Capítulo cinco.

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—Vuelo con destino a New York...

Arrastre mi maleta y coloque por sobre mi hombro la otra, estaría un tiempo allá y solo rezaba no encontrarme con Maya.

Eso me destrozaría y sabía que encontrármela sería algo fácil ya que el departamento donde vive con... su novia está a unas cuadras de la casa de mis padres. No es que estuviera al tanto de ella, al menos ya no más pero la curiosidad cuando nos habíamos separado era enorme, así que averiguar más sobre ella no fue difícil. Deje de buscar cualquier tipo de cosa que se relacionara con ella después pero todavía me era trabajoso no sentir cierta curiosidad.

Cuando comenzamos a abordar el avión una melena rosada hizo que me detuviera de golpe y me escondiera detrás de un grupo de personas.

Esto debía ser una puta broma.

Ella iba con sus maletas caminando con seguridad, más que una persona volteaba a mirarla mientras ella era ajena a todo. Caminaba como si estuviera en una maldita pasarela sonriendo sin darse cuenta de que sin buscarlo llamaba la atención.

¿Qué mierda va a hacer en New York?

Cuando la perdí de vista fui a abordar el avión mire el asiento cual me tocaba y maldije por segunda vez en cuestión de minutos.

Mi asiento estaba situado al lado de ella.

No, no podía estar pasándome esto ahora.

Un muchacho que iba a sentarse unos asientos detrás de Michaela llamó mi atención y camine hasta él.

—Oye muchacho —Este levanto la vista—. Necesito pedirte un favor.

Él me sonrío, me pareció tener una mirada demasiada ingenua.

—Claro, ¿en que si se puede saber?

—Mi ex me persiguió hasta el avión —Comencé a mentir—. Está loca, y esa loca está tan obsesionada que se compro un boleto de avión para perseguirme. Intente ponerle una orden de alejamiento pero es astuta y logro victimizarse...

Él se ve entre asustado y preocupado por mí.

— ¿Quieres que cambiemos asientos? —Preguntó. Bingo.

—Por favor, lo último que necesito son cinco horas de viaje al lado de una loca —Debía asustarlo de cierto modo para que no se le ocurriera hablar con ella.

—Claro —Dijo levantándose, le señale a Michaela—. Viejo, tiene el cabello rosa —Dice sorprendido.

—Quería que yo también me lo tiñera —Agrego haciendo una mueca de horror y este niega con la cabeza.

Termina sentándose junto a ella mientras yo me siento al lado de un niño que juega con pelotitas. Prefiero esto al sentarme al lado de Michaela.

Pero para mí disgusto ellos comienzan a charlar, y charlar ¿No lo asuste lo suficiente?

El Amor Por El Chocolate. #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora