La pantera reclama a la domadora

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Capítulo 11. La Pantera reclama a la domadora

Gracias a esa noticia, Stark tuvo que dejar su adorada siesta para ir en busca de una pantera mal domada. Por otro lado, Ulquiorra estaba de mal humor por tener que gastar su tiempo en alguien tan insignificante como lo era la sexta.

—Ese sí que tiene suerte de que my lady lo tenga en cuenta, de lo contrario estaría muerto—aseguró el de ojos azules.

—Eso no es una novedad para nadie. Creo que hasta Tousen ha querido eliminarlo en reiteradas oportunidades y Roxanne debe ofrecer su cuerpo para ser torturado sin sentido—contestó el de ojos verdes, irritado por aquella situación.

—Considero que no debemos dejar que esto siga así. Es hora de que Roxanne sea feliz.

—Lo sé muy bien, pero por lo que ella ha decidido, no es mucho lo que podemos hacer—contestó seriamente Ulquiorra.

—Ella no se sacrificará por nosotros, ni mucho menos por Grimmjow—aseguró el de cabellos castaños, subiendo su velocidad.

Mientras, en el mundo mortal, Roxanne estaba haciendo todos los papeleos burocráticos para poder entrar a la escuela en donde estudiaba Ichigo. Luego de tener todo eso en orden solo le faltaba su gigai, por lo que decidió ir nuevamente a ver a Urahara.

—Kisuke-sama—llamó amablemente la de ojos morados.

—Me dijiste que vendrías mañana en busca de los gigai—contestó retando a la mujer.

—Oye, oye, no te enojes. Tan solo quería saber si tenías el mío—agregó la de cabellos negros.

—El tuyo no tenía para que prepararlo, está ahí—señaló el de cabellos claros.

—Te agradezco mucho la ayuda Kisuke-sama.

—No debería hacerlo. Solo accedo a esto porque estoy seguro de que en el fondo planeas algo en contra de Aizen, o por lo menos quisiera aferrarme con todas mis fuerzas a esa posibilidad—contestó el de ojos azules.

—Lamento decirte que estás completamente equivocado—respondió la de ojos morados, dejando nuevamente la tienda de Urahara.

—Sé que mientes, Roxanne—dijo al aire el dueño de la tienda, siendo observado de lejos por Yoruichi.

La búsqueda no paraba en Las Noches, y lamentablemente no había rastro de Grimmjow en el lugar, lo que hizo pensar a ambos Espada que Grimmjow había desobedecido nuevamente. Sin embargo, esta vez pantera había desobedecido a Roxanne y probablemente se encontraba en el mundo mortal.

—Ese idiota se fue al mundo mortal—aseguró el de ojos verdes.

—Encontrarlo ahí no será tan sencillo—contestó Stark abriendo una garganta.

—Espera, no podemos ir sin permiso de Roxanne, de lo contrario nuevamente tendremos problemas. Dejemos que ella lo resuelva, después de todo ella misma dijo que haría lo que fuera necesario para que Grimmjow no causara problemas—explicó el de cabellos negros.

—Muy bien, solo lo haré para que nada malo le pase a my lady—aclaró el de ojos azules, dirigiéndose a su habitación.

Mientras Ulquiorra y Stark intentaban encontrar a Grimmjow, Roxanne ya estaba en el mundo mortal, ajustando los últimos detalles para conseguir la casa en donde viviría con los demás Espada.

—Bueno, creo que ya tengo todo listo. Mañana iré en busca de Ulquiorra, Stark, y Grimmjow para comenzar el plan y pasado mañana entraremos a la escuela de Kurosaki Ichigo como si fuéramos humanos—pensó la de ojos morados, mientras abría la puerta de su nueva casa, encontrándose con alguien que no esperaba.

—Así que aquí te escondes, zorra—acotó el de cabellos azules, sentado en una silla de madera que había en la estancia.

—No te ordené que vinieras al mundo mortal, sexta.

—Me importa una mierda lo que me digas. Tú no me das órdenes, maldita zorra—aclaró rápidamente el de ojos azules.

—Vaya, yo pensé que estabas ocupado haciéndolo con alguna de las mujeres de Las Noches—contestó con sarcasmo Zero.

—No creas que todas son tan fáciles como tu—respondió arrogantemente, recibiendo un puñetazo en su estómago, que lo dejó de rodillas en el piso.

—Esa es buena posición para pedirme disculpas, pantera—comentó sarcásticamente la mujer, mirándolo a los ojos con odio, lo que hirió a la sexta espada.

—Jamás le pediría disculpas a una ramera como tu—siguió diciendo Grimmjow, recibiendo una patada que lo hizo estrellarse con la muralla de la nueva vivienda de Roxanne.

— ¿Quieres ver lo ramera que soy sexta? —preguntó sensualmente para provocarlo.

—Siempre he sabido que tú no eres una cualquiera—susurró, pero Roxanne no pudo escucharlo.

—Nunca he sabido por qué diablos solo a mí me tratas así, siendo que yo he sido la única que te ha defendido siempre, la que ha estado incondicionalmente para ti, pantera—confesó dolida la de piel nívea.

—Al igual que para Aizen—contestó lleno de celos.

—O sea que piensa que siento algo por Aizen. Debería decirle que no siento nada por ese maldito ex - shinigami, pero si lo hago puedo arriesgar lo que tengo planeado para salvarte, Rey Pantera—pensó muy apenada de tener que mentirle a su amigo—Aizen-sama es alguien a quien no puedo acceder, no es tema de conversación, sexta.

—Siempre Aizen-sama ¿Qué tiene ese puto shinigami que no tenga yo? —pensaba ardiendo de los celos.

—Veo que la pantera debe ser domada y yo haré que tu recuerdes quien es tu dueña, sexta—aseguró Zero, tomando al joven para llevarlo al segundo piso de la casa nueva.

— ¿Qué piensas hacer conmigo? ¿Acaso vas a hacerlo conmigo zorra? —preguntó interesado en saber la respuesta.

—Jamás dejaría que alguien tan inferior como tu tocase mi cuerpo, sexta. Yo soy demasiado para ti—sentenció mirándolo fijamente.

— ¿Qué me estás haciendo? —preguntó furioso al ver como la mujer estaba controlando sus movimientos y finalmente lo hizo dormirse.

—Ya te lo dije pantera, yo soy la domadora. Mientras eso siga así, podré controlarte para que no te autodestruyas o dejes que alguien lo haga—dijo la aliada de Aizen, abriendo una garganta para volver a Las Noches.

La domadora de panterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora