DOVER, REINO UNIDO.
MIÉRCOLES, 01 DE ENERO DEL 2014.
¿Cómo quise negarme a esto alguna vez?
Isaak está a horcajadas sobre mí haciéndome cosquillas porque no quiero devolverle sus lentes de lectura. Él se detiene y me mira sonriendo, veo sus vibrantes ojos verdes y le sonrío de vuelta, colocándole las gafas y mordiendo mi labio inferior.
Lo acepto. Estoy perdida. Estoy jodidamente perdida. Irrevocablemente enamorada de Isaak Schwartz y me gusta estarlo. Me gusta dejar mi miedo atrás y amarlo.
—Te amo, Isaak Schwartz.
—Nunca me cansaré de escucharte decirlo, Gemma Baker.
Entonces miro mis manos cubiertas por los guantes de lana negra, y la culpa se instala en mi pecho. Vuelvo a sus ojos y es inevitable que la sonrisa en mis labios se convierta en una fina línea. Él no pregunta, pero noto la duda en su mirada y que espera por mí. Él lo sabe.
— ¿Cuándo lo viste, Isaak? —cuestiono.
—Ese día y pensé haberlo imaginado, pero lo volví a ver el día que el Pequeño Leoncito y tú durmieron en mi departamento —aclara y ladea de la cabeza— ¿Por qué no me lo dijiste, Gemma?
—Me avergonzaba y no quería que nadie lo viera.
— ¿Y yo? ¿Puedo verlo? —toma mi mano y asiento.
Isaak quita el guante y contempla el tatuaje, la cadena enrollada alrededor de mi muñeca y la medalla unida en mi mano. Él besa con ternura cada parte de él, con dedicación y susurrando palabras en alemán.
—Es hermoso... ¿Qué harás con él? ¿Te lo quitarás?
Rehúyo la mirada y evito balbucear. No puedo quitármelo. Así que evado la respuesta y él deja de insistir, besa mis labios y luego me carga. Enrollo mis piernas alrededor de su cintura y le pregunto a dónde vamos.
—Es una sorpresa y no me digas que no te gustan, porque lo sé.
— ¿Qué cosa no sabes sobre mí?
—Desconozco tu estación del año favorita. La mujer que eres ahora no es la misma adolecente que conocí.
—Tú tampoco eres el mismo —susurro, pasando mis brazos por su cuello mientras camina hacia algún lado—. Mi estación favorita es la primavera.
— ¿Tú tienes dudas sobre mí?
—Sí, pero quiero saber cuál es la sorpresa.
Llego al acuerdo de preguntarle después y entramos al ascensor, marca el sótano y me acorrala entre su cuerpo y la pared del ascensor, me sonríe, acerca su rostro y roza su boca con la mía.
— ¿Sabes que eres jodidamente irresistible con esa corta bata de seda? —pronuncia lento y una de sus manos recorre desde la rodilla hasta mi muslo.
— ¿Sabes que eres jodidamente irresistible sin camisa? —rebato, palpando su torso y recorriendo su pecho.
—Recuerdo que una vez dijiste que no te gusto en traje porque tapan todos mis tatuajes y que ellos te fascinaban —frunzo el ceño y él ríe—. Fue esa noche de tu cumpleaños mientras Dave y Greggory acostaban a Patrick, yo estaba contigo esperando que te durmieras.
—En parte es cierto —confieso—. Me encantas en traje o en tu estilo casual, pero también me fascinan tus tatuajes. ¿Por qué tienes tantos?
Recorro con la mirada todo su torso y sus brazos descubiertos, y con mi mano toco el ancla y el nudo de ocho en su bíceps derecho, luego me fijo en una pregunta grabada en su clavícula izquierda ¿Eres mío? y puedo reconocer esa letra redondeada y a molde, es mía, o mejor dicho, era mía.
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Los secretos de Gemma
RomansaLa familia Hoffman ciertamente no está libre de secretos. No, de ninguna forma lo están. Hay demasiadas historias tejidas entre ellos, muchos misterios por develar, pero nadie se ha preocupado por ellos. Nadie se ha preocupado por el pasado oculto b...