La pantera que espía

158 20 5
                                    

Capítulo 22. La pantera que espía.


Luego de la clase, los cuatro espadas decidieron reunirse en la azotea. Al mismo tiempo, Sora decidió que lo mejor que podía hacer era seguirlos para poder enterarse de las verdaderas intenciones de sus enemigos.


—No pensé que tendríamos que hacer tareas—dijo Roxanne, riendo nerviosamente.

—No va a ser tan malo, a mí me tocó con Orihime-chan y ella es muy simpática—acotó Stark.

—Eso lo dices tú. Yo no tengo ninguna intención de hacer esta estupidez, y no estoy de acuerdo con que vayas a la casa de ese shinigami, podrías traicionarnos—aseguró el peliazul, sorprendiendo a la misma Sora, que escuchaba detrás de la puerta.

—Vamos, no es tan terrible—acotó el primer espada.

—Me niego a hacerlo—dijo Ulquiorra, dejando a todos impactados.

—Pero Ulquiorra—cuestionó la de ojos morados.

—Pero nada. No tengo ganas de tener que lidiar con Sora, y tú lo sabes muy bien Roxanne—aclaró el de ojos verdes.

—Deja de escapar de tu pasado, Ulquiorra—pidió la de cabellos negros, haciendo que Grimmjow sospechara sobre la relación de ambos.

—Para ti es fácil decirlo, tú no perdiste nada cuando ambos traicionamos a la Sociedad de Almas.

—Mientes, y tú lo sabes muy bien. Yo perdí el respeto del hombre a quien yo más he admirado en mi vida. No puedes decirme que no perdí nada—exclamó molesta, sin darse cuenta de que ambos estaban diciendo cosas que Grimmjow y Stark no debían escuchar.

—Ese no es mi problema.

—Entonces, que sufras, tampoco es mi problema, Ulquiorra—contestó fríamente, pasando al lado del cuarto espada.

—Lo siento—se disculpó el de piel blanca.

— Nunca quisiste irte realmente ¿verdad? —preguntó la de cabellos negros, sabiendo que Sora escuchaba atentamente la conversación.

—Sinceramente no. Si lo hice fue porque no quería que te arriesgaras en esa decisión tan absurda que has tomado—respondió honestamente, haciendo que Sora se sintiera contenta por escuchar esa noticia.

—Creo que poco a poco estoy logrando mi propósito. Tu mereces ser feliz, Ulquiorra—pensó la chica, dirigiéndose hacia la salida.

—Espera un momento, zorra. Yo no estoy entendiendo nada.

—Este no es tu problema, Pantera.

—Me pregunto quién es el hombre al que admiraste. De seguro a mi jamás lograrás verme de esa forma—pensó enfadado Grimmjow al sentirse tan débil.

—Bueno, yo me voy a casa—acotó Stark, dejando a Ulquiorra y a la sexta en la azotea.

— ¿Qué relación tienen ustedes dos? —preguntó tomando de la camisa al de ojos verdes.

—No somos amantes si es lo que quieres saber—contestó fríamente el de cabellos negros.

—Se conocen desde antes ¿verdad? —cuestionó ofuscado.

—Si.

—Entonces tú vas a decirme a quien mierda admiraba antes de dejar la Sociedad de Almas—ordenó Grimmjow, haciendo que Ulquiorra se sorprendiera.

La domadora de panterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora