LONDRES, INGLATERRA.
LUNES, 30 DE SEPTIEMBRE DEL 2013.
Cabizbaja y agotada, camino hacia mi consultorio sin detenerme a charlar con Sophie dentro de su taquilla. Es bastante notorio que estoy mal pues soy consciente que me apliqué más maquillaje de lo usual ya que es difícil ocultar las ojeras debajo de mis ojos y mi efusivo ánimo está ausente.
Entro a mi lugar de trabajo y me ocupo todo lo que puedo mientras espero que Rose llegué para así iniciar su octava sesión conmigo. Ella entra minutos después y le doy toda la atención necesaria, olvidándome de mis problemas y escuchándola como hice con los cuatro pacientes que estuvieron antes que ella.
El tema de la dependencia en Rose ha comenzado a menguar y eso está causándole problemas con su actual pareja, pues él piensa que ahora ella ya no lo quiere. Es un tema que le explico pero asimismo, dejo que ella lo desarrolle y se dé sus propias respuestas.
Los cuarenta y cinco minutos de la última sesión pasan rápido, y la realidad en la que vivo vuelve a golpearme cuando Rose toma su bolso y se marcha, dándole paso a Lucas que se acuesta en el inutilizable diván.
— ¿Qué demonios te sucede, Gemma? Te he visto varias veces en el día y pareces ausente. ¿Quieres hablarlo? —niego con la cabeza sin mirarlo—Esperaba esa respuesta. Estaré aquí y cuando quieras irte, te llevaré a tu apartamento.
—Ahora tengo un auto, Lucas.
—No me importa, Gemma —sentencia con el mismo tono monótono que utilizo yo.
El silencio se adueña del lugar y los pocos recuerdos que se han ido descifrando de aquella noche comienzan a reproducirse una y otra vez mientras rompo a llorar. Subo mis piernas al sillón y enrollo mis brazos alrededor, notando el momento en el cual Lucas se levanta y se sienta frente a mí. Me percato de las ojeras bajo sus ojos y la mirada cansada que me da.
— ¿Si yo te cuento, tú me dirás lo que te sucede? —propongo, secando mis lágrimas y observándolo fijamente.
—Tal vez.
—Parece ser que todo lo que creía era mentira, Lucas. Descubrí una verdad que no sabía que existía.
Le narro todo lo que Isaak me contó y libero todo lo que siento. He dudado de la palabra de Isaak, pero la historia ha encajado en los pocos recuerdos que han comenzado a resurgir y que me niego a interiorizar.
Lucas solo me escucha mientras hablo y hablo, él es una especie de confidente, pues, si bien Gregg me animaría con palabras dulces, Lucas lo hace con franqueza y sin disfrazar las palabras duras.
Es extraña la relación que tengo con él.
— ¿Eso es todo? —asiento—. Seré sincero y quizás un poco... ¿rudo?
»Eso sucedió hace siete años y no puedes quedarte en el pasado. Te costó superarlo una vez... No vuelvas a dejar que suceda lo mismo. Y no estoy disminuyendo o minimizando el dolor que puedes sentir ahora, solo no permitas que ello te controle.
Fijo mi mirada en sus ojos azules y comprendo cada palabra que me dice. Reflexiono y analizo todo este gran diluvio que me formé.
Lucas tiene razón, no vale la pena mis lamentaciones puesto que Timothy no logró su objetivo final. Sí, aun me siento usada y agredida, pero no puedo detenerme, no puedo dejar que haga mella en mí porque entonces, Timothy se volverá un impedimento y no puedo darle ese poder. No después de siete años.
— Estoy preparada para escucharte —anuncio minutos después.
—No es justo que siempre escuche mi tempestad de problemas, Gemma.
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Los secretos de Gemma
RomanceLa familia Hoffman ciertamente no está libre de secretos. No, de ninguna forma lo están. Hay demasiadas historias tejidas entre ellos, muchos misterios por develar, pero nadie se ha preocupado por ellos. Nadie se ha preocupado por el pasado oculto b...