LONDRES, INGLATERRA.
DOMINGO, 08 DE DICIEMBRE DEL 2013.
— ¿Cómo está? —pregunta Isaak.
—Van tres días y sigue en shock. Debes hacer algo, Isaak. Necesito a Pat —solloza—. Necesito a mi amiga de vuelta.
—Sal de la habitación, Quinn.
Mis pensamientos rebobinan a hace tres días, el proyectil siendo disparados, el cuerpo inerte cayendo al suelo y la sangre brotando de su interior.
—Gemma, mírame, por favor —susurra, sus dedos se posan en mi barbilla y me hacen mirarlo—. Dime algo, golpéame, háblame, muévete, haz algo, cariño. No soporto verte así.
»Déjame escucharte, déjame sostenerte, bonita.
No hablo solo lo miro y le pido que me bese.
Sus labios sobre los míos son extremadamente dulces, lentos, tomando todo de mí y dando todo de él, dejándome sin aliento. Apoyo mi mano en su mejilla que pica bajo el tacto por su barba, un suspiro se escapa entre besos y una lágrima resbala por mi mejilla. Se separa y me abraza, el dolor en mi corazón me consume.
Una persona murió por mi culpa.
— ¿Cómo... como está, Patrick?
—Está confundido. Necesita tiempo—responde y toma mi mano y besa mis nudillos aun destrozados por la pelea.
Se acuesta junto a mí y coloco mi cabeza sobre su pecho mientras lloro.
Un adolescente que no tenía nada que ver, un chico en el momento equivocado, recibió un disparo que era para mí. Y la oscuridad de la noche lo encubrió, permitió que Mitchell e Isaak nos sacaran de allí, permitió que su asesinato fuera descubierto horas después porque la pistola tenía silenciadores y nadie lo escuchó.
Pero yo sí. Yo imagine escucharlo cuando una bala se llevó su vida.
—Joseph ha estado llamando —anuncia minutos después—, quiere saber cómo estás y si piensas viajar a Nueva York por Navidad.
—No quiero viajar, me quedaré aquí...
—Sabes que no es tu culpa que ese chico haya estado en el lugar y momento equivocado, ¿no? No fuiste quien apretó el gatillo y disparó. No fuiste tú, bonita. No es tu culpa.
—Ese disparo era para mí —siseo abriendo mis ojos y levantando la cabeza para mirarlo—. Es a mí a quien querían matar, tal vez sí...
—No existen los «tal vez sí...», Gemma —sentencia—. Sucedió y no podemos cambiar el pasado.
— ¿Qué más dijeron en la llamada mis tíos? —pregunto, cambiando la conversación porque él tiene razón.
—Que si tú no vas, Antonella, Mariet y Joseph vendrán... Oh, y Chris llegó ese día de...
—Está bien —lo corto. No hay una manera bonita de llamarlo.
—Él se irá la próxima semana, solo vino por cosas de la empresa.
— ¿Qué se llevaron los catrines? Escuché a Quinnie diciendo que fue un robo.
—Aparentemente nada.
Asiento y luego el miedo me invade. Me levanto de la cama, abro la primera gaveta de mi mesita de noche y me relajo visiblemente, el diario de mamá aún sigue allí.
Trepo sobre la cama y vuelvo a acomodarme entre los brazos del Jodido Idiota. Él acaricia mi brazo mientras yo hago figuras sin sentido sobre su camisa. Poco a poco el sueño que no he tenido durante estos últimos días, comienza a seducirme y bostezo.
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Los secretos de Gemma
RomantikLa familia Hoffman ciertamente no está libre de secretos. No, de ninguna forma lo están. Hay demasiadas historias tejidas entre ellos, muchos misterios por develar, pero nadie se ha preocupado por ellos. Nadie se ha preocupado por el pasado oculto b...