43. REGALOS Y VERDADES QUE ROMPEN.

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LONDRES, REINO UNIDO.

LUNES, 10 DE FEBRERO DEL 2014

Me siento en la silla presidencial de mi oficina en Hoffman Inc. mientras le respondo al Jodido Idiota que me envíe el número telefónico de Adabella. Hable con ella ayer, cuando llegamos de Dover y ella llamó a mi novio para preguntarle algo, aproveché y la invité a que saliéramos hoy con mi rubia favorita.

Respondo otro mensaje y atiendo una videollamada iniciada por Kamilé McPherson. En términos generales ya no soy su psicóloga, su caso lo asumió Lucas luego de insistirle mucho, pero aun así sigo manteniendo contacto con ella, por lo que quedo sorprendida cuando en otra pantalla aparece Hel.

— ¿Por qué estamos haciendo una videollamada grupal?

—Estoy en proceso de perdonarla, Gemma —anuncia Kamilé, su cabello corto rubio ha crecido un poco al igual que su barriga de embarazada—. Queríamos que lo supieras y que nos ayudaras. Estoy asumiendo la... eso, estoy asumiendo que estoy embarazada de un bebé que no pedí y estoy perdonando a Helena porque el daño que ella me hizo no me va destruir más.

—Yo también estoy sanando, Gemmy —agrega la pelirroja—. Estar con la persona que más me ama y me acepta, me ayuda a sanar y no fingir. Nadie sabe dónde estoy y espero que se mantenga así por un tiempo, ni siquiera Doug. Ya no quiero ser la villana del cuento, quiero ser buena y honesta como lo pidió mamá.

—Oh, vaya, ustedes han crecido tanto.

—Fuimos golpeadas por la perra vida, no esperes que sigamos esperando más golpes. Ahora somos quienes los damos —dice Kami—. Rompí con Kelian y eso me dolió, lo acepto, pero me permitió sentir. Hace meses no sentía nada. No sé si está bien o si está mal, si es poco tiempo o mucho, yo solo quiero vivir de nuevo.

Converso con ambas chicas aun cuando la puerta de mi oficina se abre y Fabrizia anuncia que tengo visitas. Luego de decir el nombre, le digo que lo deje pasar y me levanto con el teléfono en mano para recibir a Lucas. Él se une a nuestra conversación y en pequeñas miradas admitimos que esta es una historia grandiosa de superación.

Ellas, dos adolescentes de diecisiete años, eligieron no sumergirse en el dolor y hacer que sus distintas realidades se fusionaran porque Kamilé no es la niña buena ni Helena la chica mala. Ambas están aprendiendo de la otra y eso me enorgullece.

Termino la llamada y dejo de contener mis lágrimas de felicidad. Amo, amo con mi vida ser psicóloga y me mata tener que estar en esta oficina y no en mi consultorio atendiendo a mis pacientes. Ojalá esto acabe pronto.

—Extraño la clínica y mis pacientes.

—Nosotros también extrañamos verte por allí —concuerda—. Ahora eres esta alta ejecutiva y tenemos que escalar miles de obstáculos para llegar a ti. Esa no eres tu Gemma Baker.

La puerta de mi oficina se abre de nuevo y noto a Damián Hennig junto a mi tía Nanette detrás de él. Le di orden a Fabrizia de dejarlos entrar sin anunciarlos. Son mi familia. Ella repara en mí y luego en mi colega a quien ve por un tiempo y luego sacude su cabeza.

—Te me pareces a alguien —dice—. ¿Cómo te llamas?

—Lucas Cunningham —responde tenso, mirándome.

—No, no conozco ningún Cunningham —Nany voltea a mirarme de nuevo y se acerca a abrazarme—. Quiero conocer a tu novio y a ese espectacular niño Matthew. ¿Por qué no respondes mis llamadas?

—Estoy demasiado ocupada, tía Nanette.

Su visita dura poco, susurra que solo pasó para anunciarme que esta noche tendremos una cena en un restaurante lujoso con mis abuelos y mi papá que llegó anoche de viaje. Ella no me lo pide, ella me ordena llevar a Isaak y a mi hermoso niño para conocerlo. Intento negarme un poco porque quiero que él decida, pero parece que esta mujer no entiende negativas y roba mi teléfono, busca el número, se burla del mote y habla con mi novio.

Los secretos de GemmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora