Capítulo cuarenta y cinco.

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—La noticia es que

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—La noticia es que... ¡Estoy embarazada!

Esperaba una cara de sorpresa por parte de mi madre, Lena y mi tío Bob pero ellos sólo sonríen.

—Todos lo sabíamos menos tu, Micha.

Arrugo el ceño, Ryan a mi lado ríe divertido con la situación.

—Cariño... estás más rellenita —Mi madre habla y luego bebe un sorbo de su vino—, sin contar que tu humor a estado algo... ¿anormal?

—Yo te lo dije muchas veces —Lena se encoge de hombros—, pero tu no querías aceptarlo.

Pienso hacer un drama y levantarme de la mesa furiosa, pero una mano en mi muslo me detiene. Ryan me pide que no tome esto como un escándalo porque no lo es pero maldita sea que mis hormonas me pedían a gritos que gritara ofendida.

—Entonces no les va sorprender que sean mellizos.

Y ahí sucede. Mi madre se atraganta con el vino al igual que mí tío Bob, Lena me mira con los ojos abiertos. Ahora es mi turno de reír.

—¿Mellizos?

Ryan asiente.

—Sí, pueden ser niñas o niños, o una parejita —Él besa mi mejilla—, mientras estén sanos yo soy feliz.

—¡Pero que puntería, Doctor! —Bromea Lena.

—¡Mi vida esto es genial! —Mi madre se pone a llorar—. Mi bebé tendrá un bebé... no, dos bebés.

Se levanta de su asiento y yo hago lo mismo al igual que Ryan, los tres nos abrazamos contentos.

—Micha estoy muy feliz por ti —Mí tío Bob me mira con ojos cristalizados.

—Yo también estoy muy feliz tío.

—Veo que los genes de tu padre y los míos hicieron su trabajo —Ríe por lo bajo—. Tu padre estaría tan orgulloso de ti y de la mujer en la que te has convertido.

Mis ojos se empañan de lágrimas y lo abrazo con fuerza.

—Lo sé.

Luego de dar la gran noticia en el almuerzo vamos de vuelta a casa donde por la noche Ariel y James vendrán a ver fútbol americano. Al final había logrado enseñarle como apostar por un buen equipo, ¿Quién diría que se volvería fanático del fútbol?

—Quiero chocolate —Digo de camino a casa.

—¿Ahora? Creo que en casa ya no hay, cariño —Dice pensativo.

—Mis bebés quieren chocolate como su hermosa mami.

Él suelta una carcajada y me mira unos segundos para luego volver a fijarse en el camino.

—¿Quieres parar en un supermercado?

Asiento con la cabeza, él tiene que cambiar el rumbo del camino pero no se queja y me estiro un poco para dejar un suave beso en su mejilla que logra hacerlo sonreír.

El Amor Por El Chocolate. #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora