Capítulo 4

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Sungmin corría por las calles de Boseong como un desquiciado. Se le hacía tarde para recoger a su hijo de la guardería, tenía que volver al trabajo a las cinco, por lo que solo tenía una hora para llevar a su hijo a casa y volver.

Min vivía con sus padres luego de dejar Seúl. Su hijo ahora tenía dos preciosos años y era un pequeño travieso y amoroso bebé. Su mamá lo cuidaba por las tardes pues ambos padres trabajaban atendiendo un café por las mañanas, negocio familiar que habían iniciado luego de que Sungmin los dejó para ir a la Universidad.

Sungmin llevaba una vida muy ajetreada. Durante esos dos años había desempeñado distintos trabajos, como cajero, secretario e incluso vendedor telefónico, pero actualmente trabajaba en la cafetería de sus padres, atendiendo clientes y supervisando el lugar para que todo estuviera en funcionamiento. Min tenía trabajo, pero no era feliz con él.

Entró a las instalaciones de la guardería tomando aire en grandes cantidades. Una de las cuidadoras lo vio en el pasillo, Min la saludó sin decir nada. Pronto caminó hacia la sala donde se encontraba su hijo. Lo vio. Hyun jugaba con un trenecito de colores.

Min abrió la puerta y se acercó con cuidado.

—Mi bello príncipe, Hyun —dijo detrás de él.

—¡Papi! —el pequeño saltó a sus brazos y se pegó a él.

—¿Cómo ha estado tu día, amor?

—¡Bien! —su hijo puso sus pequeñas manos en las mejillas de su papá y le sonrió—. Te etañé.

—Y yo a ti, hijo —le dio un beso en su frente—. Ve y despídete de Miss Wendy.

El pequeño niño corrió hacia su Miss. Sungmin sonrió, ver a su hijo le alegraba el corazón, por él debía trabajar más duro. Min sabía que necesitaba un lugar donde estar con su hijo, agradecía a sus padres que lo recibieran en casa después de volver de Seúl sin estudios y con un hijo, pero necesitaba darle a Hyun un lugar que pudieran considerar propio.

—Vamos, hyun. Los abuelos esperan por nosotros.

***

Sungmin garabateaba una servilleta mientras esperaba que algún cliente se apareciera por el local de sus padres. Sungmin hacía eso con regularidad, incluso inventando vidas a los mismos clientes que frecuentaban el lugar.

—¿Otra vez soñando, Sungmin? —Min se sobresaltó. Una de las empleadas, una ajumma de treinta y cinco años, con la que Minnie se llevaba muy bien, lo miraba con expresión risueña— ¿Pensando de nuevo en ese joven de la Universidad?

Sí, incluso la Ajumma sabía su triste pasado.

—No. Me gusta imaginar cómo es la vida de los clientes —Min rio. No estaba aburrido, pero pensar en esas cosas lo ayudaba a pasar más rápido las horas.

Su celular comenzó a sonar, así que contestó de inmediato.

¿Sungmin?, ¿no interrumpo tu trabajo?

—Hyukjae, hola. Está bien, no hay muchos clientes hoy, ¿qué sucede?

Me acabo de encontrar a Kyuhyun hace un momento —Sungmin cerró los ojos. No necesitaba escuchar nada de Kyuhyun ahora ni nunca.

—Escucha, no quiero saber...

Estaba tan borracho, sabía que le gusta tomar, pero no en lugares públicos. Me acaba de exigir que le diga dónde estás. ¿Puedes creerlo? ¡El imbécil está casado! Tuve que darle un buen empujón —Min se mantuvo serio mientras Hyuk revelaba más y más cosas de aquel encuentro. ¿Por qué Kyuhyun preguntaba por él? A esas alturas ya no importaba.

—Debo trabajar Hyuk, te hablo después.

Colgó. Apretó los dientes. ¿A él qué le importaba lo que hiciera Kyuhyun de su vida o si preguntaba por él? No. Sungmin estaba molesto, después de dos años Kyuhyun seguía afectándole tanto como antes y odiaba eso.

Terminó su trabajo después de las 8:30 pm. Volvió a casa. Su hijo estaba dormido ya. Detestaba los días de la semana en los cuales no podía encontrar a su hijo despierto. Quería estar con Hyunmin más tiempo, jugar con su pequeño y salir los dos a pasear. Pero también necesitaba trabajar para pagar la guardería, gastos médicos y todas las necesidades de su hijo; Min sabía que necesitaba un trabajo que le permitiera estar más tiempo en casa.

Le dio un beso a la cabellera castaña de su bebé y se fue hacia su escritorio prendiendo una lamparita para iluminar un poco la habitación. Inició su laptop y pronto comenzó a escribir.

—Capítulo 25.

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Kyu, sé que es lo que quieres 😏

No cuentes con ello 😂

Gracias, chicos! Nos vemos este miércoles 💋


3 Kilos 200 gramosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora