Todos mentimos

154 18 3
                                    

Capítulo 19. Todos mentimos.


Después de que ambos Espada recordaran su doloroso pasado, era momento de volver nuevamente a la vida real, y eso significaba volver al aula de clases. Al llegar, todos se sentaron en sus respectivos pupitres. En un comienzo la clase iba bastante bien, pero de pronto algo inesperado sucedió.


—Como les iba diciendo, en la era Meiji.

—Qué aburrido—comentó pantera, siendo escuchado por Rukia.

—No lo es. Es parte de la cultura de Japón ¿Cómo no lo entiendes? —preguntó molesta la shinigami.

— ¿Siempre estudian estas cosas Orihime-chan? —preguntó simpáticamente el de cabellos castaños.

—Sí—afirmó riendo la de cabellos largos.

—Oye ¿te sientes bien? —consultó Ichigo, al ver que Roxanne estaba sumamente pálida.

—No es nada, estoy bien Kurosaki-kun—contestó mintiendo la de ojos morados, que no quería preocupar a ninguno de sus amigos.

—Si que eres muy descarado al estar aquí—susurró irritada, la de cabellos plateados.

—No se debe hablar en clases—contestó escuetamente Ulquiorra, haciendo como si la mujer no le importara en lo más mínimo.

— ¡Roxanne! —exclamó preocupado Ichigo al ver caer inconsciente a la muchacha.

— ¿Qué alboroto es este Kurosaki-kun? —preguntó molesta la profesora.

—Roxanne-san esta inconsciente—dijo el shinigami, haciendo que los tres espadas estuvieran en menos de un segundo cerca de Zero.

—Tenía que hacernos problemas esta zorra—comentó falsamente Grimmjow, aunque en el fondo estaba preocupado por los constantes desmayos de su amiga.

—Te está afectando demasiado, my lady—dijo al viento Stark, mientras se acercaba al cuerpo de la joven, siendo detenido por la sexta.

—Yo la llevo.

—Tu eres el que le hace daño, estúpido—aclaró Ulquiorra, mirándolo con algo de pena.

— ¿Qué van a saber ustedes? Nunca sabrán nada de lo que pasa entre Rox y yo—contestó sinceramente el de cabellos azules, tomando a la joven para llevarla a la enfermería.

—Ya me aburrí de esto. Yo le prometí a my lady que estaría siempre con ella, me da igual lo que él diga—agregó Stark, saliendo del salón en busca de Roxanne.

— ¿Qué está pasando aquí Ulquiorra? —preguntó Ichigo.

—Pasa que aquí todos mienten—contestó, volviendo a su asiento.

—En eso tienes toda la razón Schiffer...todos mienten—acotó Sora, sentándose a su lado.


Por otro lado, en la enfermería. Grimmjow tendió a la mujer en una de las camillas y ante la ausencia de la enfermera, decidió cerrar las puertas de la consulta médica escolar para estar a solas con Roxanne.


—Ya despierta zorra—ordenó molesto el de ojos azules, sin recibir respuesta.

—¡¡Duele!!—gritó desesperada, aunque inconsciente la de ojos morados, sorprendiendo a Grimmjow.

— ¿Qué es lo que te duele? ¡Dímelo ya! —exclamó furioso al no poder encontrar que era lo que le hacía daño a su amada.

— ¿De qué hablas? No me duele nada—dijo reaccionando y tratando de cambiar el tema.

— ¿Qué me estas ocultando, zorra? ¿Acaso te acordaste de alguna de las noches en las que te revolcabas con Aizen?

—Sí—afirmó con toda seguridad, haciendo que Grimmjow se enfadara más.

—Sabía que te habías revolcado con el shinigami, apuesto a que también lo hiciste con Stark y Ulquiorra.

—Exacto, lo hice con los tres a la vez—contestó mirándolo como si todo lo que decía fuera cierto.

—¡¡Cómo puedes ser tan descarada y decirme algo así!! ¡¡Te atreviste a engañarme, maldita puta!!—gritó apunto de hacer estallar la escuela.

—Ah, y también me acosté con el portero de la escuela, y con Gin y Tousen, y hasta con Szayel—aseguró tomándole el pelo a la Pantera.

—No vas a volver a burlarte de mí, zorra—aseguró Grimmjow, que pretendía golpearla en ese momento.


Apenas Stark se dio cuenta de que Grimmjow pretendía golpear a Roxanne apareció de inmediato para defenderla. Sin embargo, la muchacha ya había quedado inconsciente debido al cansancio, y solo se encontraban Grimmjow y Stark frente a frente, sin que nadie pudiera detenerlos.


—Tu realmente eres estúpido ¿verdad Grimmjow? —preguntó furioso, acomodando a Roxanne.

—Ella lo dijo, hasta se acostó contigo.

—Eso es lo que yo quisiera, imbécil. Roxanne jamás ha estado con ninguna de esas personas.

— ¡Ella lo confesó! —exclamó enojado el de ojos azules.

—Estaba mintiendo, tarado. No entiendo el afán de ella al protegerte, pero tengo que seguirle el juego. Porque ella es my lady—aclaró el de la melena.

—Ella me dijo la verdad. Yo sé cuándo ella me miente—aseguró la pantera.

—Estas muy equivocado. Ustedes siempre se mienten, entonces piensan que cuando dicen mentiras están diciendo la verdad.

—No me interesa—agregó el de cabellos azules, apunto de salir de la habitación.

—Entonces, no te molestará que la haga mía cuando salgas de este lugar—desafió la primera espada, expectante por la reacción de Grimmjow.

La domadora de panterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora