13. FUEGO CON FUEGO NO SE APAGA.

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Salgo de la habitación con Isaak detrás de mí y cuidando mi equilibrio, porque aunque no he ingerido ni una gota de licor, no confío en mantenerme completamente de pie por culpa de todos los pensamientos y revoluciones que sacuden mi cabeza.

Y si añadimos la nota, el descubrimiento de Mitch y el ataque de pánico...

Isaak me hace detenerme en la balaustrada de madera y mirar hacia abajo, donde mis mejores amigos están sobre el pequeño escenario, mirándome. Levemente reparo en las personas que conozco, como los chicos y chicas del Roller o mis colegas de la clínica, sin embargo mantengo mi atención en Dave con un micrófono, Gregg con una guitarra, Quinnie y Patrick alrededor de ellos y en los instrumentos musicales que están detrás.

— ¡Feliz cumpleaños, Gemmy! —exclama Dave— ¿Recuerdas a aquella chica asustadiza que conocí por casualidad, un día que la rubia se retrasó en su última clase del día? Yo sí. Estabas esperando que Stefany fuera a buscarte al Westminster y yo me ofrecí a llevarte porque Quinnie me había hablado de ti. Tú me rechazaste.

»Fue Greggory quien nos unió. Él queriendo cumplir una apuesta que hicimos, se acercó a ti y te invitó a la fiesta sorpresa que preparamos para celebrar los dieciocho años de Quinn. Así empezó todo esto. Espero que nunca termine, centellita.

Lloro mientras escucho a Dave hablar sobre los códigos que Gregg y yo escribimos y que él y Quinn firmaron. Sonrío mientras ellos tres, leen y parafrasean algunos de los artículos que están en ese desgastado cuaderno. Esa fue la manera de mis amigos para hacerme sentir mejor, luego de decirles todo sobre mi pasado. Vuelvo a llorar, mientras le presto atención a mi rubia favorita contando la historia del saludo sobre fenómenos climatológicos y por qué yo soy una centella, Quinn un relámpago, Dave un trueno y Gregg un rayo, aunque bueno a pesar de no ser un fenómeno climatológico, ellos incluyen a Patrick como una estrella.

Seco mis lágrimas en vano, pues Gregg vuelve a tomar el micrófono.

—Bien. ¿Qué puedo decirte que la rubia o el monigote no hayan dicho? Es simple, mi chica de Nueva York, ambos vinimos a Londres por motivos estratosféricamente distintos y a pesar de todo eso, soy feliz de tenerlos junto a mí. Eres una mujer invaluable. La personificación de los sentimientos, Gemma. Amas, lloras, sufres o ríe porque lo sientes y eso, en este contaminado mundo de falsedad, es ser afortunado. Somos afortunados de conocerte.

»No eres perfecta, Gemma, sino que alguien te pida un consejo y se dé cuenta de lo malísima que eres en eso... Increíble, sabiendo que eres psicóloga —río al igual que el resto de las personas y sorbo mi nariz—. Tienes errores, pero ellos te han enseñado a ser la mujer que eres. Te amo, mejor amiga. Siempre seremos un trueno, un rayo, un relámpago, una estrella y una centella, siempre seremos parte de los fenómenos. Esto es para ti, Gemma.

Dave coloca otro micrófono y Quinnie lo toma, Gregg acomoda la guitarra eléctrica, mientras que Patrick se coloca detrás de una batería.

La música comienza a sonar y mi genio tecnológico a cantar.

Sigues aquí, a pesar de mis baches y errores.

Escuchas mi corazón hablar, cuando lo quiero callar.

Sabes que hacer, cuando débil está.

Dave mira a mi rubia favorita y ella comienza a cantar, su voz es menos aguda de lo usual, es melódica. Davs toma el bajo que estaba junto él y se acerca a Gregg.

Buscas la solución y no te detienes.

Vendas mis heridas, curas mi dolor.

Los secretos de GemmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora