Los secretos de Gemma

23. UNA FILOSOFÍA PARA AMAR.

LONDRES, REINO UNIDO

MIÉRCOLES, 06 DE NOVIEMBRE DEL 2013

El repiqueteo de mis amados stilettos contras las baldosas pulidas del último piso de Hoffman Inc. en Londres, evita que entre en un ataque de pánico por suponer la urgencia que Violet Hoffman tenía para verme.

Ni siquiera puedo creer que tío Joseph se atreviera a presentarme ante el Consejo Directivo de la empresa como una accionista. Cuando se lo dije a mis chicos, ellos se quedaron en silencio y no sabían que decir. Ellos saben que no quiero esto. No quiero ser ni la propietaria ni la CEO o cualquier mierda ejecutiva. Yo soy una psicóloga.

Y si no fuera por esa jodida cláusula que puso mi bisabuelo, seguramente las vendería y me quedaría fuera. Incluso le entregaría la propiedad a Stefany o a Mike que han soñado toda su vida con ser Altos Ejecutivos de Hoffman Inc. Yo no. Yo lo quise una vez y luego entendí que la directriz de mi vida no era asumir un conglomerado mundial.

Mi humor es terrible desde que tía Violet llamó luego del desayuno. Me siento en una encrucijada: la empresa, Diosa y Reina, el diario de mamá, el criptex, los acertijos. Mierda, simplemente quiero vivir sin todas estas mentiras y nudos que mi familia enterró en el pasado.

Me detengo antes de entrar a la oficina de Tía Violet porque un nuevo mensaje irrumpe contra la marea de fatídicos pensamientos que desarrollo.

Isaak: Razón #14 ¿Soy insistente, no? Eso es un punto a mi favor, bonita. Conste que mis razones son para ayudarte a elegir y por eso son tantas. Hay mucho en mí que no conoces, Gemma Baker y quiero exponerlas antes que el tiempo se acabe ¿Por qué esto es una carrera contrarreloj, cierto? Recuerda que puedo ser lo que tú quieras, Chips de Chocolate... Hoy, hoy seré dulce.

Reprimo la sonrisa y sin dilatarme más, abro la puerta sin necesidad de anunciarme. Ella dijo que simplemente entrara. Violet está en su silla ejecutiva hablando con Kelly Blossom mientras que el rubio está viendo por el gran ventanal manteniendo una llamada telefónica.

Más allá del dolor físico que aún tengo por el vidrio que cortó mi hombro y el roce de la bala en mi costado, tengo ganas de vomitar cuando tía Violet pronuncia que llegué tarde a la primera práctica. No fue deliberadamente casual.

— ¿L-la primera practica? —cuestiono incrédula—. ¿Qué práctica?

— ¿Jo no les dijo que empezarán a conocer la empresa y serán aprendices a partir de hoy? —niego con la cabeza y el rubio también—. ¿Cómo sigues del corte en el hombro?

—Duele a veces, pero estoy bien.

Finalmente entro a la oficina y me detengo junto a Pat, quien gentilmente toma mi mano y me dice que me calme, que no estoy sola en esto. Oh, claro, somos cuatro herederos, pero a mí me cae más peso encima. ¿Qué estaba pensando Phillips cuando me cedió la propiedad de la empresa? ¿Qué estaba pensando Piers cuando exigió que el mando de la empresa estuviera entre la descendencia de Joseph o Lucia?

La mayor parte de mi tarde se pasa escuchando a tía Violet hablar de filiales y divisiones, asociaciones, accionistas y socios y otro montón de temas relativos a Hoffman Inc. Entiendo todo perfectamente, pero no quiero hacerlo. Y veo que Patrick tampoco lo quiere.

Sí, Diosa y Reina tenían razón.

Nosotros somos la ladrona y el ingrato.

Cuando finalmente puedo irme, bajo con toda la prisa posible sin esperar ni a Patrick ni a Kelly. Mi cabeza está a punto de estallar y tengo el estómago revuelto. Entonces mi teléfono vuelve a sonar en una llamada de Mitchell.