LONDRES, REINO UNIDO
LUNES, 09 DE MARZO DEL 2014.
Sombra no me excita espontáneamente, pero finjo que disfruto sus caricias bruscas y brutas. Nunca espere que fuera suave, lo vi en Jonah y lo supe cuando le di el primer beso.
Psicológicamente Sombra necesita mantener el control. Él no cede. Por lo que estoy maniatada a la cama, con mis ojos vendados y mis labios amordazados. Le gusta que esté en silencio porque cuando hablo o emito sonido él se cabrea y me castiga. Es un hombre que no conoce sutileza ni límites, así que aunque tiene la decencia de preguntar, él siempre espera que afirme. Negarle algo es retarlo.
Aprieto mis dientes cuando dos pinzas aprietan mis pezones. Él aumenta un poco la presión y no puedo evitar gritar. Recibo un azote en mi sexo y me muevo contra su mano. Él ríe y me da permiso de hablar, porque nuestra relación sexual es sadomasoquista, Sombra es un amo y yo soy la sumisa.
No tengo material para esto.
—Eres un hijo de puta, Sombra. Quítame esas malditas cosas.
—Voy a follarte la boca si sigues provocándome, Koroleva.
—Por favor, por favor —suplico. Esa mierda duele mucho.
—Yo solo quiero darte placer, corazón, pero ya que no quieres jugar puedo buscar mi mercancía robada, mi muñeca pelirroja o, ahora tengo un nuevo interés, quizá vaya y busque a una reina rubia.
Me tenso, sucumbo a su manipulación y dejo de insistir.
Él juega con mis pezones, me enloquece de dolor y al mismo tiempo cruza la línea hacia el placer. Luego explora mi clítoris, abierto de par en par para su disfrute. Lo pellizca, lo jala y lo aprieta con brusquedad. Vuelvo a gritar y en ese momento cumple su amenaza, metiendo su pene de lleno en mi boca.
No es amable. No es suave. Él me atraganta y debo controlar las arcadas.
—Eres mi puta, Koroleva. Eres mía —reitera neurótico, toma una porción de mi cabello y lo jala. Las lágrimas comienzan a salir—. Eres mi puta.
Se corre en mi boca y trago su semen aunque no quiero. Sin darme tiempo a procesarlo, penetra mi sexo. Estocadas duras, inclementes y lastimeras, consigue su placer y sale de mí. Suelta una de mis manos y me obliga a masturbarme mientras digo mis fantasías.
Me retraigo. Olvido que estoy siendo... No, me estoy entregando a Sombra porque quiero. Sí, yo quiero. Así que recreo una imagen erótica y se la digo, finjo un orgasmo y susurro su nombre. Vuelve a reír y sube a la cama, a horcajadas sobre mí.
Abre más mis piernas e introduce un vibrador. Grito. Él me golpea.
Opto por no pelear esta noche y me dejo perder en mis recuerdos felices, cuando ya no puedo más con su tortura, me rindo completamente a su voluntad.
— ¿Te gusta lo que te hago?
Con lágrimas en mis ojos respondo:
—Sí, Jacob. Disfruto lo que me haces.
Cierro los ojos. La oscuridad me hace sentir bien. Titilo en el asiento del costoso auto y me asusto cuando ella toma mi mano. Ninguna habla. Ninguna dice nada. No puedo hacerlo más. Me duele el alma, si es posible que eso duela.
La oscuridad me hace sentir bien porque así se siente mi alma.
Oscura. Sola. Infeliz. Rota.
No sollozo mientras las lágrimas corren libremente por mis mejillas y acaricio mis muñecas maltratadas. Cruzo las piernas y contengo el dolor. Me quejo, pero ella siguen sin decir nada porque aún no puedo contárselo, solo pido su apoyo.
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Los secretos de Gemma
RomanceLa familia Hoffman ciertamente no está libre de secretos. No, de ninguna forma lo están. Hay demasiadas historias tejidas entre ellos, muchos misterios por develar, pero nadie se ha preocupado por ellos. Nadie se ha preocupado por el pasado oculto b...