Capítulo 55

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No digas nada

La investigación no había avanzado mucho. La familia del hombre que había atentado en contra de Kyuhyun decía no saber con quién trabajó todos esos años, solo recibían dinero mensualmente sin falta. Tres semanas después de aquel suceso, Kyuhyun seguía buscando la manera de impugnar el testamento de su padre, pues había posibilidades debido a que Nam no era en realidad su hijo.

—¿Alguna novedad? —dijo Kyuhyun en cuanto atendió la llamada.

No se le ha visto con personal de seguridad, no entiendo por qué—respondió el jefe de seguridad del castaño.

—Diles que lo mantengan vigilado. Tú encárgate de cuidar a mi hijo. Te llamo después —colgó.

Suspiró. Sería cuestión de tiempo antes de que volviera a atacar. Necesitaba reunir pruebas de inmediato, el tiempo se agotaba, conociendo a Kim, no dejaría que siguiera adelante con la impugnación del testamento.

—Iré a recoger a Hyun a la escuela, ¿quieres venir? —Sungmin se asomó por la puerta a medio abrir.

—Sí, vamos —tomó su saco.

***

Finalizadas las clases, tanto Jongnam como Hyunmin caminaban por el patio esperando llegar a la salida del colegio para esperar a sus padres. El castaño había estado hablando de sí mismo durante todo el día, por lo que el chico de cabello negro ya conocía muchas cosas de la vida de su compañero, incluyendo las dificultades que habían tenido que pasar él y Sungmin.

—Te puedo enseñar a andar en patineta, ¿o prefieres patines? Sí, eso estaría bien —Hyun siempre intentaba tener un tema de conversación, pero Jongnam solo se dedicaba a escucharlo, ¿cómo es que no se aburría de él? No tenía interés en aprender nada que lo pusiera en ridículo.

—No me gusta, prefiero el suelo firme. Eso podría ocasionarme una fractura.

—Tenemos doscientos seis huesos, toma uno para estropear.

—En serio, estás loco.

—No, de eso tú eres culpable.

Nam estaba por replicar cuando escuchó una voz conocida. Su tío Kibum estaba del otro lado de la calle. Lo saludó con un momentáneo gesto con la mano, parecía nervioso.

—¿Quién es? —preguntó Hyun observándolo.

—Mi tío, es raro que se aparezca por aquí —mirando a todas direcciones para buscar a Ryeowook, descubrió que no estaba ahí. Con cierta duda cruzó la calle—. Ya vuelvo.

—Te acompaño. —Hyun se posicionó a su lado mientras ambos avanzaban hasta llegar frente a Kibum, quien intentó decir algo, pero la presencia de alguien más lo impidió.

—Entren al auto, niños —ordenó aquel hombre. Ninguno lo había visto antes.

—¿O si no qué? —respondió Hyun con valentía. Entonces aquel sujeto dejó que miraran hacia su mano. Una pequeña pistola apuntaba de manera discreta hacia Kibum.

—No hagan caso, chicos, yo no importo —entonces miró a Nam—. Dile a Ryeowook que lo siento, que papá finalmente me encontró.

Pero el hombre quitó el seguro del arma reafirmando su amenaza.

—Si no entran ahora, voy a dispararle. Uno, dos...

Nam dio un paso al frente, pero Hyun lo agarró de inmediato de la mano. La tomó con fuerza, y luego de que la pistola se volviera a pegar con la espalda de Kibum, fue Hyun quien avanzó hacia dentro del auto sin soltar la mano de Nam. Una vez que los cuatro estuvieron dentro, el carro avanzó. Mientras el piloto seguía una ruta, aquel hombre no había dejado de apuntarlos con el arma, aun cuando recibió una llamada.

3 Kilos 200 gramosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora