Capítulo diecinueve.

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— ¿Celoso? —Pregunto intentando sonar casual—. No lo estoy Micha, pero pensé que esto era algo exclusivo.

— ¡Y lo es!

Lo sé, aunque en el fondo siento nerviosismo de que quiera cambiarme al final del día, no la culparía. No soy la persona más divertida, ni siquiera puedo llamarme buen amigo... ¿Qué es lo que tengo que ofrecer? ¿Buen sexo? Eso no es suficiente, y lo sé. Por eso prefiero está amistad en donde nadie debe esperar más del otro, no quiero que ella espere mucho de mí. No cuando sé que al final cuando termine de darse cuenta de lo poco que valgo me terminará cambiando y me dejara tal como Maya lo hizo.

—¿Entonces que estaban haciendo? —La veo abrir la boca entonces antes de que diga algo más añado—. Y ni siquiera te atrevas a negarlo, tenías tus manos en su pecho.

Ella luce sorprendida, coloca un mechón rosa de su cabello tras su oreja y habla.

—Solo estaba jugando. No hicimos nada malo, él es un tonto.

—Un imbécil diría yo —Digo bufando—. Si yo no llegaba seguro iba a intentar algo más.

—Yo no se lo permitiría —El tono de su voz se eleva, demostrándome que el tema ya la está cansando—. Sé defenderme doctorcito, pero te lo vuelvo a repetir, él es solo un amigo.

Hay algo en su mirada que me convence, no sé descifrarlo pero termino mirando las esposas y soltando un suspiro hablo. Sé que ella es lo suficientemente fuerte como para defenderse, y qué no necesita que este en frente de ella para defenderla.

—Creo... creo que exagere un poco.

Ella sonríe.

— ¿Solo un poco? —Pregunta con un tonito burlesco que me saca una sonrisa.

—Perdón —Digo levantando la mirada. Ella sonríe aún más y levanta su mano libre para acariciar mi mentón y luego besarme castamente pero no en mis labios, si no en mi mentón.

Frunzo el ceño y ella comienza a reír por mi reacción. Su risa la hace lucir aún más hermosa, con mi brazo derecho la apego aún más a mi pecho y para de reír al mirarme a los ojos. Los cuales están brillando más de lo normal, levanto la mano esposada y ella termina haciéndolo también sin tener opción, llevo mis manos hasta su barbilla y está vez si la beso.
Suelta un leve suspiro y lleva su mano libre a mi pecho, cuando pienso volver a besarla ella se aleja mirando algo.

— ¿Qué es esto? —Cuando veo que habla de mi collar por dentro maldigo. Lo último en lo que quiero pensar ahora es en mi madre.

— ¿Un collar? 

—Sabes a lo que me refiero —Encogiéndome de hombros le resto importancia al asunto, no quiero hablar de eso en este momento, no se como siempre se percata de esas cosas.
Así que solo respondo brevemente:

—Solo me gusto y ya.

Ella lo deja pasar y continuamos besándonos, las cosas podrían salirse de mis manos por lo que le recuerdo que debo irme. Ella prácticamente termina ocasionándome una erección con solo un simple beso y removerse encima de mí.

—Ahora sácame esto —Digo una vez que ambos estamos de pie.
Ella frunce el ceño, se cabeza se ladea y de pronto sus ojos se abren tanto que me asusto, esa reacción no puede significar nada bueno.

—Mm ¿Cómo?

La miro esperando una respuesta más coherente.

— ¿No tienes la llave?

Su mirada es la de un perrito que ha sido regañado, no me digas que...

—Supongamos, solo supongamos de que no tengo la llave ¿Te enojarías?

El Amor Por El Chocolate. #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora