Prólogo.

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—Hola —Murmuro sentándome frente a la hermosa niña de ojos verdes

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—Hola —Murmuro sentándome frente a la hermosa niña de ojos verdes.

Ella tiene el cabello recogido en dos coletas que la hacen ver inocente, pero sé que nada en ella lo es.

—Hola Ryan —Ella me sonríe, sin saber porque su sonrisa da un vuelco a mi corazón.

—Oí que te castigaron... de nuevo.

Se encoge de hombros.

—Solo no quería hacer la tarea —Suelta un resoplido—. ¿Esa es razón para castigarme?

— ¿Seguro que solo hiciste eso?

Ella baja la mirada con una media sonrisa que trata de ocultar.

—Tal vez le puse una rata en su escritorio está mañana.

Y como dije antes, Michaela Lancaster podía parecer una niña buena pero no lo era.

Me río, y ella hace lo mismo. Su risa provoca que me sienta más nervioso y saco mi barra de chocolate para comerla.

Ella tiene un pedazo de galleta de vainilla que come en segundos, yo me tomo mi tiempo con mi chocolate. Debido al calor éste empieza a derretirse y siento la boca llena de chocolate.

Ella me mira haciendo una mueca de asco.

— ¿Quieres?

—No, qué asco.

Abro los ojos sorprendido.

— ¿No te gusta el Chocolate, gata? —Negó con la cabeza. Yo no podía creer lo que me decía.

¿Qué clase de niña rara era?

—No.

— ¿Cómo es eso posible? —Dije impresionado.

Ella comenzó a reírse y repasarme con la mirada sin vergüenza, comencé nuevamente a sentirme nervioso. Y temía que mi madre volviese a pasarse con la cantidad de gel para el cabello era algo que soportaba por que era el único momento en el día donde ella me prestaba atención pero en verdad las cantidades eran exageradas.

—No lo sé.

Sintiéndome con valor, aspire el aire con fuerza y dije:

—Pues yo haré que te guste.

Ella frunció el ceño confundida, pero antes de que hablara me incline lo suficiente para besar sus labios castamente. Ella se alejó sorprendida mientras yo tenía una gran sonrisa... que se esfumo por completo cuando Micha mordió mi nariz.

— ¡Auch! —Dije presionando mi nariz, incapaz de creer que ella acabase de morderme. Se veía realmente ofendida. ­

— ¡Me besaste! —Exclamo en voz alta. Parecía asqueada pero se contradijo al relamerse los labios. Ese gesto me hipnotizo brevemente.

El Amor Por El Chocolate. #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora