Capítulo cuatro.

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Creo que logre ponerla nerviosa, ya que se mantiene callada y sigue tatuando.

—Me dijiste que hablabas mucho ¿Era mentira acaso? —Pregunto con curiosidad.

Ella niega con la cabeza pareciendo sorprendida por mi pregunta.

—Solo me siento...

— ¿Incomoda? —Termino por ella.

Me mira ladeando la cabeza.

—Esa no sería la palabra, pero va por buen camino.

La miro pero ella no lo hace.

— ¿Yo te incomodo? —Ella levanta la mirando negando con la cabeza.

—Tú... solo me pones nerviosa y eso es raro en mí.

Tú también me pones nervioso, quise agregar pero me trago mis palabras y miro sus labios unos segundos. A la mierda se lo diré.

— ¿Te cuento un secreto? —Digo mientras me acerco sin despegar la vista de sus labios carnosos—. Yo también estoy nervioso.

Sus ojos verdes chocan con los míos y veo deseo en ella, sé que hay algo aquí que se puede solucionar con una buena follada. Pero no estoy seguro si es que es conveniente involucrarme con ella de esa manera. Ella es la clase de chicas que evito.

— ¿Ah sí? Eso es bueno.

No, no lo es. Me alejo de ella más incómodo y ella me mira confundida.

—No, no es bueno —Digo intentando solo ser cortante, tal vez verla aquí me hizo sentir mucho más sobrio pero no lo estoy del todo así que debo intentar no soltar nada raro.

— ¿Qué?...

No puede terminar ya que la puerta se abre de manera rápida y un hombre entra con una pinta de haber echado un polvo rápido. Veo a Michaela cerrar los ojos con fuerza.

— ¿Por qué tu puerta estaba cerrada? —Su tonito de voz no me agrado nada. Y al parecer a Michaela menos.

—Jackson, en primera —Se levanta con enojo—, esta es mi cabina, segundo, él es mi cliente y tercero yo hago lo que quiero.

Arqueé una ceja en dirección al tal Jackson y este al verme me miro con el entrecejo arrugado. Lo miro de pies a cabeza, y analizandolo mejor me parece que no quiere verme aquí, no, mejor dicho... no quiere verme cerca de Michaela.

—Esos tipos de afuera están haciendo un desastre.

Negué con la cabeza, esos idiotas no podían quedarse quietos solo un segundo.

— ¿Y? eso no te da derecho de hablarme como lo hiciste. Acuérdate con quien hablas, ahora sal de mi cabina.

Sonreí, sí que tenía carácter.

El Amor Por El Chocolate. #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora