola, más aún cuando vio que él se encontraba a escasos centímetros, mirándola con cara de preocupación.

—He dicho que no deseo ver a nadie—aseguró la chica, intentando evadir a su amigo de infancia.

—Me importa un pepino, ya entré a tu habitación y tengo permiso del dueño de casa—aclaró el de ojos verdes.

—Muy dueño de casa será Urahara, pero yo no quiero ver a nadie—recalcó la muchacha, para que la dejaran sola.

—Lamento decirte que ante la visita de un capitán no puedes negarte, está en las leyes del Seireitei. Así que mejor será que me recibas por las buenas o tendré que comunicarle esto al capitán Yamamoto y de paso a Kuchiki que está aquí para que sea mi testigo—explicó intentando hacer que su amiga cediera.

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