Capítulo trece.

5.3K 325 35
                                    

Sabía que llegaba tarde, no creo que importará la puntualidad pero por alguna razón no quería dejarla en la calle esperando por mí. Estacione el auto, desabroche el cinturón y baje.

Micha se encuentra sentada en uno de los bancos, balanceando su cuerpo para el frente y para atrás mientras canta una canción. Está tan inmersa que no se percata de mi presencia.

Su voz es suave, para ser franco tiene una voz bonita que si lo piensas mejor no concuerda mucho con ella, es demasiado feroz como para ser tan dulce.

—Creo que ya te había dicho que tienes una voz digna de escuchar —Hable en voz alta para que me oyera, dio un respingo y abrió los ojos para mirarme.

Ella me repasaba con la mirada y está vez no me sentí incómodo, creo que ya me acostumbre que Michaela siempre me dé una pasada. Así que yo también lo hice. Lleva puesto una blusa negra que se ajusta a su cuerpo, la piel de sus piernas luce brillante aquí afuera. Ese short le va demasiado bien, me obligo a alzar la mirada.

—Y creo haberte dicho que ya lo sabía —Bueno, es positivo que tenga algo de ego en ella ¿no? Sonreí un poco.

— ¿Quieres ir a cenar, amiga?

Su sonrisa titubeo un poco, guarda los auriculares en su pequeña mochila y se levanta de un brinco.

—Dime que iremos por una pizza. ¿O eres de esos doctores que esta en contra de la comida gloriosa?

¿De qué me está hablando? No me digas que...

— ¿Gloriosa? Querrás decir chatarra.

Ella abrió la boca luciendo totalmente ofendida.

— ¡Hey! La pizza no es comida chatarra.

Creo que le gusta la pizza pero no por ello significa que esa comida no sea considerada chatarra. Arqueé una ceja y ella resoplo enfatizando su desacuerdo al cruzar sus brazos.

—De acuerdo... tal vez sí, pero es deliciosa.

Reí por primera vez en el día mientras la guie hasta mi auto, busque mis llaves en mi bolsillo mientras ella subía.

—No veo conveniente que cenes pizza a estas horas —Dije adentrándome al auto y encendiendolo.

Tal vez podríamos ir a un buen restaurante. A Ruth le gusta la ensalada cesar también a May...

— ¿Y qué cenaremos? —Preguntó sacándome de mis pensamientos—. ¿Ensalada? —Pregunto de manera burlesca y luego comenzó a reír.

No le veía nada de malo a la ensalada pero su gesto de horror me hizo saber que en serio estaba en contra.

— ¿No hablaras en serio? —No dije nada—. ¡Ryan! No puedes invitarme a cenar ensalada ¿Quieres que te odie?

Ya veía que ella ganaría está ronda así que negué con la cabeza justo cuando una idea me llego a la cabeza.

—De acuerdo, pero yo pido el postre.

—Eso suena bien, Doctorcito.

Sonreí ante aquel apodo absurdo que ya se estaba volviendo algo más normal entre nosotros. Puse en marcha el coche mientras ella se estiraba en su asiento cerrando los ojos.

— ¿Estás cansada? —Pregunte con curiosidad.

Ella sonrío negando con la cabeza.

—No, solo que me duele el cuello —Dijo mostrándome la zona—. Estuve unas horas haciendo un tatuaje y creo que el cuello se me durmió.

Asentí, debía de estar cansada pero aun así decidió venir conmigo y eso de alguna forma me pareció un buen gesto no encontraba otra palabra para describirlo.

El Amor Por El Chocolate. #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora