Final.

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Final

—Es tu turno —Murmuro somnolienta. Codeo a Ryan y él no tarda en levantarse—, apresúrate antes de que despierte a...

Pero hable muy tarde ya que ahora no es solo un llanto, son dos. Me río sin poder evitarlo al ver la hora en el reloj de la mesa de noche, apenas pasó media hora de que tomaron sus biberones y ya están despiertos de nuevo.

Me siento en la cama soltando un bostezo y estiro mi brazos viendo como Ryan levanta a uno de mis bebés, le hago una seña para que los traiga hasta aquí  y camina junto a mí para extenderme a Peter lo agarro entre mis brazos y parece calmar su llanto. Al principio debo admitir que me costó un poco diferenciarlos pero que usarán la ropita diferente fue una grandiosa idea para no confundirlos ahora puedo decir de manera orgullosa que no los confundo.

Con cinco meses logro ver las diferencias entre ellos además de que Shawn es un poquito más grande que Peter.

—Vamos pequeños tienen que dormir —Susurro meciendo a Peter con dulzura —, tienen que estar muy guapos para su bautizo.

Ryan se sienta a mi lado y veo a mi pequeño agarrar el colgante de su papi, los dos se callaron y sé que estamos criando a niños malcriados que no quieren dormir en su cuna. No es la primera vez que pasa, estos dos son unos expertos en llorar y hacer berrinches cuando no obtienen lo que quieren.

Y no solo Ryan y yo somos quienes los malcrían, todos lo hacen y Ariel puede ganarse el puesto  numero uno. Piensa que por ser el padrino mis hijos deben tener todo lo que pidan y no quiero ni imaginar como serán dentro de unos años si esto sigue así pero somos incapaces de verlos llorar, mi parte maternal no quiere verlos con sus hermosas caritas regordetas llenas de lágrimas.

—¿Y si duermen en el medio? —Pregunta y hago una mueca. Lo mejor sería que duerman en su cuna, que se vayan acostumbrando.

—No lo sé...

—Solo por hoy —Pide mirando a Shawn, agarra su manita y mi pequeño sonríe derritiendo mi corazón.

—Lo mismo dijiste ayer —Le recuerdo—, pero está bien, está será la última vez.

O eso intento creer, bajamos a los mellis en el medio de la cama y estos cierran sus ojitos por arte de magia. Los condenados están cansados pero no quieren dormir en su cuna, me acuesto a un costado y Ryan en el otro. Acaricio con mis dedos las mejillas de ambos estando completamente hipnotizada por estos dos.

—Son perfectos —Dice igual de hipnotizado que yo. Levanto la cabeza hacia él para fijarme en su rostro, su barba está un poco más larga y llega a pinchar pero el maldito se ve tan bien que no puedo decirle que se la quite, sería un error fatal.

Mi mano se estira hasta su mandíbula y él me mira directo a los ojos, delineo su mandíbula y luego voy a sus labios donde él deja un beso en mi dedo índice sacándome una sonrisa.

—Estás matándome —Murmura con voz ronca y yo lo miro inocente.

—¿Ah sí?

Él sonríe divertido y agarra mi mano antes de que la aparte, entrelaza nuestros dedos con aire distraído y yo sólo observo con detalle sus facciones.

—¿Puedes creer que en unas horas estaremos en la iglesia para que los bauticen? —Pregunta y niego.

—No. El tiempo está pasando demasiado rápido —Hago un puchero—. No quiero que mis bebés crezcan y una zorra quiera robármelos.

El Amor Por El Chocolate. #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora