Capítulo cincuenta y dos.

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Ryan Scott

—Esta despertando —La cabeza me da vueltas, siento náuseas y estoy demasiado confundido. Abro los ojos e intento levantarme pero mi cabeza vuelve a caer—. No te esfuerces Ryan, soy el Doctor Saren.

Intento recordar quien demonios es pero la cabeza me da vueltas.

—¿Ryan? ¿Está bien?

Vuelvo a abrir los ojos solo para ver a Michaela acercarse y mirarme con ojos preocupados. Agarra mi mano y la aprieto para que sepa que estoy bien, no es verdad del todo porque no recuerdo como llegue a parar aquí.

—Es normal que esté atontado o tenga ganas de vomitar, lo drogaron tal vez con Rohypnol —Arrugo el ceño—, los análisis de sangre lo detectaran luego de unas horas.

—¿Qué pasó? —Pregunto con la garganta extremadamente seca.

—Rebbeca pasó —Gruñe ella.

Mis recuerdos siguen borrosos y no entiendo a lo que se refiere, veo a mi colega y logro reconocer al viejo Saren.

—Es normal que no recuerde mucho de lo que pasó —Habla—. Descansa Ryan, ahora si me permiten los dejaré solos.

Lo veo salir y hago un esfuerzo en sentarme, Micha me ayuda lo cual agradezco. Cierro los ojos al sentir mareos y llevo mis manos hasta mi cabeza por el dolor punzante.

—Rebbeca te drogó —Comienza a hablar.

—¿Qué? —Preguntó sorprendido.

—Creo que llegue como todo un principe a salvarte de un terrible dragón —Intenta bromear peros sus ojos se encuentran furiosos—. Ruth fue a la tienda a aclarar las cosas conmigo y me di cuenta de lo exagerada que fui... me sentí una tonta por exagerar tanto que quise venir a disculparme por mi actitud pero vaya sorpresa me encontré al entrar a tu consultorio —Chasquea la lengua—. Tu buena y dulce enfermera sobre ti y tu bien drogado.

Lo que me dice parece algo descabellado pero un recuerdo de Rebbeca dándome un jugo aparece en mi cabeza y maldigo. Me siento totalmente desorientado al no recordar nada.

—Micha...

—¿Sabes que Ruth casi termina con la nariz fuera de lugar y que la muy zorra se atrevió a golpear mi vientre?

Es demasiada información, mis manos van a su vientre sintiendo miedo de que Rebbeca haya lastimado a mis bebés, a Micha.

—¿Están bien? —Ella asiente—. Mierda Micha, lo siento tanto, esto es culpa mía.

Ella suspira, mis mano van hasta la curvatura de su cintura atrayendola hacia la camilla e ignoro el mareo que siento al moverme demasiado.

—Estoy furiosa, no voy a mentir. Te dije tantas veces que ella era una maldita y tú sólo pensaste que hacía el papel de novia celosa ¡Y esa estúpida te drogó!

—Lo siento, sé que es mi culpa el haber ignorado las señales pero no esperaba que llegará a un punto tan enfermizo.

Ella se sienta en la camilla junto a mi y lleva sus manos hasta mi rostro su contacto me tranquiliza al instante.

—Eres una de las personas que más amo en está vida, Ryan. No quiero que nada malo te pasé y al ver que esa mujer comenzo a decir cosas tan locas me asusté no solo por mí o por ti sino por mis bebés —Su rostro se tiñe de preocupación—, ella en verdad tiene algún problema.

—¿Qué dijo?

—Que debió matarme cuando tuvo la oportunidad —Mi piel se eriza—. Lo gritó una y otra vez mientras un enfermero me llevaba para chequearme.

El Amor Por El Chocolate. #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora